~ Capítulo 1 ~

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[~*。♡] Separador simplón.

[~*。♡] Separador simplón

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De nuevo al colegio. Ese lugar en el que tienes amigos o no eres nadie, no importa tu inteligencia, habilidades físicas o talentos, sólo debes de ser sociable para agradarle a los demás.

Lo crean o no, Panafresco estuvo todo el primer año intentándolo, pero al parecer a nadie le agradaba su manera de ser y actuar. Y acá entre nos, seguramente era porque parecía desesperado por un poco de atención.

Luego de un tiempo decidió resignarse y hacer que el problema sean ellos, estaría solo lo que quedaba de la secundaria, podía soportar eso.

Lo que no podía soportar era la simple presencia de su mayor [y único] enemigo, Papulince, que con tan solo respirar el mismo aire ya quería asfixiarse y dejar de existir en el mismo espacio/tiempo que él, ¿Y cómo no? Si su única función ahí era fastidiarle el día, ya que en pocas palabras, tampoco tenía amigos por una razón similar.

Ahora, tenerlo en el mismo salón de clases ya era sobrepasar el límite de estrés que de por sí ya le generaban sus obligaciones de estudio, que aunque no era el mejor, al menos pasaba con un seis.

Por esas y alguna que otra razón más su última esperanza de "salir adelante" lo tuvo que arrastrar fuera de la cama con mucho esfuerzo.

Cuando bajó al primer piso no había nadie, ni siquiera el ruido del viento, así que tendría que ir sin desayunar otra vez.

Cómo consecuencia de su pereza perdió el autobús que lo dejaba bastante cerca de su colegio, ningún otro podía beneficiarlo, así que optó por caminar con paso apresurado.
De pura suerte llegó a tiempo, y sin tener que rogarle a los encargados de la entrada que le dejaran pasar por un supuesto exámen realmente inexistente.

Llegó al tercer piso, dónde quedaba su salón, ¿Cómo mierda haría si un terremoto pasaba? Quién sabe, pero ese no es el tema. Antes de tan siquiera cruzar por las ventanas de su salón dió un suspiro pesado por lo que podía pasar el resto del día, seguramente la misma rutina de todas las semanas y años.

Y sí, tenía razón, los mismos salvajes de sus compañeros parados en las sillas, con los pies en las mesas, algunos formando "grupitos" críticones e hipócritas entre muchos otros.

Solo vió de reojo todo el salón, y su poca visibilidad le dió el aviso de que Papulince aún no estaba ahí, no era religioso o por lo menos no enserio pero eso parecía una bendición.

Trato pasar desapercibido ante los demás, pero era simplemente imposible si su lugar estaba en el rincón más profundo del aula, dónde podía ver todo, absolutamente todo gracias a como se recostaba en su asiento.

Pero, a medida que avanzaba entre las personas, se dió cuenta de algo diferente.
Los de último grado usaban mesas compartidas con otra persona.

Genial, ahora pasaría el resto del año al lado de alguien que seguramente también se arrepentiría de estar con él, de todos los días.

Llegó entre empujones y abucheadas que decidió ignorar, pero afortunadamente aún no había nadie en su mesa, talvez tendría la suerte de no tener que compartir con alguien.

Tocaron la campana, todos los demás limpiaron su desastre para verse como el grupo más ordenado de toda la escuela y toda esa mierda, se sentaron ordenadamente en sus lugares, aunque aún conversando entre si.

Gracias a eso pudo tener una visión amplía del lugar, todos los lugares estaban ocupados, todo iba bien, incluso Papulince aún no llegaba.

Esperen.

Todos los lugares ocupados, excepto el que estaba al lado suyo.

Y aún faltaba Papulince...

—No, no puede ser —dijo para si mismo agachando la cabeza, desacomodando sus lentes de sol, pero eso era lo que menos le importaba ahora.

Murmullos fuera de las cuatro paredes llamaron su atención, volteando a la entrada de dónde suponía que estos provenían.

Era su profesor hablando con alguien más, y ¿Por qué nos vamos a hacer los misteriosos? Era claro que era Papulince.

—Buenos días, clase —dijo entrando al salón, haciéndolo volver a su última posición devastado, y aún eran las siete de la mañana.

—¡Buenos días! —dijeron todos menos él, y el que iba detrás de el profesor.

—Uy, parece que todos los lugares están ocupados... —decía mientras dejaba sus cosas en su propia mesa.
Sabía que estaba ciego, llevaba lentes, era obvio, así que aún podía salvarse.

Un poco de esperanza era lo que tenía, la calma en su cara lo decía todo, pero cada inicio tiene su fin.

—No profesor, el lugar al lado de Panafresco está vacío —le dijo una de sus compañeras, que ni su nombre le interesaba saber, pero conocida por él como “La castrosa del salón”.

—¡No, no es cierto! —contestó él pateando la silla lo más lejos que su pierna pudo, golpeando accidentalmente a alguien en el proceso.

—Auch, ¿Qué te pasa? —escuchó, pero no hizo mucho caso, solo volteó volviendo su mirada rápidamente al frente.

—Oh, es verdad, muchas gracias Lucía —dijo agradeciéndole a la zzz, como él se refería a todos por igual —puedes sentarte al lado de él —le dirigió la palabra está vez al rubio cenizo.

—Gracias profe —Oyó que le contesto con una sonrisa de malicia en él.

Apretó el puño para contener su rabia del momento, todo el año al lado de ese idiota sin futuro no sería para nada rápido.

—Ah y, Panafresco —llamó su atención haciendo que todos los presentes enfoquen su vista solo en él —quítate los lentes, estamos en hora de clase, no en la playa.

Al decir esto todos empezaron a carcajearse, como siempre el motivo de burla en el aula era nadie más que él.

No hizo caso, no mucho, solo los bajó un poco, luego los volvería a acomodar, cuando no esté abrumado con el inicio del final.

No hizo caso, no mucho, solo los bajó un poco, luego los volvería a acomodar, cuando no esté abrumado con el inicio del final

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¡𝙴𝚛𝚎𝚜 𝙼𝚞𝚢 𝙼𝚘𝚕𝚎𝚜𝚝𝚘! // ℙ𝕒𝕟𝕒𝕗𝕣𝕖𝕤𝕔𝕠 𝕩 ℙ𝕒𝕡𝕦𝕝𝕚𝕟𝕔𝕖Where stories live. Discover now