Capítulo 22

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Capítulo 2/2 del día.

Arizona

El olor a tocino fue lo que le despertó los sentidos. Su primera reacción fue gruñir por tener que despertarse tan temprano. Ni siquiera sabía qué hora era, pero apostaba a que seguro le quedaban algunos minutos más de sueño antes de que se sintiera culpable por dormir demasiado.

Lo siguiente que le gruñó fue el estómago. No iba a negar que el olor era exquisito y el hambre se le despertó. Lo curioso era que Mandy no era de las que cocinaban tocino a menos que fuera una ocasión especial. Así que cuando fue haciéndose consciente de lo que estaba sucediendo, se levantó de golpe, hecho que le causó un mareo infernal.

La sábana se le cayó, descubriendo su desnudez. No estaba acostumbrada a dormir sin ropa a menos que Adam se quedara en casa. Solo que la noche anterior se había quedado otra persona. La misma persona que estaba preparando tocino la mañana del veinticinco de diciembre.

¿Había muerto y se había ganado el paraíso?

Arizona se levantó de la cama con las piernas un poco temblorosas; habían hecho el amor tantas veces aquella noche, que no supo si sería capaz de volver a hacerlo ese día. Necesitaba descansar un poco, no había tenido una jornada de sexo tan intensa desde hacía mucho tiempo.

Sacó de su clóset unas bragas cómodas y grandes, nada provocativas ni sexys. En su defensa, ya Jesse estaba lo suficientemente impresionado con su desempeño sexual —no paró de repetirle en toda la noche que ella era el mejor polvo de su vida— por lo que podía darse el lujo de andar por la casa con bragas rotas si le daba la gana y él se excitaría igual. Además, era Navidad. En Navidad las personas pasaban el día con ropa cómoda, comiendo las sobras del día anterior, y viendo películas sobre animales que hablan. O el típico maratón de Harry Potter. Se colocó una sudadera y salió así de la habitación, con las piernas descubiertas por completo.

Sonrió al verlo en la cocina, concentrado en lo que estaba preparando. No tenía idea de que supiera cocinar, así que le sumó puntos. Además, que le hiciera el desayuno aun cuando Arizona era la anfitriona, le sumaba más puntos todavía.

—Buenos días —dijo.

Jesse se giró y le dedicó una sonrisa matutina que hizo que su corazón saltara un latido.

—Estaba empezando a preocuparme. Pensé que tanto sexo te había matado.

—¿Qué hora es?

Miró hacia la ventana pero el día estaba tan nublado que fue difícil distinguir la hora. Jesse sirvió en dos platos el tocino y el huevo revuelto, luego se apresuró a sacar rodajas de pan que había puesto en el horno. Cuando todo estuvo listo, se acercó a ella y le dio un corto beso en los labios.

—Ya es casi mediodía, bella durmiente.

—¡¿De verdad?! —saltó, buscando su móvil por todos lados—. Mandy me avisó ayer que regresaba temprano a casa.

—Si quieres, podemos desayunar rápido y luego me voy. Así no tienes que pasar por un momento incómodo.

El momento incómodo lo pasaría él. Mandy se regresaba temprano porque quería adelantar en casa algunas cosas de trabajo, aunque Arizona sabía que una partecita de ella solo quería conocer al misterioso Jesse. Por más que Ari le había dicho que era posible que él no pasara la noche allí, su mejor amiga parecía convencida de lo contrario. Y había tenido razón.

La cuestión era que el hecho de que Jesse y Mandy se conocieran solo le daba un toque de formalidad a su relación. Al menos para ella era así. No sabía si él quería dar un paso como aquel, o si ella estaba preparada para eso. Por otro lado, a Mandy le daba igual, de todas formas nunca toleró del todo a Adam y estaba más que feliz que ella pudiera darle una oportunidad a Jesse.

Al otro lado de la línea [EN PAPEL] [+18] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora