Calmo como las olas del mar y electrizante como nubes de tormenta

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Dawn observaba la costa en silencio a la sombra de los paneles solares. El agua salada del mar lamía suavemente las riberas, dejando una estela de espuma tras de sí al retraerse. Recordaba con demasiada claridad la primera vez que había visto ese paisaje antes. Fue en una pequeña islita cercana a Sinnoh, donde los entrenadores que deseaban pulir su técnica acudían para enfrentarse a los duros Pokémon tipo acero que allí habitaban.
El Lucario junto a ella se aferró a su cadera cariñosamente. La joven lo acarició entre las orejas con cierta desgana. Ver a su amado Pokémon resultaba, ciertamente, doloroso para ella. Pero era el único obsequio que tenía de Esa persona que le había robado el corazón, cuyo nombre utilizó para nombrar a ese Lucario en su honor: Riley. Además, no iba a negar que la criatura tenía un potencial increíble y que se llevaban de perlas. Pero en ciertos momentos como aquél, no podía evitar llorar al tenerlo cerca. Extrañaba muchísimo a Riley. Se conocieron en tan solo un día, y ese breve tiempo bastó para que deseara más y más momentos con él, pero se marchó antes de darle la oportunidad de decir si quiera adiós. Desde entonces, la pequeña cabaña en la isla Hierro se había vuelto fría, vacía y deshabitada.
Se apoyó en un barandal y hundió la cabeza entre sus brazos, llorando desconsoladamente. Sintiéndose culpable, Lucario se mantuvo a su lado, intentando animarla.
¿Tal vez estaba siendo demasiado infantil sufriendo por alguien que apenas conoció? No le importaba. ¿Por qué no intentó detenerlo, o pedirle algún contacto para poder seguir viéndose?
Alzó la mirada hacia el cielo, sacando del estuche de medallas la última que había conseguido. Volkner, el Líder de Gimnasio de Ciudad Marina... Compartía cierto aire severo con él. La fuerza que irradiaban sus Pokémon era similar. Su combate fue uno más, no le tomó demasiada importancia además de los inquietantes parecidos que compartía con Riley. Fue su último reto antes de tener la Calle Victoria a la vuelta de la esquina, pero no quería retar al Alto Mando aún. Sentía que no estaría preparada hasta poder solventar ese dolor persistente que la acompañaba desde que salió de Ciudad Canal.
Desde la meseta donde está situada la casa de Julia, un muchacho rubio con chaqueta azul oscuro observaba a la joven perdida en sus pensamientos. Era, muy convenientemente, el hombre con el que comparaba a Riley en sus pensamientos. Él mismo también estaba perdido en su mente mientras observaba a Dawn. Su mirada, normalmente tan alegre y derrochadora de energía, estaba ensombrecida por la pesadumbre y el dolor. No le gustaba verla así. Ella le había devuelto una chispa que se extinguió hace mucho en su interior, le dio una nueva perspectiva con respecto al potencial de las personas y la importancia de los combates, le devolvió su pasión por vivir por y para lo que creía: mejorar en los combates para estrechar lazos con sus Pokémon. En Dawn había encontrado una motivación para continuar viviendo. Quería hacer algo para alegrar esa mirada triste, acallar esos suspiros desganados. Iluminado de golpe como un barco en medio de la niebla por el faro de la ciudad, el joven Líder de Gimnasio acude a su encuentro.

Mientras tanto, Dawn se había acercado a la costa, con su Lucario pisándole los talones. El agua lamía suavemente sus pies, coloreada de gris oscuro como los nubarrones de tormenta sobre su cabeza. Al cabo de poco, pequeñas gotitas descendieron del cielo.

- No puedo hacerlo- Susurró -Lo siento, pero aún no estoy en condiciones de enfrentarme al Alto Mando, Riley

Se recostó en la arena, soltando un profundo suspiro. Su Lucario la abrazó dulcemente mientras continuaba pensando. Le hablaba a su Pokémon pero, en cierto modo, también sentía que le dirigía la palabra a Él.
Sus motivaciones cambiaron al conocerlo a tal punto de que ya no se sentía capaz de plantarle cara a la Liga Pokémon. Apretó las manos, sintiendo la arena húmeda colarse entre sus dedos mientras cerraba los ojos. Quería que, al abrirlos, estuviera de vuelta en la Isla Hierro, con el hombre que le había obsequiado el huevo de Riolu. Desafortunadamente eso no era posible.
Escuchó un gruñido de su Pokémon y el grito de un Luxray. Dawn se levantó sobresaltada, con el corazón martilleándole con fuerza. Su inquietud se transformó en furia al ver al entrenador rubio detrás de ella.

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⏰ Última actualización: Jul 25, 2022 ⏰

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