Capítulo 16

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«Las fantasías son para hacerlas realidad»

Jesse

Había ido a la fiesta de Debbie para hablar con ella y obtener más información sobre Jessica. Y salió de ahí con la compañía de la mismísima Jessica.

No entendía cómo el destino había sido tan benevolente, pero eso no le cohibió de aprovechar cada segundo. Cuando hizo la conexión entre Arizona y Jessica, se dijo que era un estúpido por no haberse dado cuenta antes.

Arizona.

Le había gustado Jessica por su personalidad, sí. No obstante, debía admitir que el hecho de que esa persona fuera la pequeña y preciosa Arizona, lo dejó sin palabras. Anonadado. La realidad superaba la ficción y, en definitiva, todas sus fantasías. Ya le había puesto el ojo en la fiesta; le había parecido bonita y bastante simpática. Lo suficiente como para considerar llevarla a su apartamento esa noche —al menos hasta que le invadió aquel ridículo cargo de consciencia—, y prepararle el desayuno al despertar.

Ahora bien, que ella fuera Jessica...

Suspiró y descansó las manos en los muslos. Ambos se habían quedado en silencio cuando emprendieron camino al centro de Seattle. Joder, había estado a punto de besarla y no había nada más que deseara hacer. En esos últimos minutos lo que hacía era pensar en formas distintas de robarle un beso, o cien. Lo había querido hacer apenas descubrió que ella era Jessica, y desde entonces no había un solo segundo en el que no la imaginara entre sus brazos. Y entre sus labios.

Cuando llegaron a la cafetería que él le indicó, se bajaron sin media palabra. Se dio cuenta de que ella abría la boca varias veces para hablar, pero no se decidía sobre qué decir. No podía juzgarla, él hacía lo mismo.

—Este lugar es agradable —murmuró ella, paseando la mirada por las paredes recubiertas de madera y las lámparas viejas que iluminaban de manera tenue.

Era una de sus cafeterías favoritas y se encontraba prácticamente oculta; no había un cartel fuera del local ni nada que le identificara. Quienes llegaban allí, lo hacían por recomendación de gente que lo había descubierto.

—Sí. Lo bueno es que no lo conocen muchas personas, es difícil encontrarlo.

—¿Has tenido citas secretas aquí? —preguntó, divertida. Enarcó una ceja y la curvatura de su labio le hizo lucir todavía más guapa.

—Esta es la primera.

Las mejillas se Arizona se enrojecieron y Jesse vio casi en cámara lenta cómo su expresión pasaba de la diversión a la sorpresa en menos de dos segundos. No pudo evitar reírse.

—Es broma —añadió—. Te dije que era una salida de amigos y nada más.

—Claro, claro —contestó, escondiendo un mechón de su brillante pelo castaño detrás de la oreja.

Aún no identificaba si ella lo veía como un amigo de verdad —lo cual sería una barbaridad— o si solo le estaba siguiendo la corriente. Porque para Jesse ellos dos no eran amigos, es que ni cerca de serlo. Ambos se habían dado placer mutuamente, él la había escuchado gemir del otro lado de la línea y hasta la había hecho acabar —por no mencionar todas las ocasiones en las que se corrió gracias a ella—, y ambos habían declarado que existía una química entre ellos.

«Amigos mis cojones», se dijo.

Después de pedirse cada uno un café y un budín, se sentaron en un sillón ubicado en el rincón más lejano de la cafetería. Cuando la tuvo su lado, hizo un intento sobrehumano en no bajar la mirada a las piernas que aquel vestido no se molestaba en ocultar. Suspiró, llenándose de autocontrol para no invitarla a su casa ahí mismo.

Al otro lado de la línea [+18] ✓Where stories live. Discover now