001

99 12 6
                                    

"Se está cansando de mí", pensó Richard, pues llevaba un rato hablando y el judío sólo le respondía con monosílabos. Estaban en la pequeña cabaña del árbol que utilizaban como mirador. El de gafas optó por callarse y esperar a que Stanley reaccionara y le pidiera perdón. "Oh, lo siento Richie, desconecté otra vez", "¡No te preocupes Staniel! A todos nos pasa". Esa era la conversación que tenía pensada, pero el judío no pronunció ni una sola palabra. Después de unos minutos, se giró hacia el azabache, y se quedó mirándole. "¿Por qué estás tan callado Richie? Me gusta escucharte." Richard sonrió, "Pensé que te habías cansado de mí, sólo eso...", "¿Cómo voy a cansarme de tí? No digas tonterías." Después de eso acordaron en quedar mañana en la cabaña, a la misma hora.

Al día siguiente, Richard ya estaba allí, pero Stanley no. Qué raro, el rubio solía ser puntual. Extrañado, se dirigió hacia su casa para buscarle, para saber qué pasaba, para saber si estaba bien. Le abrió la puerta el padre del judío. "¿Sabe si Stanley está bien?" Preguntó Richie. "Mi hijo está perfectamente, ahora, vete.", respondió el señor, con algo de nerviosismo. Pero el de lentes sabía que algo no andaba bien. Se fijó en las manos del hombre, rojas, como si hubiera ejercido algún tipo de violencia. La cremallera de su pantalón, mal subida, como si hubiera intentado subirla con rapidez, fallando en el intento. Algo andaba muy mal. Se estaba cansando de que Stanley le escondiera cosas, que no hablara las cosas con él. "¿Puedo pasar entonces?" Preguntó Richie. "Stanley no quiere visitas." "Bueno, soy su mejor amigo, no le voy a molestar". 

Se abrió paso hasta la habitación de Stan. Primero, tocó la puerta, una, dos, tres veces. No recibió respuesta. Intentó abrirla, estaba cerrada con pestillo. Acercó su oreja a la puerta, con intención de escuchar si el judío estaba haciendo algo. Sollozos. Sólo se escuchaba eso. "Stannie...abreme, soy yo...Richie..." susurró con delicadeza. Escuchó unos pasos apresurados hacia la puerta, como quitaban el pestillo y como abrían. Pero abrió lo mínimo. "No estoy p-presentable ahora mismo. Luego v-voy a la cabaña. Vete por favor". "Vamos Stanley déjame pasar, puedo ayudarte en lo que se-" El judío le interrumpió. "¡¿No lo entiendes?! ¡Vete joder!"

MY PEARL - stozierWhere stories live. Discover now