El día de su cumpleaños 18, Matilde una chica normal y corriente de Boodbury recibe un regalo muy importante de una anciana llamada Miriam, quien le revelará que ella es la elegida para salvar al mundo de la magia oscura de Malum, regalándole un her...
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Oscuridad era lo único que podía ver, sus ojos se movían de un lado a otro tratando de salir de aquella pesadilla que lo había estado atormentado durante cinco años, la misma historia, el mismo final, el mismo día trágico que lo tenía con remordimientos. Pero esta vez el sueño había tomado un camino totalmente distinto, se podía ver una sombra, una sombra de una chica, que apenas se alcanzaba distinguir, el aroma a madera y tierra mojada inundaba las fosas nasales de el Pelinegro, dejando una sensación de tranquilidad y tal vez de paz mental. —Den—susurro.—Ven, por favor.—Aiden abrió los ojos impactando, su respiración empezó a acelerarse mientras veía cómo la Sombra se iba de ahí, lentamente. —¡Hey!—vocifero—Vuelve, ¿Quien eres?—Gritoneo tratando de alcanzar a la joven. —solo vuelve, por favor.—susurro de nuevo, su voz era tan dulce y suave que terminó envolviendo el odio de Aiden. Era una sensación nueva, una sensación de sanación en su pobre corazón. —¿Te encontrare?—pregunto esta vez frunciendo su ceño.—¿volverás?—su voz se quebró subidamente el sueño en el que lo envolvía empezó a hacerse una luz blanca que empezaba a abarcar todo, la joven moza volteó a verlo, pero la luz solo dejaba ver su sonrisa blanca como la nieve y hermosa cómo una puesta de sol, que hizo a Aiden soltar las lágrimas que tenía acumuladas, abrigándole calor y un sentimiento de amor puro. La luz lo tapó a él por completo dejándolo cegado. Cuando dejó de sentir la pesadez en su cuerpo, abrió los ojos lentamente encontrado sé con su techo del cuarto. La luz del sol se colaba por la ventana de este, alumbrando cada parte y cada esquina del recinto Vio todo a su alrededor comenzando con los cuadros que le había regalado su mejor amigo y compañero Elliot, la pequeña laptop que con mucho esfuerzo se había podido comprar, la silla de terciopelo negra que había sido regalo de Violet y sobre todo su pequeña plantita que había comprado en el centro del pueblo y que con dedicación había estado cuidándola. Todo estaba como lo había dejado un dia antes. Rápidamente levantó su torso de la cama y con sus manos se empujó hasta pegar con la base de su cabecera, recargó su cabeza analizando su sueño, por inercia llevó su mano a su mejilla para sobarla como solía hacer cada vez que pensaba, pero paró repentinamente cuando sintió algo mojado ahí. ¿Es una lágrima?, se preguntó el pelinegro viendo su dedo mojado. Iba a seguir pensando cuando la puerta de su alcoba se abrió dejando ver una cabellera rubia, larga y unos ojos verdes llenos de alegría. —Aiden, levántate se hará tarde —Si, voy.—contesto lentamente. —te esperamos.—cerró la puerta dejándolo solo. Este suspiro hechando su cabeza hacia atrás, cansado ya de la rutina.
—Hola—dijo bajando las escaleras, mientras agarraba un hot cake de la mesa. —hola—contestaron al uniso sus roomies. —mm, ¿quien los hizo?—pregunto. —ya sabes quien hace de comer—comentó Violet dándole un sorbo a su café. —entonces si lo como.—contesto burlón a lo que elliot Río. —cállense, además deja ahí ya nos tenemos que ir —no trates de evadir los chistes de cómo cocinas—elliot. —cocino bien, si, solo me hace falta practicar. —Quemaste una sopa instantánea —A todos les pasa eso, cállense de una vez.— vociferó irritada. De nuevo rieron, esa era su rutina de siempre, soñar lo mismo cada día, ver su cuarto, Violet despertándolo del trance una y otra vez , bajando las escaleras rápidamente y reírse de la comida de su amiga . Pero este día sabía que era diferente, pues esta vez su sueño no había sido el de siempre y eso muy en el fondo de Aiden lo alegraba.
