CI- "Destinada a compartir mi vida con un desconocido"

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La noche era fría y oscura, las estrellas ocultas tras un grueso manto de nubes espesas. Cordelia corría por el bosque, la adrenalina de todas las noches recorriéndole cada milímetro de su cuerpo. Los pies descalzos sobre el sucio suelo. De fondo el suave silbido del viento y la conocida melodía de las campanas señalando la media noche. Pocos metros más allá, apoyado contra el mismo árbol de todas las noches, esperaba pacientemente la única razón por la que Cordelia seguía con vida, Baxter. Un joven pocos años mayor que ella, tan atractivo como pobre, que vivía más allá del bosque en el que se encontraban, en la parte más destartalada y sucia de la ciudad. En pocos segundos Cordelia ya había alcanzado el espacio que la separaba del joven. Este la miraba con esa majestuosa sonrisa reservada solo para ella. Sin esperar siquiera a que la muchacha recuperara el aliento, Baxter ya se había lanzado a besarla con desesperada pasión, cogiéndola de la cintura y acercándola más a él, besándola como si pretendiera expresarle todo su amor con un solo beso. No se separaron hasta que les faltó el aliento a ambos. Con la respiración entrecortada y el corazón amenazándoles con salírseles del pecho, se miraron mutuamente, largo y pausado. Solo entonces, durante esas pocas horas que se dedicaban el uno al otro a escondidas todas las noches, Cordelia se sentía feliz, sin necesidad de fingir una sonrisa, permitiéndose, por fin, relajar los hombros y disfrutar de la única persona que la hacia sentir viva. Después de unos minutos observándose en silencio, se sentaron sin mediar palabra. Baxter rodeando los hombros de la joven con su brazo protector y apoyando la cabeza de ella en su pecho, sintiendo su calor, sus pulsaciones y su respiración, ahora pausada y profunda. 

- Baxter- su voz no era más que un susurro. Sin esperar respuesta procedió- Ya está decidido.

No hizo falta nada más, ambos sabían de lo que estaba hablando. Baxter se sintió por un momento como si una lanza atravesara su pecho y un agudo dolor recorrió la zona, como  siempre que abordaban ese tema.

- La boda será en verano, con el duque- continuó Cordelia.- Me mudaré a su casa en cuanto acabe la ceremonia. No se porque me afecta tanto, siempre he sabido que estaba destinada a compartir mi vida con un desconocido.- La voz se le quebró y las lagrimas brotaron sin control. Ni siquiera intentó frenarlas, estaba con Baxter, no era necesario.

Baxter la pegó más a él y acarició con dulzura el suave pelo de la muchacha. Dejó que llorara todo lo que no podía llorar en su casa y se dedicó a susurrarle al oído palabras  de amor, de aquellas que sanan cualquier herida, por profunda que sea.

Cordelia no tardó en dormirse en brazos del joven y este simplemente disfrutó de la silenciosa compañía de su amada, divagando entre pensamientos sin centrarse demasiado en en ninguno concreto.


    

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