Nunca vuelvas pronto a casa

 - Lo siento, ha surgido un imprevisto.- se disculpa la periodista que tengo ante mí con gesto avergonzado.- ¿Le importaría mucho si cambiásemos la fecha de la entrevista?

Dejo escapar un ligero suspiro. Me he levantado muy pronto esta mañana para atender a la reportera de la revista de moda que actualmente lidera el mercado. Hubiese preferido con diferencia quedarme en la cama junto a Ryan y disfrutar de un día tranquilo juntos. Hace apenas un par de semanas que vino a vivir conmigo a Villa Crete pero entre la mudanza, el trabajo y demás, parece que ahora nos vemos incluso menos que antes, ya que, pese a formar parte de la plantilla, yo misma insistí en que tuviese un horario y lo respetase. Con que uno de los dos eche más horas que un reloj en la empresa es más que suficiente.

Miro el reloj con gesto resignado. Se suponía que iba a estar toda la mañana ocupada con esto, pero parece que al final voy a poder volver pronto a casa.

Sonrío. La idea de darle una sorpresa tampoco me parece tan mala.

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- Ya estoy en casa.- saludo nada más entrar.

- Oh, querida, qué pronto has llegado.- me saluda la señora Torvin.

- Al final se canceló la entrevista.- le explico mientras cuelgo el bolso en el perchero de la entrada.- ¿Ryan sigue durmiendo?

- Se levantó hará una hora o así. Ha desayunado y nos dijo que se daría un baño antes de ponerse a hacer cosas.

Pongo los ojos en blanco mientras me encamino al cuarto de baño. Ya le dije que dado que el negocio está funcionando y él ahora tiene un trabajo no hacía falta que se dedicase a reparar nada de la villa, pero insistió en que era lo mínimo que podía hacer y que disfrutaba con ello.

Al girar la esquina que da al pasillo donde se encuentra el baño en la puerta a Sage, Jim y el viejo conde.

- ¡No, no puedes!- afirma Jim.

- Venga, si será solo un momento, tú también tienes curiosidad...- replica Sage.

- ¡Solo tú podrías proponer algo tan indigno!.- gruñe el conde.

- ¿Qué es lo que pasa?- pregunto frunciendo el ceño.

Los tres se apartan de un salto de la puerta.

- ¡Oh, has vuelto!- se alegra Jim.

- ¡Bien, ella sí puede mirar!- señala Sage.

Le miro parpadeando, confundida. ¿Mirar?

- Es que tu consorte ha estado haciendo cosas raras desde que ha entrado al baño.- explica el conde.- Este malandrín quería entrar a ver qué era, pero Jim y yo le hemos impedido que lleve a cabo tan vergonzosa actuación...

- Espera, ¿entrar al baño mientras está Ryan? ¡Sage!

- ¡No era nada... raro! ¡Pero está haciendo ruidos extraños! Es como si hablase con alguien.- se defiende el fantasma.

Le miro entornando los ojos con desconfianza.

- No me vengas con...

- ¡Escucha, escucha, ya está otra vez!- me interrumpe.

Antes de que pueda decir anda los tres fantasmas se agolpan de nuevo contra la puerta para escuchar. Curiosa, me acerco y apoyo la oreja para poder escuchar mejor.

- ... de verdad yo... no quería acabar así pero no puedo seguir más tiempo así.- la voz de Ryan suena grave, seria.- Yo... he conocido a alguien. Y voy a vivir con ella.

Un escalofrío recorre mi espalda. ¿Es posible que esté hablando por teléfono con alguien? ¿Ha estado jugando a dos bandas?

- Stella...- murmura Jim en voz baja y con tono triste.

Aprieto los puños con determinación, trago saliva y, conteniendo las lágrimas, abro la puerta de golpe. Un fuerte chapoteo se escucha en la bañera, al tiempo que Ryan da un respingo.

- ¡Stella! ¡Esto... esto no es lo que parece!

Abro la boca para exigir una explicación pero tras unos segundos la vuelvo a cerrar, incapaz de decir nada ante lo que tengo frente a mi. En la bañera veo varios patitos de goma de diversos colores flotando entre las montañas de espuma. Ryan trata de ocultarlos como puede bajo el agua pero cada vez que sumerge uno, salen dos más a flote.

Un tenso silencio reina en el baño durante unos segundos, sin que ninguno sepa qué decir.

De repente las carcajadas de Sage retumban con fuerza por el baño. Puedo ver por el rabillo del ojo cómo Jim se lleva una mano a la boca tratando de ocultar la risa que lucha por salir de su boca al tiempo que el viejo conde menea la cabeza con gesto crítico.

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- ¿Teatro? ¿Con patitos de goma?

Ryan, rojo como un tomate, trata de fingir que no escucha los zumbidos de los cientos de mensajes que Sage no deja de mandarle al móvil con memes sobre patitos. Por supuesto, se ha encargado de contar el chisme a todos los fantasmas y ahora todos participan de manera bastante creativa en las bromas. Me alegro de que Ryan no pueda verlos, porque se sentiría aún más avergonzado...

- Sí, es... bueno, lo hago desde niño.- murmura avergonzado.- De pequeño no me gustaba nada el agua y la única manera de que me portase bien era dejándome meter unos cuantos patitos de goma y yo me montaba mis propias historias. Con los años dejé de resistirme al baño pero la costumbre se mantuvo. Y de hecho estoy trabajando en una novela y es gracias a eso que consigo desarrollarla.

- Entiendo...

- ¿Y cómo se titula la novela? ¿Agente 00Pato?- pregunta Sage.

- Quizás sea "Dos Patos y un destino"...- sugiere Avery.

- Mi pato y yo...

- Forrest Duck...

- ¡Oh, ese es bueno, voy a hacer un meme!

- Ya está bien.- les regaño.

- Ya sé que es raro...- suspira Ryan, apoyando los codos en la mesa y escondiendo la cara tras los brazos.- Por eso no dije nada, es un secreto que llevo conmigo. Pero ahora tengo a una pandilla de fantasmas riéndose de mí.

- Bueno, no importa que sea raro.- le resto importancia.- Hay cosas peores... y seguro que será una gran novela. ¿Me dejarás leerla?

- El Rey Pato...-

- Siete Patas para Siete Patos...

Ryan me mira con sorpresa y cierta emoción.

- ¿No te importa?

- Todos tenemos nuestras manías y costumbres.- le resto importancia.- Y ahora ya sé qué regalarte por tu cumpleaños.

Ryan se ríe, todavía algo ruborizado y estira el brazo hacia mí, tomándome de la nuca y acercándome para besarme.

- Los patodores: Endgame.

- Ciudadano Pato...