1

24 3 0
                                    

Llueve.

Mis ojos siguen las pequeñas gotas que caen por mi ventana, es apenas una llovizna, nada sin importancia.

Al estar sola en la habitación esperando me ayudaba a centrar mi atención en algo más que preguntarme dónde está mi pareja, a esta hora de la noche, desde que nos conocemos siempre ha sido una persona muy puntual, pero estas dos últimas semanas, cada día llega muy tarde, cuando estoy durmiendo y se marchaba rápidamente luego de decir tengo prisa, ha repetido la misma escena durante 14 días, pero dudar de donde se encuentra ahora mismo, sería una falta de respeto para nuestra relación.

Con la idea fija de esperar que llegue, los minutos se hacen pesados, observo una foto nuestra en su mesita de noche, nos vemos tan felices, nos estamos besando en nuestro primer viaje luego de casarnos. Fue un momento muy espontáneo. Es una de nuestras fotos favoritas.

Recuerdo el momento exacto de la foto, la leve brisa, el sol, el olor a risotto de un restaurante cercano. Recuerdo que estaba tan feliz.

Éramos felices, no tengo ninguna duda ¿Entonces cuando fue que pasamos a esto?

El anillo en mi dedo es como un peso tirando de mí en este instante. Me ahogo con su falta de presencia, en las palabras que tengo por decir.

La última vez que hablamos tenía prisa, sonreía como siempre, pero fue la última vez que sonrío para mí ¿Estará sonriendo a alguien más ahora?

Los celos aumentan olvidándome de que estoy dañando nuestro matrimonio con ridiculeces. Cuando el reloj marca las 12:30 me debato en irme a la cama, una parte de mí quiere hacerlo más que nada, pero me he cansado.

Me he cansado de fingir que está todo bien cuando mis amigos lo preguntan, estoy cansada de llegar a casa y ver sus cosas por toda nuestro hogar, sus dibujos, el desorden que deja a su paso. estoy cansada de sonreír como si todavía fuéramos una pareja feliz.

Ni siquiera estoy pidiendo eso, solo ser una pareja, añoro nuestras charlas en la cocina hasta tarde, las cenas en el sofá, los viernes de películas y los domingo de no salir de casa.

Recuerdo que nos conocimos un martes por la mañana, nos besamos un jueves por la noche, nos casamos un sábado. Pero no recuerdo qué día fue cuando fue nuestro primer beso o la vez en que se alejó. Es como tener un peso extra sobre los hombros todo el tiempo y está empezando a hundirme.

Bebo otro trago de mi té viendo por la ventana queriendo observar el momento exacto en el que llegará. Observó mi ventana, como si fuera un reflejo de mi ánimo, hoy no ha sido un buen presagio, el día ha estado nublado, pero ahora, ahora está lloviendo.

Las gotas caen pesadamente afuera, llueve mucho, me pongo de pie nerviosa, recuerdo enseguida que nunca le ha gustado conducir con este clima, odia ponerse al volante cuando caen unas gotitas y hoy llueve mucho. Tengo que hacer algo.

Cojo la primera chaqueta del armario para cubrirme, los celos, el dolor y lo demás que siento pasan a segundo plano cuando avanzó por el pasillo nerviosa ¿Qué es lo que haré al verle?

No lo sé. 

Bajo las escaleras lentamente tratando de enfocarme en un solo pensamiento, consigo abrir la puerta de casa cuando algo me detiene.

- ¿Ari?

Busco la dueña de la voz confundida, reconozco su voz, pero no entiendo qué hace aquí. 

La observó atentamente un segundo, somos muy parecidas, su cabello castaño está suelto y es mucho más largo que el mío, va vestida como siempre con uno de sus pijamas de postres, pero lleva una bata azul encima.

No busques másWhere stories live. Discover now