supplicate | kokonui

único.

Los días en la vida de Seishu Inui solían transcurrir de una manera relajada y rutinaria. Por las mañanas el joven de cabellos rubios se preparaba un desayuno ligero y emprendía rumbo hacia el gimnasio, a decir verdad, habia faltado mucho en las últimas semanas debido a que estaba en épocas de exámenes finales y con un trabajo de medio tiempo en una tienda de autoservicio el pobre chico apenas tenía tiempo para sí mismo.

Durante el tiempo que estuvo en el gimnasio sudó demasiado aunque no hubiese hecho su rutina completa, aún así sentía que no respiraba bien por la agitación a tal grado de que se estaba sofocando. Para su buena suerte, iba entrando al gimnasio Draken, con quien habia trabajado el semestre pasado en un taller de motos. Draken apenas vió a un Seishu rojo se acercó rápido hacia las bancas en donde estaba sentado para ver si podía ayudarlo en algo.

- Oye bonito, ¿qué tiempo tiene que no entrenas? -preguntó aquel chico alto e imponente de trenza rubia.- No deberías de exigirte demasiado sabiendo que perdiste condición física.-terminó de decir.

-Tsk, solo dejé de venir por tres semanas no es para tanto.-se quejó Seishu luego de beber de aquel suero que llevaba para rehidratarse.-igual ya me iba, no aguanto estar sudado por mucho tiempo.-siguió hablando mientras se secaba con su toalla y acomodaba algunas cosas en su mochila.-nos vemos.

Luego de despedirse con una sonrisa y chocando los puños con su ex compañero de trabajo, Seishu salió rumbo a su departamento tomando un atajo ya que odiaba cruzarse con la gente que entraba temprano a sus trabajos de oficina.

Iba tan sumergido en su mundo escuchando música en sus auriculares que no se dió cuenta de cuando chocó con una persona un poco más alta que él, para cuando reaccionó se escontraba tirado en el piso y con un muy notable enojo en su rostro.

-¿Qué demonios te pasa? Fíjate por donde caminas.-Seishu se encontraba confundido, el sol de la mañana no lo dejaba distinguir a la persona con la que habia chocado así que como pudo se levantó y se disculpó, teniendo como prioridad seguir caminando hacia su departamento.

-¿Inupi? - el de cabellos rubios se paró en seco al escuchar aquel apodo, solamente había una persona que podía llamarlo de esa forma. Al voltear, todas sus dudas encontraron respuestas.

-¿Koko? - preguntó estando más que seguro que se trataba de su amigo de la infancia.- por Dios, ¿eres Hajime Kokonoi? ¿El chico raro que casi vivía en la biblioteca de la escuela?

- Una pregunta a la vez, Inupi.-dijo el chico alto de cabellos negros y gabardina, mostrando en su rostro aquella mueca tan característica de él.-con que retomando el entrenamiento, ¿no? -Kokonoi, quien habia estado siguiendo a Inupi desde pequeños sabía más que nadie que él no era una persona constante en sus proyectos.

- Sí, de hecho iba de regreso hacia mi departamento para tomar una ducha y pasarme la mañana jugando con mi consola, ¿quieres venir? - Inupi siempre se sintió en confianza con Koko y ahora que se habian reencontrado lo mínimo que podía hacer era invitarle algo para pasar tiempo juntos y ponerse al día.

- No veo por qué no, te sigo.

Durante el trayecto a casa de Inupi los chicos iban riendo y contándose anécdotas de lo que habia sido de sus vidas luego de haberse distanciado por sus estudios.

Al estar frente a la puerta Inupi recordó el desorden que habia en su sala así que apenas abrió entró rápido dejando a un Koko muy confundido afuera, esperando a que el rubio le abriera de nuevo la puerta. Nada de eso le sorprendía, de hecho solo confirmaba que los malos hábitos de Inupi seguían presentes y eso solo le hizo soltar una risilla nasal.

- ¿Qué es tan gracioso? - cuestionó Inupi asomándose por la puerta luego de que terminara de levantar un poco su casa.

Koko al ver a su amigo saliendo de detrás de la puerta que antes le habia cerrado en sus narices, se agachó para quedar a su altura y con una de sus manos tomó su mentón para que el más bajo lo viera directamente a los ojos.