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—¡Tiago! Ven aquí—grité corriendo detrás de él.

Se escondió detrás del sillón y su cabello castaño se veía claramente mientras él trataba de esconderse y escapar.

Me acerqué silenciosamente y me subí al mueve.

Asomó su pequeña cabeza.

—¡Te tengo!—dije y él comenzó a correr nuevamente por toda la sala.

Suspiré y me senté rendida en el sillón.

—Un día de éstos me vas a matar, tienes que darte un baño—dije.

—No quiero, puedo durar más de un día sin bañarme—dijo Tiago haciendo qué yo volteé los ojos.

—Por el amor de—comencé a decir pero el sonido del teléfono de la sala me interrumpió.

Me levanté del sillón y me dirigí hacía la pequeña mesita que estaba en el centro de la sala.

Acerqué el celular a mi oreja.

—¿Hola?—dije.

—¡Dylan! ¡Hola!—la voz eufórica de Annelise se hizo presente.

—¡Anne!—respondí de igual forma.

—¿Cómo están? ¿Aún no han incendiado la casa?—preguntó riendo.

—Los llamaste está mañana Annelise—dijo una segunda persona en la llamada, se escucharon un par de risas de fondo—Hola hermanita.

Sonreí al escuchar la voz de Eidan.

—Hola Eidan—dije.

—¿Está Tiago cerca?—preguntó Annelise.

Me giré para ver al pequeño Tiago qué se encontraba sobre su sillón inflable.

—Si está sentado en su sillón—dije y a los segundos ví como salía humo de la cocina

¡Olvidé apagar el horno!

—¿Dylan?—preguntó Eidan.

—Los llamo en un par de horas—dije y corrí como nunca.

Tiago comenzó hacer sonidos de camión de bomberos.

Llegue a cocina y apague el horno, con suerte y las galletas no se quemaron.

Suspiré de alivio.

Dejé cuidadosamente la bandeja con galletas encima del mesón y abrí la pequeña ventana que había.

Tiago entró en la cocina y se sentó.

—Qué te parece si llegamos a un acuerdo tía Dydy—sentenció sentándose en el sillón frente a mí.

—Tiago, vamos, no hay nada que hará qué yo cambié de opinión—dije.

Sonrió de lado y con esos ojitos que lo hacen ver tan tierno, sacó una bolsa de Chetos detrás de él.

—Una bolsa de Chetos y una película y me bañaré apenas terminé—dijo moviendo la bolsa de Chetos lentamente.

—Bien, para ser un nene de cinco años eres muy persuasivo, pero acepto—dije riendo.

—Por esa razón te quiero Dydy—dijo encendiendo él televisor qué se situaba frente a los sillones.

—¿Qué película quieres ver está vez?—pregunté abriendo la bolsa de Chetos.

—¿Qué te parece Toy Story?—preguntó buscando entre sus películas favoritas.

Asentí mientras llevaba un cheto a mi boca.

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⏰ Last updated: Apr 27 ⏰

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Estúpido Amor. Where stories live. Discover now