Cristina;
Hubiéramos seguido sino hubiera sido por el timbre, lo único que espero es que no sea Bastian. No pude evitar mirarlo a sus lindos ojos antes de ir a abrir la maldita puerta. No me arrepiento de nada, lo volvería hacer. Y como el estuviese leyéndome la mente, me da un beso corto, el cual solo transmite tranquilidad. Contagiándome de esa tranquilidad, voy a abrir la puerta descuidadamente mientras Pablo me espera en el umbral de la cocina.
Mis ojos casi se salen de su órbita al ver a mis papás mirándome serios, como si ya supieran algo.
—¿No vas a dejar pasar a tu papás, Cristina?—la voz gruesa de mi papá hace que solo retroceda dos pasos y dejarles el camino libre, no sin antes tirarle una mirada a Pablo para que se esconda, pero hizo caso omiso.
Ambos pasan por mi lado y casi de inmediato posan sus ojos sobre Pablo, causando que me miraran horrible, mi papá sobre todo.
—El es Pablo, mi jefe—el recién nombrado le sostiene la mirada a mi papá, causando un ambiente tenso, Pablo lo mira desafiante pero con una sonrisa, mientras que mi padre lo mira como si quisiese matarlo. Espera, espera, espera ¿Se conocen?, miro a ambos tratando de que alguno hable.
—Buenos días Diego, tanto tiempo—le extiende la mano amablemente, pero por alguna razón lo siento falso, hay algo aquí que ni mi mamá y yo tenemos idea.
—¿Qué haces tú con mi hija?—no le recibe la mano, le habla tajante, a lo que Pablo nuevamente le sonríe burlesco.
—Cristina ya te lo dijo, soy su jefe, vine porqué teníamos que hablar cosas de trabajo—su respuesta es tan creíble que hasta yo se lo creo, y por lo que veo mi papá también.
—¿Por qué no has estado hablando con Bastian? El ya nos lo dijo Cristina, estas siendo muy rota al no hacerlo, es tu prometido—no pude evitar poner los ojos en blanco con fastidio, que molestos pueden llegar a ser.
—No era necesario que vinieran hasta aquí sólo para decirme eso, estoy molesta y tengo derecho a estarlo, además es mi relación, no la suya—ambos me miran sorprendidos, sobre todo mi mamá.
—Ay gordita ¿Qué te hicieron? Está no es mi hija Diego—su apodo de mierda me tiene cansada, por lo que no pude evitar mirarla feo.
—Veo que fue más que necesario venir hasta aquí—mi padre miró directamente a Pablo refiriéndose claramente a el.
—Creo que se te olvida la posición que tienes en todo esto, y no menos importante, que tu hija no lo sepa—espeta Pablo sin la sonrisa burlona, ni amabilidad falsa, sólo seriedad, y yo volteé mi vista a mi papá para mirarlo confundida, sea lo que sea a lo que se refiera Pablo, le creo.
—No es de tu incumbencia—lo mira a el evadiendo mi mirada.
—Qué padre más ejemplar.
—Quiero que me digas a qué es lo que se refiere, papá—por primera vez le habló autoritariamente, causando una mirada cargada de enojo de parte suya, aquí va otra vez.
—¿Quién te crees que puedes venir a exigirme algo tú? Te estás comportando como una pendeja malcriada, así que vas a parar tu escenita y vas a empezar a actuar correctamente, porqué te estas comportando como una cualquiera—lo miro horrorizada, no puedo creer que me esté hablando como niña pequeña en mi propia casa.
—No puedes tratarla así, encima en su casa, no tienes ni un puto derecho—por primera vez mi mamá se queda callada, sabe que mi papá se está equivocando.
—Tú no tienes ni un puto derecho, no eres nadie más que su jefe...—Pablo lo interrumpe, mi mamá y yo nos miramos sorprendidas, nadie se atreve a interrumpirlo.
—Y tú un maldito traficante de armas, no tienes posición de hablar de moralidad, respétala o haré que lo hagas—su dedo índice lo punta totalmente desafiante, el metro 1,86 de Pablo se hace notar dejando a mi papá abajo como por dos cabezas, sin embargo no es suficiente para hacer que agache la mirada, no obstante, no explota como pensé que lo haría.
Y como lo haría, si acaba de revelar lo que siempre me ocultaban, yo sabía que había algo.
—Me ocultaste eso durante toda mi vida papá, pides respeto y sinceridad pero tu no aplicas ninguno de los dos—sobe mi frente frustrada.—Quiero que te vayas, tengo que ir a la universidad, y estoy llegando una hora tarde—mi mamá se acercó y me dio un abrazo, aun que tenga actitudes desagradables, no es como mi papá, por lo que se lo recibí.
—Habla con Bastian cuando estés cómoda, y ve a vernos, te extrañamos mucho Cristi—asentí dándole una sonrisa sin mostrar los dientes, mi papá solo se limito a dar la espalda y salir por la puerta. El nudo en la garganta se hace presente, siento nuevamente el horrible sentimiento que me hizo irme de su casa.
¿Todo lo qué me habló de trabajar honradamente? Los valores y miles de mierdas más las cuáles me inculcaba cuando fui creciendo. Fue todo una bola de mierda.
La decepción es un sentimiento que he vivido constantemente con mi papá, el abandono también, pero siempre ha sido más la decepción. Su incapacidad de entender el dolor ajeno, ni la debilidad, tachándolo como algo de gente cobarde. Por cada fracaso que tuve en la media, me lo restregó tanto, que muchas veces hice cosas de las que me arrepiento solo para apaciguar un poco el dolor.
La lágrima cayó sola mientras seguía mirando la puerta donde hace un minuto mi papá cruzó.
Pablo se acercó para abrazarme, causando que finalmente cayera en llanto, tenía que hacerlo, sino explotaría.
YOU ARE READING
𝒉𝒆𝒂𝒓𝒕 𝒍𝒊𝒌𝒆 𝒚𝒐𝒖𝒓𝒔
RomanceCristina se encontraba perdida en una relación monótona, a sus 23 años no había experimentado nada interesante. Por otro lado, Pablo no le importaba tener relaciones de ningún tipo, sólo se centraba en mantener todo en orden respecto al negocio fami...
