Cap 10.-

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Nicolás:

La supuesta experiencia paranormal estaba casi olvidada, solamente habían pasado unos días pero fueron suficientes para dejar pasar lo del vaso volador y, bueno, supuestamente había una mancha extraña en la foto que nos tomamos pero yo no vi nada aunque Cris insista que es la viejita.

Hoy no quiero pensar en fantasmas porque es un día importante, así que espabilo mientras me peino con la mano en un espejo que está en la sala antes de salir.

—¿A dónde tan arreglado, hijo? —la voz era de mi padre que me veía extrañado mientras se acercaba a mí desde la cocina.
No tengo ganas de discutir, así que me forcé a responder tranquilo.

—Tengo una cita. —aclaré regresando mi vista al espejo, en el reflejo mi padre me regresaba la mirada pues está detrás de mí.

—¿Con quién?, ¿Paola? —preguntó tratando de adivinar.
Suspiré con una mueca un poco incómodo y lo miré sintiendo empatía por el esfuerzo que debe estar haciendo para hablar conmigo.

—No, con Alexia.

—Es la hija de Pablo, ¿cierto? —asentí y parece que tuvo un pensamiento que lo distrajo porque se quedó un momento en silencio mirando a la nada antes de mirarme nuevamente con una sonrisa relajada— Parece una buena chica, su padre siempre habla de ella con mucho orgullo… —respiró profundo y se acercó más poniendo su mano sobre mi hombro, nos tomamos un tiempo para vernos juntos en el espejo.
Éramos lo único que quedaba de nuestra familia, y estábamos tan rotos que no sabíamos cómo conectar los pedazos de lo que somos. A su manera también sufría, pero simplemente no puedo entenderlo y no estoy seguro de querer hacerlo. —Te veo más feliz y eso me alegra mucho, quizá no lo creas… —sus ojos estaban poniéndose un poco rojos como si aguantara las ganas de llorar— pero lo que pasó nos cambió a ambos, para bien o para mal, lo estamos intentando ¿Si? Y estoy orgulloso de ti.

Aunque diga que lo está intentando, no puedo creerle por completo así que desvío la mirada y decido apartarme con suavidad mientras le digo que ya debo irme. Él deja caer su mano y me da mi espacio.

—Está bien —aceptó mi actitud como si no le sorprendiera, se notaba que ni siquiera estaba enojado. Volvió a sonreírme y se alejó diciendo— solo no llegues tarde porque tienes clases mañana, ¡no te quiero de holgazán aquí! —gritó al final subiendo las escaleras.

En cuanto me quedé solo, huí de ahí lo más rápido que pude. Subí a mi auto para ir a casa de Alexia, tenía que buscarla para ir a nuestra primera cita oficial. Sin Melissa, sin Cris. Solo nosotros y no puedo estar más feliz, así que cuando bajé en su casa y caminé a la puerta, me sentí una persona afortunada.
Cuando toqué la puerta me recibió la simpática cara del señor Pablo, sonreírle me salió natural.

—Buenas noches, señor ¿cómo está, qué tal estuvo su día? —saludé con respeto.

—Aparte de que vienes a raptar a mi única hija, una dulce señorita de su casa, ¿tienes el descaro de llamarme “señor” cómo si fuera un viejo? Es que hay que ver que…

—¡Papá, cállate! —se escuchó cómo lo regañaron desde adentro y ambos nos reímos sin hacer mucho ruido.

—¿No te dije? Una dulce señorita, por supuesto. —rodó los ojos y sonrió viendo algo más allá de la puerta, en un segundo apareció Alexia que se apresuró a darle un beso en la mejilla y pasar por su lado para salir de la casa.

—¡Chao, papi! Nos vemos luego. —dijo Alexia despidiéndose rápido y yendo con prisas al auto.

Su padre la miró con una mezcla de gracia y ternura para luego suspirar, en cambio su mirada era mucho más seria cuando me habló.

El último besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora