Capítulo 30

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Arizona

El corazón le latía a mil por hora. ¿En algún momento se acostumbraría?

Era incluso irrisorio que se pusiera nerviosa por ver a Jesse cuando se habían comido el uno al otro varias veces y se conocían más de lo que estaba dispuesta a admitir.

Caminó por el aeropuerto con su maleta y tragó con fuerza cuando lo vio. Estaba con las manos en los bolsillos de un pantalón desgastado y un suéter oscuro que parecía cómodo y calentito. Su cabello rubio se encontraba despeinado y sus ojos azules paseaban por un grupo familiar que se reencontraba cerca de él, entre lágrimas y abrazos. Arizona no supo por qué lució tan interesado en ellos, aunque encontró tierna su expresión.

Cuando estuvo a pocos metros de él, Jesse se giró en su dirección, como si hubiera hecho conexión con su presencia. La miró de arriba abajo con lentitud mientras ella daba un paso tras otro con las piernas temblorosas. La última vez que habían estado frente a frente, ella le había dicho que necesitaba tiempo, recién había descubierto lo de Adam. Y ahora... Lo único que añoraba era fundirse en sus labios.

—¿Qué me trajiste? —preguntó Jesse cuando ella estuvo cerca.

Ari enarcó una ceja, confundida.

—Ya sabes, la gente cuando viaja suele regresar con regalos —añadió Jesse, con una sonrisa juguetona y robándole a Ari su maleta para que no cargara con ella—. Tu rostro lleno de culpa delata que no me compraste nada. ¿Acaso soy solo tu juguete sexual, Arizona?

Lo preguntó en un tono tan picarón que ella soltó una risita nerviosa.

—Lo siento, de verdad. —Hizo un puchero, aunque sus disculpas eran sinceras—. No considero que visitar a mis padres sean vacaciones. Sería raro porque crecí allí. La próxima vez te prometo que...

—Me estoy metiendo contigo, boba. —Le guiñó un ojo, dio un paso hacia ella y puso una mano en la parte baja de su espalda.

Ari suspiró al sentirlo así de cerca. Era como si todo encajara y el mundo se hiciera más iluminado, alegre, bonito. Se concentró en la tierna sonrisa de Jesse y en cómo sus ojos azules la contemplaban con ese cariño que no sabía cómo demonios se había ganado desde el principio pero que siempre había estado ahí.

—¿«Boba»? —Enarcó una ceja, divertida—. Me parece que la confianza está llegando a límites estratosféricos.

—¿Y eso es malo? —susurró con voz grave y casi en un ronroneo, rozando la nariz con la suya.

Todo el cuerpo de Arizona se estremeció.

—S-sí... ¿No? —Tragó con fuerza y exhaló el aire que estaba conteniendo—. ¿Cuál era la pregunta?

Jesse se rio y se separó, lo cual la hizo quejarse para sus adentros. De haber sido por ella, lo habría besado en ese instante y hasta habría aceptado mil cosas más sin que le interesara que estuvieran en público. De todas formas, agradeció que él le diera un poco de espacio para respirar.

Caminaron en dirección al estacionamiento mientras él le preguntaba por su viaje. Ari terminó de relatarle todo lo sucedido con su familia y sus expectativas sobre la reunión que tenía con la hija de Walter. Una vez que ambos estuvieron dentro del coche de Jesse y este encendió la calefacción, ella le sonrió.

—Gracias —musitó—. La oportunidad que tengo con Rachel no la hubiera obtenido de no ser por ti.

Él negó con la cabeza.

—Te hubiera llegado algo así tarde o temprano. Tienes talento para crear y carisma para atraer a gente que quiera invertir en tus creaciones. Lo único que necesitas es un poquito más de confianza en ti misma.

Al otro lado de la línea [EN PAPEL] [+18] ✓Where stories live. Discover now