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Todo era perfecto. 

El sol brillaba como nunca antes, las avecillas que pasaban entonaban dulces y armoniosas melodías, las hojas de los árboles danzaban con gracia y las risas de los niños iban disminuyendo gradualmente; pronto caería la noche, las estrellas decorarían en cielo junto a la inmensa luna amarillenta. Las brisas cálidas del día pronto cambiarían a algo más fresco, lo suficiente como para llevar puesto un suéter abrigador. 

Sí, todo era perfecto. Al menos eso creía Sawada Tsunayoshi, el perdedor que normalmente era el centro de burlas en su escuela. 

Aquella mañana había amanecido como siempre, su sádico tutor veinteañero tuvo que darle una patada en el trasero para que diera inicio su rutina diaria y fue consolado con un delicioso desayuno hecho por su madre; al dirigirse a la escuela se encontró a Gokudera y Yamamoto, lo que ya era usual debido a la amistad de años que llevaban. 

Las clases eran igual de aburridas, lo único entretenido que podía hacer era ver a través de la ventana y repetir mentalmente los pasos que estuvo practicando desde que se enteró del evento que sucedería al anochecer; como era el perdedor Tsuna, no había querido invitar a nadie, pero aún así practicó hasta el cansancio por si se animaba a preguntarle a la chica de sus sueños. 

Era el primer baile qué organizaba la escuela, la sociedad de alumnos aprovechó que el temible demonio de Namimori había sido víctima de un virus que lo obligaría estar en casa al menos una semana; aquello significaba tener cierto grado de libertad para ese tipo de actividades. 

Por supuesto, fue un gran problema cuando el líder del comité disciplinario regresó y se enteró de aquel evento, pero no había tiempo para deshacer el proyecto. El azabache no le quedó otra más que acceder, sin embargo exigió varias cosas para no morder hasta la muerte a los responsables de, según el, semejante tontería. 

Aunque la sociedad de alumnos hubiese preferido mantener lejos al líder del comité disciplinario fuera del lugar, se pusieron de acuerdo para que el baile no fuera afectado de ninguna forma por Hibari y sus seguidores. 

Tsuna se armó de valor a la hora del almuerzo, sabía que estaría sola por un par de minutos antes de que sus amistades regresaran de la cooperativa de la escuela, se dirigió hacia ella siendo evidente su nerviosismo y preguntó tan rápido como pudo; sin embargo, para su mala suerte, no hubo respuesta en ese momento. Ya lo veía venir, lo único que le quedaba era hacerse a la idea de que todo su esfuerzo se iría al basurero como una bolita de papel. 

A la hora de salida, cuando esperaba a sus amigos para ir juntos, fue cuando Kyoko, la chica más bonita y popular de la escuela, le informó que le gustaría ir con él al evento de la noche; una sorpresa estupenda sin duda alguna. Tsuna se sintió en un sueño, de repente todo se había vuelto color rosa y con brillitos por dondequiera que viese; sentía como si el universo estuviera de su lado, que finalmente se había compadecido de él por tantos años de fracasos y burlas hacia su persona. 

Ser un perdedor por 16 años era un precio justo si podía bailar toda la noche con la chica de la que estaba enamorado. Porque se suponía que ese sería el primer paso para ganar el corazón de la castaña; finalmente tendría su primer romance y estaba contento de aquello. Tan contento que se dejó llevar por sus fantasías e imaginaciones dulces, donde el final de éstas era el día de su boda con Kyoko. 

¡Maldición, qué afortunado! 

Era la oportunidad que estaba esperando desde que la conoció, no podía arruinarla. No se lo perdonaría jamás. Gracias al cielo se preparó ensayando cada vez que podía diferentes piezas musicales, incluso había tomado un empleo de medio tiempo para poder comprar obsequios en caso de que aceptara. 

Quiero bailar con alguien que me ame. [KHR] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora