PROLOGO

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''Todos somos capaces de olvidar, recordar, reír, llorar y sonreír, pero muy pocos de vivir.''

''Habían llegado tan lejos para tener un final tan corto.''


—¿Quién crees que se sentaría en tu tumba a hablarte por horas? —La pregunta que había hecho no solo resultó extraña para él, sino para ambos.

—¿Fumaste algo Arsen? — preguntó frunciendo las cejas.

—No, sabes que odio el cigarrillo— respondió con una sonrisa — es una simple pregunta ¿No estábamos jugando a las preguntas?

—Mmm... —dudó antes de responder.

El sonido de la tormenta que se acercaba era más que evidente.

—Nadie — respondió seca — ni siquiera me escuchan estando viva y creo que menos sería en otro mundo. Nadie perdería su tiempo.

—Yo lo haría. — dijo mirando en frente.

—Nos conocemos hace pocos meses. Sería estúpido.

—Para comer la sopa instantánea que te gusta y beber café. — dijo riendo Y la pregunta quedó en un silencio incómodo frente a la playa.

—¿No escuchaste que la amistad no se mide en tiempo sino en conexión?

—¿No hiciste ya muchas preguntas por hoy? — preguntó antes de inhalar el vape.

Y ahí fue donde ella se dio cuenta de lo sola que estaba y que nadie la había amado lo suficiente como para secar sus ojos cuando estos llorasen.

—¿Quién secará tus ojos cuando...? — el sonido del trueno interrumpió la pregunta — ¿sabes? creo que ya deberíamos regresar a la ciudad, va a llover y no he sacado la ropa del tendero.

La vida había juntado a dos grandes amigos, uno que simplemente vivía el día a día como si ese fuera el último, con mil preguntas en mente, pero sobre todo con ganas de vivir y seguir conociendo a quien tenía al lado, tal vez por ello la consideraba una gran amiga.

Pero, por otro lado, estaba una persona que esperaba que nadie lo hiciera porque si no estuvieron para ella cuando estaba ahora, ahí, no deseaba que lo hicieran cuando ya no estará.

Y ahí es donde se dio cuenta de que nadie lo haría. Ni su mejor amigo, ni una persona desconocida. Ni sus propios padres.

—¡Eileen! — gritó detrás de ella mientras le alcanzaba el casco de la moto —¡Sube que, si nos alcanza la lluvia en carretera, ambos terminaremos en una tumba!


¿Quién secará tus ojos cuando estos lloren? Era la pregunta.



(B O R R A D O R)

Nota del autor: Solo quisiera recordar  que este libro fue escrito por una adolescente de 13 años y esta siendo publicado por alguien de 18 años a quien le causa risa y curiosidad todo lo que pensaba su yo de hace 4 años. 

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