Parte única

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Sus dedos tamborileaban sobre el descanso de la silla, mientras oía el tic tac del reloj que parecía ser eterno. Deseaba salir de ese lugar con locura, deseaba llevar a sus labios aquel tubo de insalubre placer, sin embargo le había prometido a su madre antes de morir que dejaría aquel vicio ¿Quién lo había mandado a jurar eliminar el único hábito que no podía romper?

No era que Louis no lo intentase, realmente había probado de todo: la terapia de reemplazo lo hacía sentir enfermo, masticar cosas le daba incluso más ansiedad, intentar despejarse con actividad física lo llevaba a fumar incluso más, si perdía en el fútbol fumaba y si ganaba también lo hacía para celebrar. Parecía simplemente que no podría deshacerse de ello jamás, por esa razón se hallaba allí, en un grupo de apoyo para fumadores.

Se sentía patético, incluso si comprendía que no era saludable su estilo de vida, no sentía que ese era un lugar para él, no le importaba nada de lo que esa gente tuviese que decir y no le gustaba ser tratado como si fuese alguien que tuviera un problema; pero por sobre todo estaba aquella molesta sensación de ser observado por alguien. Incluso si no distinguía quien era que lo miraba con tanta insistencia, la sensación no le era nada agradable.

En un punto decidió dejarlo todo, compró una cajetilla en una máquina expendedora y salió a la azotea del edificio a disfrutar de su gusto culposo.

—No se supone que deberías estar haciendo eso. — una voz ronca pero sensual resonó a sus espaldas, sin embargo el castaño realmente lo que menos quería era socializar.

— ¿Y a ti qué más te da?— respondió sin siquiera voltear, aspirando el vaho del cigarro y sumiéndose en el éxtasis de por fin tener lo que su cuerpo pedía luego de una larga abstinencia.

—Hay muchas razones por las cuales la gente fracasa en dejarlo, parece que no estás considerando bien aquello que te empuja a fumar.

— ¿Acaso eres un consejero?

— ¿Te parece que lo soy? — dijo el hombre posando coquetamente a su lado, era alto, su cabello rizado le llegaba a los hombros y llevaba puesto una camisa floreada ligeramente transparente, el ojiazul lo miró de arriba a abajo, incapaz de escapar a su hipnotizante figura. El joven le sonrió de forma burlona mostrando los hoyuelos en su rostro. — ¿Es tan fácil dejarte sin palabras? — añadió socarrón, mientras se llevaba un chupete a la boca de forma sugerente.

El más bajito negó con la cabeza con una sonrisa en sus labios, ante el descaro de semejante personaje. Se acercó a él mirándolo con lujuria —Tal vez debería probar tu método —dijo quitándole aquel dulce, antes de pasar la punta de su lengua contorneando la paleta mientras miraba al sujeto directamente a los ojos. El rizado soltó un leve jadeo, podía verse la excitación en su cara y Louis se lanzó a besar aquellos labios rojos, carnosos e invitantes.

Sus manos viajaron por la cintura del más alto estrechándolo contra sí, mientras su lengua exploraba la cavidad ajena. El de ojos verdes hundió sus finos dedos en el cabello lacio de Louis profundizando el beso, volviéndolo lo más ardiente.

Sus bocas danzaban perdidas en aquel frenesí erótico, pidiendo más, deseando más. Molían sus caderas contra el otro lascivamente, provocativamente, ambos sabían lo que querían.

—Ven conmigo — el más alto susurró con urgencia y Louis no se haría de rogar, esa sesión de besos lo había dejado completamente duro y también a su acompañante.

No estaban dispuestos a mantener el control por mucho, así que fueron al hotel más cercano, una vez adentrados en la intimidad de la habitación dejaron de contenerse, sus caricias se volvieron más profundas y lascivas, los sonidos que emitían más obscenos.

NicotineWhere stories live. Discover now