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Aunque mis pies pudieran llevarme lejos.

Resumen: Erik sabe que Charles es su mayor punto débil para su hermandad, porque lo conoce demasiado bien, por lo que decide hacerlo prisionero para evitar matarlo, como pretende Emma Frost.

Advertencias: Secuestro, +18, un Erik bastante toxico, un Charles algo cegado quizás. Lee bajo tu propio riesgo.

N/a: Originalmente esto era un one-shot, pero era demasiado largo así que lo dividí en cuatro partes que subiré a la vez. ¡Espero que les guste!

Parte 1.

Aunque no estaba muy seguro de su propósito, Charles llevaba una cuenta de los días que pasaban desde que habia sido encerrado en ese horrible sótano, en contra de sus deseos y abandonado allí a su suerte, excepto cuando Erik se dignaba a llevarle una bandeja con insulsa y fría comida, pero que al menos lo mantenía vivo.

Para ser justos, Erik no habia sido tan condenadamente bruto como la mayoría de sus enemigos esperaría del gran Magneto a la hora de secuestrar a Charles.

La hermandad de Erik llevaba un largo tiempo siendo interceptada por los pacifistas alumnos de Charles, liderados por Hank generalmente, dado que Charles habia perdido la movilidad en las piernas. Era casi como si pudieran prevenir sus movimientos; allí donde fueran, los esperaban. Y nunca los enfrentaban, pero solían conseguir resolver el caos que ellos intentasen ocasionar de forma pacífica.

Decir que Erik montaba la cólera era poco. Después de que la Hermandad fuera detenida tras intentar interrumpir por la fuerza una marcha de humanos anti-mutantes por Hank, con los miembros del equipo más antiguos, como Sean y Raven y otras nuevas incorporaciones, como un chico que disparaba laser por los ojos. Después de que Emma Frost le diera las malas a Erik, este redujo a trocitos de metal la mesa de metal que tuvo la mala suerte de estar en la habitación.

—Es como si pudieran predecir nuestros movimientos—Farfullo Erik, incrédulo, haciendo que los trozos de polvo recuperaran su forma original, únicamente para descargar su puño contra la mesa. Sus ojos destilaban rabia.

—Nuestros movimientos no—Emma no lucia sorprendida por su personalidad arisca. En los meses que llevaban trabajando juntos habia visto suficientes ataques de ira de Erik como para no sorprenderse—. Tus movimientos.

— ¿Estás diciendo que soy predecible?—La mirada de Erik se clavo en la mujer, perforándola con tal enojo bullendo en sus ojos que cualquier otra persona hubiera retrocedido. Emma Frost no era cualquier persona, sin embargo y le sostuvo la mirada con valentía.

—No predecible, al menos no para cualquiera. Ni siquiera yo soy capaz de entenderte completamente y se supone que soy tu segunda al mando. Pero tú cometiste un grave error al dejar que alguien del bando enemigo se volviera tan cercano a ti, dejándolo ver todas tus jugadas. Si, hablo de ese telepata, Xavier. Se torno tu debilidad.

Erik tuvo la decencia de cerrar la boca, que se le habia abierto mientras Emma le soltaba todo eso sin parpadear, como si no corriera el riesgo de que el gran magneto lanzara todo el metal de la base sobre ella.

—P-pero Charles no era mi enemigo. El escogió no unirse a mi cuando pudo... ¡¿Y cómo demonios iba a saber yo que lideraríamos bandos diferentes?! ¡Solo era un sujeto inteligente con el que jugaba ajedrez!

—Y un día dejo de ser ese sujeto inteligente con el que jugaba al ajedrez. Se volvió tu amigo, un amigo que sabe cuáles son tus puntos débiles y como aprovecharlos, además de que estamos hablando de un telepata. Puede que Xavier presuma de no hurgar sin permiso en otras mentes, pero aun así, los telepatas no siempre tenemos opción. Los pensamientos que están demasiado cerca de la superficie son como gritos. Eso significa que estas en desventaja junto a él. Debe conocerte mejor que tú mismo.

Aunque mis pies pudieran llevarme lejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora