dream lantern

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El niño no recuerda en que momento fue
consciente de que alguien lo observaba. No podía dar una fecha exacta, solo un día estaba ahí y, hasta el día de hoy, jamás se fue.

Quizás desde que nació alguien siempre lo estaba mirando.

Para el niño de cabellos rosados, lo que sea que lo estaba viendo, apareció un día sin más. No había explicación lógica, solo el sentimiento de saber que algo controlaba todos sus movimientos, no lo perdía de vista ni por un segundo.

Un día, le dice a su madre sobre aquello. Ella solo sonríe, creyendo en que está en la etapa de los amigos imaginarios.

-Oh cariño, deben ser los amigos que crea tu mente.

-... Pero mi amigo jamás me ha hablado y siempre me observa- responde, mirando hacia atrás, donde sabe que la sombra negra está de pie, observando su interacción.

La sonrisa de su madre decae un poco pero luego vuelve a retomarse. - Entonces, es el ángel de la guarda que Dios escogió para ti- su voz es alegre, llena de positivismo. El niño recuerda que su madre usa ese tono cada vez que su padre hace algo malo.

Yuuji se preguntó si Dios quería torturarlo hasta morir debido al insomnio.

La sombra no lo deja dormir, siempre que se despierta a la madrugada, puede visualizarla al final de su cama de pie, viéndolo dormir.

- Dios es cruel- murmura Yuuji en un puchero.

Su madre lo mira horrorizada. - ¡Itadori Yuuji!- lo reprende.

El niño de cabellos rosas se va sin decir nada, la figura oscura no duda en seguir su paso.

Itadori se detiene en el pasillo, antes de llegar a su habitación, y lo mira. - ¿Al menos eres de alguna utilidad?

La sombra parece sorprendida por un momento, deteniéndose a la par del niño, es la primera vez que le habla sin gritarle que se esfumara. Su figura parpadea por varios segundos y Yuuji lo asoció a su viejo televisor que siempre titilaba cuando estaba agarrando señal.

Yuuji, por primera vez, se rió de la sombra.

Un segundo después, la silueta desapareció como si se hubiese ofendido.

El pequeño se encoge de hombros y decide ir con su papá.

Entonces, el pequeño busca consuelo en su padre sobre su situación, contándole sobre el Señor Tenebroso. Su papá, es un hombre práctico y no se anda con rodeos cuando le dice: -Eso está todo en tu cabeza- hace una pausa. - Dile a tu mamá que te lleve a terapia.

Siendo sincero, se siente un poco decepcionado con las respuestas de sus padres.

La conclusión a la que llega, a su corta edad, es que nadie le cree que, incluso en ese momento, puede sentir la penetrante mirada de lo que sea que lo observa.

Aunque no puede ver la silueta de Señor Tenebroso, sabe que está ahí, puede sentirlo.

Un escalofrío lo recorre de pies a cabeza.

Debería pensar en maneras de espantar a la sombra antes de que se lo coma.







𝐘𝐎𝐔 𝐀𝐋𝐋 𝐎𝐕𝐄𝐑 𝐌𝐄 | 𝐺𝑂𝑌𝑈𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora