Todo de mí...

458 37 14
                                    

— Págame todo el tiempo que regalé a un amor que nunca me cedió la misma intensidad de lo que yo, me forcé a dar. Sólo eso pido —

Mis pensamientos aturdidos, confundidos entre lo jodido que ha sido todo desde que me encerraste sin salida en tu laberinto de locura, el cerebro y el miocardio se despedazan entre sí para entender lo que me ahoga, lo que convulsiona a mi quebrada alma.

Peter se acerca a mí; con toda esa seguridad que lo hizo actuar desmedido, un maldito enfermo que beberá hasta la última gota de mis lágrimas amargas por el dolor ya sea por la buenas o por las malas, tomará cada susurro y cada palabra para él para poder sentirse lleno de mí aunque tenga que arrancarlas a costa de mi voluntad, me arrebatará cada suspiro hasta el último aliento que escale mi garganta para poder sentirse totalmente el dueño de mi ser y rasgará mi entrañas para no poder ser de nadie más.

Lo observo sigiloso, arrodillándose a la patética cosa que queda de la persona que era, me abraza con su versión podrida de lo que es el amor y mis lágrimas brotan danzantes y temerosas, delineando con caricias suaves mi rostro hasta perderse en algún lugar del suelo y mezclarse entre el polvo y la sangre seca.

Mentiría con la más dulce hipocresía y el descaro más puro si negara qué, siempre serás el dolor más exquisito que ha roto cada parte de mí alma y puso en una balanza de cristal; aquello de estabilidad mental que sobrevivió a tu asquerosa e insana demencia.

Me orillaste a maldecirte y escribir una y mil veces mi desesperada huida en intentos de poesías que al leerla, cale hasta la última fibra de tu pútrido corazón y me haga cuestionar si realmente vale la pena seguir adelante con el propósito de intentar amarte.

Entonces miró sonriendo al ocaso, consciente de que el viento del anochecer llevarían entre sus brisas tibias, las palabras que le dediqué en aquel momento más incongruente de mi cordura. Aún sigo asimilando si lo que mi terco corazón siente es amor o simplemente una ilógica autodependencia a tu desinterés por mi bienestar.

Sigo esperando la respuesta del destino de qué hubiera pasado si cuando rompiste lo poco que quedaba de mí, me hubiera alejado sin mirar a la aurora. ¿Me hubiera terminado de perder a mí misma o hubiera encontrado la respuesta a mi anhelo? ¿Habrías encontrado otro lucero en ese cielo frío o seguirías buscando sin descanso a tu estrella rota en tu constelación infinita?

Sigo matando a mi cerebro rememorando el desastre, una y otra vez de forma constante, de forma insana y desgarradora hasta colapsar en lo enfermo de lo cotidiano. Sigues apagándome en suplicio, sigues consumiéndome en dolor agonizante, sigues rasgando mi alma en golpes verbales, desgarrando lo que queda de mi fuerza y quebrando lo poco que tengo de cordura.

¿Acaso quieres despedazarme a voluntad?¿Hasta cuando alcanzaras tu nivel más alto de satisfacción?¿Será cuando ya no pueda repararme, cuando ya no pueda levantarme y huir de aquel que me está halando a la psicosis?

Supongo que sólo esperas que mi propio dolor acabe conmigo lentamente, me dejas ahogándome en mis pozos mentales para no culparte a ti mismo, de lo que estás provocando con cada acto egoísta y que no seas tú el verdugo de mi corazón moribundo.

Sólo puedo abrazarte entre la oscuridad que nos consume pues la reciente pierna removida aún cala y aceptar lo que tanto le forzaste a mi sentimientos, me termina de matar en total dolor.

— Te amo, Peter...—

Los zafiros en tu mirada se abren en sorpresa por un momento, para después cerrarlos y sonreír radiante pues, habías logrado lo que tanto deseabas y que tanto peleaste, habías obtenido lo único que quedaba de mí y eso era mi amor.

— ...Y es por este amor, que debo liberarnos a ambos de la maldición que provocó el amarnos, nuestro amor nos hizo esto, nos pudrió en algo asqueroso y es mejor extirparlo para dejar de dañarnos tanto—

Y con estas palabras, Peter me apretó más hacia su pecho y en silencio aceptó la segunda puñalada que le propine, sólo sintiendo lo caliente del líquido carmesí que se deslizaba de su espalda y se diluía con lo cálido de mis brazos rodeándole con fuerza... Tan sólo sonriendo por el último acto de amor que le dedico en nuestra extraña forma de querernos...

Insane LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora