Capítulo 1

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Abrió la puerta muy despacio, intentando no hacer ruido, incluso si lo más probable es que la persona a la que no quería molestar no se fuera a dar cuenta de nada. La luz del pasillo iluminó pobremente la habitación, completamente a oscuras y vacía salvo por una figura acurrucada de espaldas en la cama del fondo.

Ray sabía que aquella era la cama de Norman, porque la suya era la que estaba justo a su lado. Y también sabía que era Emma quien estaba allí acostada.

Sus sollozos eran audibles desde la entrada. Ray sabía lo que iba a encontrar allí, pero no pudo evitar sentir como su destrozado corazón se rompía un poquito más, y le costó horrores contener sus propias lágrimas. Pensaba que ya había llorado todo lo que podía llorar la pérdida de Norman. Se había asegurado de llorar todo lo posible antes a solas, para no preocupar a ninguno de sus hermanos, y en especial porque cuando fuera a ver a Emma quería estar lo más entero posible.

Cerró la puerta con cuidado, la oscuridad inundando de nuevo la habitación. Esperó unos instantes a que sus ojos se acostumbraran a la penumbra y luego se acercó hasta la cama del fondo.

Emma tenía la cara enterrada en la almohada, sus sollozos ahogados por el tejido, los hombros temblándole en pequeños espasmos. Tenía la pierna enyesada colocada en una postura rara, le debía estar doliendo horrores.

Desde el otro lado de la cama Ray extendió una mano para tocarle el hombro, para hacerle saber que estaba ahí, que estaba con ella y que ambos se encontraban en la misma situación, pero se encontró sin poder pronunciar palabra alguna. Tenía un nudo en la garganta, y se dio cuenta, con una percepción ajena sobre su propio cuerpo, de que volvía a llorar, las lágrimas le caían silenciosas por las mejillas.

No podía decirle nada. No había nada en realidad que pudiera consolarla, y lo sabía porque no había nada en el mundo que pudiera consolarle a él tampoco. Norman se había ido. Se había ido para siempre.

Le cayeron encima la presión, la tensión y los miedos acumulados durante los últimos once años. Tanto planificar, tanto crear, tanto ingeniárselas y aguantar callado y ver como sus hermanos se dirigían uno a uno hacia la muerte... para nada.

Para al final perder a una de las personas que más quería.

Y pronto perder a la otra, pensó, mirando a Emma, cuyo cuerpo seguía moviéndose espasmódicamente. Porque ya sabían que no había forma. No había solución.

Estaban derrotados. Todos condenados a muerte.

Fue a apretar los puños pero descubrió que no tenía energía para ello. No tenía energía para nada.

Así que se dejó caer con cuidado en el hueco libre que el encogido cuerpo de Emma había dejado en la cama de Norma. Apoyo la cabeza en la almohada. Todos usaban el mismo jabón y la misma colonia, pero el olor de Norman siempre había sido más suave, más pacifico. Aquella paz lo cabreo, sintió la sangre hervir. Podría haberse salvado, incluso si lo hacía él solo. No todo habría sido en vano.

Sabía que era un pensamiento estúpido, pero no pudo contenerlo.

Enterró la cabeza en la almohada, y se acomodó en la cama hasta que su espalda tocó la de Emma. Sintió su cuerpo tensarse ante el contacto, quedarse quieto durante un instante, acompañado de un ruido de papel arrugarse. Ray esperó, esperó que Emma le dijera que se fuera, que lo echara, que le dijera que quería estar sola.

En cambio, sintió como la espalda de Emma se presionaba contra la suya hasta quedar pegadas. El cuerpo de la niña se relajó, y Ray sintió como el suyo también se relajaba.

Emma siguió llorando durante largo rato, ahogando su llanto lo mejor posible, aunque Ray, pegado a ella, podía escucharlo perfectamente. Su propio llanto era silencioso, se mordió el labio hasta hacerlo sangrar, los puños aferrados a la almohada y las lágrimas cayendo sin parar.

Finalmente, el llanto de Emma cesó, su respiración se calmó y su cuerpo se quedó tranquilo. Ray siguió despierto durante un rato más, escuchando la respiración de Emma, las lágrimas secas en las mejillas, hasta que finalmente su cuerpo cedió y se quedó dormido.

En cambio, su mente no paró ni un instante, y cuando despertó horas después, la espalda de Emma todavía presionada contra la suya y su respiración pausada, ya tenía un plan en la cabeza.

Un plan loco y caótico. Porque esta vez no era un plan de escape. Era un plan de venganza.

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La verdad es que aunque llevo con la idea de esta historia en mi cabeza desde hace meses no contaba con escribirla hasta dentro de mucho tiempo, pero el otro día la escritura fluyó de manera natural así que aquí está el primer capítulo justo a tiempo par el RayEmmaDay. Espero que os guste💙!!!

Sleeping next to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora