【𝑼𝒏𝒐】¹

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『 °*• ღ •*°』

Otro día, otra semana, otra mañana, y otra carta rosa, creo que salmón, que se encuentra sobre mi mesa acompañada por una delicada rosa roja, como todos los días. Dejé escapar una sonrisa. Tomé el sobre con cuidado, firmado con un corazón rojo y con una pegatina en forma de fresa que evitaba que su contenido se salga.

¿Cuándo podré conocer a tu parejita? ¡Estos detalles lo hacen ver como alguien tan romántico! —Dijo Mina a mi lado, quitándome la pequeña carta de las manos para verla primero.

No tengo pareja y ni siquiera sé quién o cómo es ¡Y dame eso! —Le quité mi carta de las manos, aunque muy tarde, ya la había leído.

¡Que envidia! ¡¿Por qué nadie puede quererme de esa forma?! ¡Que suerte tienes! —Se llevó las manos a la cara mientras volvía a imaginarse somo sería ella en una relación, es cierto que jamás se enamoró de nadie, pero de todas formas quiere experimentar ese mismo sentimiento y ver por qué es tan "fascinante".

Simplemente no dije nada, me limité a reír por lo bajo. Leí atentamente lo que me decía aquella nota escrita en tinta negra y con una caligrafía tan delicada, mi corazón saltaba de alegría.

«¡Buenos días, senpai! Espero que estés descansando, me he preocupado un poco estas ultimas semanas por tus exámenes (┬┬﹏┬┬) ¡Ojalá que te hayan ido bien! Recuerda mantenerte saludable y no olvides que tienes que comer y beber agua ¡Te quiero mucho, suerte en el examen de hoy y anímate porque es el último! ψ(`∇')ψ » 

Por más sencillas que sean sus palabras, son suficientes como para hacerme sonreír.

Sí, tengo tanta suerte que es y siempre será anónimo y jamás lo descubriré. —Respondí con sarcasmo.

Llevo recibiendo estas cartas provenientes de alguien que se esconde bajo el anonimato desde hace más de un año. En un principio se dirigían a mi directamente con mi apellido, luego con mi nombre, y ahora directamente como senpai; eso me daba la pista de que era alguien de un curso inferior, pero de nada me servía, podía ser cualquiera ya que estoy en el último año, por lo que era yo contra trescientos alumnos. Al inicio caían de mi casillero, pero después parece que se enteró cual era mi salón y mi lugar y ahora las deja en la mesa.

Oye no te quejes ¡Ya todos quisiéramos vivir tu pequeña novela! —Me estiró las mejillas a modo de regaño.

¡No me estaba quejando, suéltame, eso duele! —La alejé un poco y masajeé mi cara, ella solo se reía.

Pero ya en serio —Dejó su mochila sobre la mesa y tomó asiento por fin.— ¿No tienes sospechas de alguien? Porque yo sí que la tengo. —Su tono melodioso del final me confirmó que ya sabía de quién hablaba.

Estás equivocada, no es él. —Me senté a su lado, tomando con cuidado la rosa por el tallo y oliendo sus pétalos perfumados.

¿Y por qué lo dices con tanta seguridad? ¡Claramente es él!

Porque te puedo asegurar que esta ni de broma es su letra, y lo sé porque todos los jueves leo su cuaderno.

¡Pudo haber cambiado la caligrafía para engañarte!

No, las cartas están escritas en cursiva, él escribe en mayúsculas y tacha mucho con el mismo bolígrafo. —Metí la carta dentro de mi agenda y la rosa bajo la mesa para que no se estropee, ya luego la pondré en mi casillero.— Además él mismo me confesó que le cuesta mucho cambiar su caligrafía aunque quisiera, por lo que no es él.

Hay algo muy curioso del ser humano, que quizá no sepas, y es que tiende a mentir mucho para salvarse el pellejo, —Apoyé el codo sobre la mesa y dejé caer el peso de mi cabeza sobre mi muñeca.— no dudo ni por un segundo que él haya hecho lo mismo.

Mina, adoro tu entusiasmo, pero te puedo asegurar que él no es capaz de mentir, cada vez que lo hace le sudan las manos y parpadea mucho, ya lo he visto así.

¡Apuesto mi pizza del desayuno a que es él! —Saltó de repente, asustándome.

¿Desayunaste pizza? —El estómago le va a sacar factura hoy, tiene entrenamiento con las porristas.

¡Ese no es el punto! —Sabe que voy a regañarla por eso.— ¡Si es él, me compras una pizza entera la próxima vez que salgamos!

Quería jugar a las apuestas sea como sea, y como me gusta unirme a sus locuras, seré tan idiota que voy a seguirla.

Hecho. Pero si no es él, me compras el peluche gigante de Totoro. —Si vamos a jugar, que sea a lo grande.

Aceptó mi propuesta con una sonrisa, y sellamos el trato estrechando las manos, ya no había vuelta atrás.

Aizawa llegó al rato, con su mítica cara adormilada y apariencia poco formal, además de su actitud cansada, pero es lo que nos encanta de él, lo caracteriza mucho. La clase comenzó con la misma energía de un lunes, silenciosa y tranquila, y de no ser por Iida o Yaomomo, cualquiera ya se hubiese dado la cabeza contra la frente al caer dormido. No estaba en mis planes que me pasara lo mismo, ya que el sensei da miedo enojado y además hoy es el último examen de este semestre para definir las notas oficiales, por lo que la concentración tenía que estar en lo alto del pináculo.

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¡Senpai! (Kirishima y tu)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant