12: 𝓒𝓸𝓷𝓽𝓻𝓪𝓼𝓽𝓮

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Otra vez no supe ponerme un límite. Perdón

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Dos toques en la puerta. Shoyo sabe bien de quién se trata sin la necesidad de preguntar. Era como una seña que habían tenido durante años, solo que durante el último mes, más específicamente, desde esa cena desastrosa no los había vuelto a oír. Sin mencionar que desde antes se habían reducido considerablemente la cantidad de veces que Atsumu se daba vueltas por su camerino, le parecía raro, pero lo más extraño del asunto es que no se sentía mal por eso.

No tenía esa sensación de opresión en el pecho como al principio, más bien era incomodidad. Incomodidad de verlo, incomodidad porque incluso después de cuatro semanas no sabe cómo actuar frente a Atsumu. Shoyo está consciente que le ha evitado, le ignora las llamadas y no contesta sus mensajes. Que cuando se lo topa en los pasillos del burdel, se va de ahí alegando que tiene prisa. Sabe bien que el decir "necesito un salón de práctica más alejado porque en esta parte de la universidad hay mucho ruido" solo era una excusa barata que se dio así mismo para que Miya no le encontrara.

Es que Hinata no había podido retener ese sentimiento de desconfianza que se había plantado en su corazón y que de a poco se había echado raíces en su cuerpo, esparciéndose como enredaderas por sus extremidades. En su cabeza aún no podía discernir entre la verdad y la mentira. Entre las confesiones a medias y los secretos ocultos.

Tampoco sabía distinguir entre las palabras que le habían manipulado y los pensamientos propios, porque ya no sabía cuales fueron implantados por una imagen falsa. Quiso engañarse durante más tiempo. Pasó noches en vela, dándole vueltas al asunto, pero entre más profundiza, mientras más juicioso se ponía, más asustado se sentía. Asustado por no conocer a la persona a la que le abrió las puertas de su hogar, de su vida, de sus sentimientos. Al que le confió la vida entera.

Dos toques idénticos a los primeros. Siente un escalofrío recorrerle la espina dorsal. ¿Qué se hace? No se puede hacer nada porque es demasiado inteligente para su gusto. Atsumu es demasiado estratega, lo aprendió después de todas las veces que jugaron HALO en sus días de descanso. No había que pensar mucho para atar cabos y darse cuenta que había ido a esa hora en específico porque Kageyama no estaba. Tobio es un hombre de costumbres, solo había que ponerle un poco de atención para percatarse de eso. Siempre a la misma hora tocaba su puerta para llevarlo hasta su trono. Nadie más le molestaba, nadie más que Yamaguchi se atrevía a acercarse a él, estarían solos y Shoyo no tenía escapatoria.

Se levantó de su silla y dejó el pincel de su delineador sobre el tocador. Torció la boca cuando se tomó de los reposabrazos para darse fuerza así mismo y levantarse. Caminó a paso pesado. Así, lento, como si inconscientemente estuviera alargando el tiempo que le tomaría hacer el recorrido hasta la entrada. Como si de esa manera se fueran a recortar los segundos que Atsumu estaría ahí adentro de su lugar. Faltaban unos 20 minutos antes de que su guardia lo buscara.

Tomó la perilla, se mordió el labio y arrugó el entrecejo. Su corazón latía fuertemente. Quería salir corriendo. Tal vez lo haría si en su puto camerino hubiera alguna jodida ventana. Inhaló profundamente, en un intento vago de darse valor, no lo consiguió. Resignado, sin otra opción más que abrir la puerta, lo hizo.

- Te has tardado. ¿Qué estabas haciendo, Shoyo-kun? - exclamó Atsumu, quien había apartado a Hinata con su sola presencia. Se había metido a la habitación como si de su casa se tratase. No quitó de su rostro esa sonrisa socarrona que tanto le había alegrado las tardes a petite de solaire y a Shoyo también.

- Bueno, es que estaba en el baño. Ya sabes, lavándome las manos y eso. - dijo casual, como si no estuviera mintiendo de nada. Como si no quisiera correrlo de ahí porque aún no podía aclarar sus sentimientos sobre él, como si nada de lo que ha ocurrido el último mes hubiese pasado. Hinata sí estaba seguro de algo y eso era que él también era un mentiroso profesional.

Douce compagnieWhere stories live. Discover now