Capítulo 18

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Capítulo 2/3 del día❤


Arizona

Aquella mañana, el clima mimetizó el humor de Arizona. Las nubes grisáceas cubrían Seattle por completo y amenazaban con una lluvia torrencial que, por suerte, aún no llegaba. Todo el ambiente le resultó monocromático y lúgubre, prediciendo lo que su corazón ya sabía que sucedería.

Se sentía como una persona que asistía a un hospital para despedirse de un ser querido: con esperanzas de que ese no fuera el adiós, con ganas de una última oportunidad para hacerlo mejor, pero consciente de que ya era muy tarde para arrepentimientos.

Salió de su edificio y guardó las manos en su abrigo. El frío no se hizo esperar. Al mismo tiempo prefería una temperatura baja, tal vez esa incomodidad física podría camuflar la incomodidad interna y las ganas que tenía de huir para no afrontar lo que venía.

Allí lo vio. Adam estaba esperándola en la base de las escaleras que daban con aquel edificio antiguo. Estaba concentrado en algún pensamiento mientras escondía sus manos en aquel grueso abrigo oscuro. La brisa helada le despeinaba un poco, haciéndole lucir aún más apuesto.

El pecho se le comprimió cuando él se giró para mirarla y le sonrió. No estaba completamente decidida a terminar su relación con Adam; en realidad, una parte de ella quería encontrar motivos de fuerza para quedarse a su lado. Le costaba pensar que todos los meses a su lado se irían al traste por... ¿Una confusión? No, Jesse era más que eso. ¿Mentiras, quizá? Las mejores relaciones sobrevivían a engaños más fuertes que el que ella había cometido.

Suspiró. Ya vería cómo saldría aquello. De momento tenía que concentrarse en dar un paso tras otro. Poco a poco resolvería su situación sentimental. Tal y como decía su canción favorita «nadie dijo que sería fácil, aunque nadie dijo que sería tan difícil».

—Ya puedo decir que mi mañana está completa —murmuró Adam, tomándola por las mejillas y depositándole un beso lento y suave en los labios. Ella se dejó llevar, sintiendo aquel clásico cosquilleo en el estómago.

—Buenos días —susurró Arizona sin poder ocultar una sonrisa.

Toda la molestia que había sentido y las ganas de tomarse un tiempo desaparecieron. Solo estaba él, su altura, sus ojos castaños, su pelo revuelto, su fragancia tan imponente.

Apenas habían vuelto a hablar después de que Adam terminó la llamada el día anterior. Él le escribió pocas veces más: para decirle cuando estaba saliendo de Albuquerque, cuando llegó a Seattle, la hora a la que la recogería frente a su edificio, y cuando finalmente estuvo abajo. En todas esas ocasiones ella aprovechó para mostrarse distante, sin embargo, aquello parecía haberse desvanecido para los dos.

Hasta que Adam pareció recordarlo.

—Ari, sobre lo de ayer...

—Ya no estoy molesta —lo interrumpió sin ser tajante—. Me gusta que estés aquí, solo necesitaba verte. Aunque también hay cosas sobre las que quiero hablarte.

—Bien, yo también quiero habar sobre una cosa en particular —contestó, lo cual encendió todas las alertas de Ari. Por un momento imaginó que ya él sabía lo de LoveLine, sin embargo, se recordó que no había manera de que lo supiera—. ¿Vamos a desayunar?

—S-Sí —tartamudeó y asintió, nerviosa.

Caminaron hasta el coche que había rentado Adam ese día. En el trayecto conversaron sobre trivialidades, como las cosas que habían hecho los últimos días. Arizona le contó que había asistido a la fiesta de Debbie, aunque no hizo énfasis en que allí conoció en persona al chico que también le robaba los suspiros. Por su parte, Adam le habló sobre las charlas y conferencias que había dado así como las ciudades en las que se había quedado. Nada fuera de lo usual.

Al otro lado de la línea [EN PAPEL] [+18] ✓Where stories live. Discover now