Érase una vez un día en el que me pediste verte reflejada en uno de mis pensamientos, que mis palabras fueran dardos contra tu tranquilidad. Da escalofríos sólo de pensarlo... No?
Cuando te acuestas por las noches te preguntas si eres el lugar en el que me refugio, te preguntas si eres mi inspiración y no te acabas de creer lo que vives, porque tu ceguera no te deja ver más allá de las fantasías que ilusa de ti sueñas y que el fantasma de tu indecisión se encarga de anular. En esta vida nada es justo. Nada lo es.
Escondida detrás de un teclado, de una pantalla que ilumina tu inseguridad y refleja el miedo de qué te dirá la vida si descubre que ya no le buscas a él. Sé quién eres, el precio de su gloria es tu sufrimiento, ha agotado la ventaja que le diste, y es que cuando no estás sola en tu sufrimiento, nace el amor. Deja de pensar lo difícil que es tu camino y piensa en lo increíble que sería tu historia conmigo...
No hay experiencia que no merezca la pena. Ya no consigue ponerte la piel de gallina ni sus caricias te alteran. De repente, soy el escalofrío que se pasea por tu espalda, la lengua que estremece tu cuello, el caballero que derrota tu cuerpo, quien te hace confundir el norte con el sur y hace infinito tu erotismo. Olvida lo que sientes por él y comienza a disfrutar lo que te mereces. Joder, me muerdo los labios, me contengo y no ataco más a tu sinrazón porque quiero seguir siendo un enigma para tu subconsciente y concentrar toda tu atención en mi.
Mi tono de azul no es el adecuado...? Un poco más? Un poco menos?
