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El deseo junto con la sed de venganza y hacer justicia por la muerte de su familia lo llevó hasta lugares bastante bajos, hablando tanto metafórica como literalmente.

Tras meses de investigación el alfa dio con la organización de Hydra. Ellos tenían el arma que necesitaba para destruir a los vengadores, tenían al soldado del invierno.

La infiltración en la base gracias a astuta mente fue fácil, también está de más decir que su historial en Eko Scorpion ayudó un poco.

Pasó cerca de año y medio para lograr que ellos le tuvieran la confianza suficiente.

Pero el día que vio al soldado del invierno se llevó una gran sorpresa.

-¿Es un omega?- Pregunto algo decepcionado.

-Que no te engañé su casta, su letalidad es excepcional- El soldado camino hasta el castaño que se encontraba encadenado- Te advierto, si te quieres divertir con no le saques el bozal, mira que ya mató algunos estúpidos, las feromonas alfas no lo hacen dócil del todo. No podemos usa las palabras de mando siempre, ya que si se usan seguido su cerebro hace una especie de corto circuito y hay que reiniciarlo.

-¿Divertir?- Creyó comprender, pero preferiría confirmarlo.

-Somos muchos Alfas, y él es uno de los pocos Omegas. Sé que me entiendes.

Helmut fingió que no se le revolvió el estómago al escuchar las palabras que salieron de su boca.

Tomó al omega de manera firme por el cabello para que levantara la cabeza- Además míralo, el desgraciado es bastante atractivo- Un gruñido profundo resonó- A mí no me gruña- Lo soltó para darle un puñetazo-¿Quieres que te enseñe tu lugar nuevamente?- Obtuvo un gruñido más bajo en respuesta- Eso pensé.

-Sí, tiene algo de atractivo, ¿Pero quién lo mordió?- No pudo evitar preguntar tras ver su cuello.

-Nadie sabe, la tenía cuando lo encontraron décadas atrás, su Alfa debe estar muerto- Zemo asintió.

Tras ese día Helmut prosiguió con su plan, el siguiente paso era conseguir el libro rojo, ya que tenía las palabras de mando. Sonaba tan simple, pero Hydra resguardaba el libro como si tuvieran el secreto del universo escrito. Falló un par de veces así que para no ser descubierto se limitó a esperar que ellos mismo activarán al soldado.

Muy atento memorizo cada una de las diez palabras que utilizaron para activar a su asesino predilecto. Vio claramente como la mirada del soldado cambió al oír la última palabra, incluso sus ojos parecieron oscurecerse. Desde ese momento supo que su venganza sería un éxito.

Fue una madrugada cuando decidió escabullirse. Persuadió al guardia para entrar a la habitación, todo estaba calculado, al fin tendría justicia por la muerte de su familia.

Pero cada parte siguiente del plan se esfumó de su cerebro.

-Esos animales- Murmuró tras ver la espantosa imagen frente a él.

El omega se encontraba tirado el suelo boca abajo y tembloroso, mientras hacía sonidos de animales heridos. Tenía mordidas, marcas de mano y sangre corriendo entre las piernas.

A penas puso un pie en la habitación y el omega se puso a la defensiva, aun así se acercó, a cada paso que daba, Winter se arrastraba más a la pared pues sus piernas no parecían funcionar debido al dolor.

Miró al ojiazul -Anhelo, oxidado, diecisiete, amanecer- El omega se tapó sus oídos mientras se retorcía- Horno, nueve, benigno, regreso a casa, uno, vagón de carga- Es la única forma se dio mentalmente el Barón antes de continuar- Me sacaras con vida de aquí, esa es tu misión.

Recompensa de una venganza Where stories live. Discover now