1 - Gringotts

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Harry tiene su primer acercamiento al mundo mágico en Gringotts, donde conoce a su administrador y descubre que tiene dinero.

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Harry estuvo secretamente complacido cuando descubrió tener razón sobre no ser el único mago en el mundo. Había estado realmente ansioso de conocer esta sociedad diferente y esperaba grandes cosas de ella. Se lamentaba no tener más información, pero no sé atrevería a intentar leer la mente de una bruja adulta probablemente entrenada. Eso armaría un drama y mantener la mayor cantidad de habilidades ocultas le brindaría el factor sorpresa. La semana anterior Mcgonagall había hablado acerca de su gran hazaña hace diez años y su fama por ello. Harry estaba escéptico en relación a qué un bebé de un año y unos pocos meses de vida derrotara al Señor Oscuro más grande de la historia moderna, era imposible. Además de sobrevivir a una imperdonable o lo que fuera que significara eso.

Había estado esperando a la mujer sentado en el porche de su casa. Se había vestido con unos jeans azules, unas zapatillas blancas y una camiseta blanca junto a una chaqueta negra con capucha. Su rostro estaba oculto por una gorra genérica y sobre ella la capucha, como le había manifestado la mujer mayor. Había esperado paciente durante al menos quince minutos antes de que Minerva se acercara por la esquina.

—Buenos días Señor Potter —dijo ella y saludó con una sonrisa.

—Hola profesora —él devolvió.

—¿Estás listo? —preguntó la mujer y recibió el asentimiento esperado, ella mantuvo su sonrisa en respuesta, luego agitó su varita entonando—. Autobús del Caballero.

Unos segundos después Harry vio maravillado como un bus inglés de tres pisos de altura y un color azul muy diferente al rojo apareció a una velocidad vertiginosa. Observó a la profesora pagar al sujeto con unas monedas plateadas. Era presumiblemente plata, aunque eso sería estereotipar demasiado al juego de aventuras promedio. Se subieron y Harry esperaba un viaje divertido.

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El autobús era definitivamente una experiencia que Harry preferiría no volver a repetir, nunca. Ser exprimido cuando quiso pasar autos, sentir la inercia y luego la energía cinética que se transmitió a él y lo llevó a estamparse contra el cristal frontal del vehículo cuando hubo una gran frenada. La profesora mantuvo su expresión amable, pero Harry pudo jurar que había visto diversión en su rostro.

Por lo que pudo deducir, estuvieron más que unos pocos kilómetros al sur de la casa de los Conners. Pararon frente al único edificio que parecía detenido en el tiempo y entraron, Harry había leído antes en el cartel de la puerta 'Caldero Chorreante'. Era un pub, tenía sus mesones de madera en el centro, una barra, cajas en el suelo con diversas cosas y otras cosas más que no eran dignas de mencionar. A excepción, claro, de la escoba que parecía barrer el pub de un lado al otro por sí sola.

Algunas cejas fueron levantadas a su persona, Harry no lo notó o lo ignoró deliberadamente. Salieron a la parte trasera y Harry pudo ver una gigantesca pared de ladrillos. Eso debía ser mágico, no se veía desde afuera del pub.

—Preste atención Señor Potter —dijo ella, y la mirada de Harry fue repentinamente capitalizada por la maestra. Ella usó su varita y tocó tres ladrillos diferentes y en un orden específico—. Esa es la clave de entrada al Callejón Diagon.

Los ladrillos empezaron a moverse y a unirse en la pared, en unos instantes una puerta de casi dos metros de ancho y cuatro de alto se abrió.

Si no fuera por las diversas y extravagantes túnicas que todos llevaban, Harry habría pensado que habían retrocedido en el tiempo. El callejón en sí presentaba un camino empedrado que era demasiado estrecho para ser moderno y una variedad de edificios igualmente pequeños que vendían todo tipo de cosas extrañas.

El Camino del HechiceroWhere stories live. Discover now