Único

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Normal pov

[...]

En un pequeño pueblo a las afueras de Kyoto, una pequeña niña de no mas de siete años, se encuentra en los al rededores de su hogar jugando bajo la luz del día, mientras los potentes rayos del sol hacían resplandecer sus castaños cabellos.

En eso, una mujer de una edad notoriamente mayor a la de la pequeña, sale de su casa; presumiblemente la madre de la pequeña.

-¡Maru, es hora de entrar!.- Gritó la mujer desde la acera, repetidas veces lo hizo, pero su hija estaba tan inmersa en su plano de fantasía que nula atención le ponía, la niña tan solo podía pensar en jugar y divertirse.

Debido a todo eso, la madre de la niña decidió acercarse hasta donde ella, para así captar toda su atención. Dicho y hecho, una vez estuvo cerca de la pequeña Maru, esta misma dirigió su mirada a su madre, haciendo que en sus ojos como la menta naciera un brillo por la felicidad que le causaba verla.

-¡Mami!.- Exclamó y corrió directo hacia sus brazos.

La mayor cargó a su hija, sin soltar el abrazo en el que la tenía envuelta.

-Maru.- Comenzó a hablar la mujer -Tenemos que entrar ya, ya es tarde.

Una mueca de confusión se formó en el rostro se su hija, pues, en el cielo, no parecía estra haciendose de noche.

-¿Tarde?, pero si aún es de día.-

Durante unos largos segundos la mayor se mantuvo pensante, intentando idear una forma simple de explicar a su hija tal pregunta -Pues verás...- Volvió a quedar callada pensando, pero entonces sus dedos chasqueo -Primero vayamos adentro, ¿Sí?.-

La menor solo asintió con su cabeza, mientras la curiosidad la comía por dentro.

[...]

Una vez dentro, la madre bajó a su hija de sus brazos.

-Mami, ¿Por qué dices que es tarde si aún hay sol afuera?.-

-Bueno pequeña, lo que pasa es que hoy no es otra cosa si no un encuentro.-

-¿Un encuentro?, ¿Y quiénes se van a encontrar?.-

La mujer volteo por unos momentos en dirección a la de una foto, en la cual ella y otra chica se encontraban.

-Kurosawa Dia y Hanamaru Kunikida.- La nostalgia inundaba sus palabras.

La pequeñana Maru, a sabiendas de que sería una historia que incluiría a su madre -O al menos su nombre- puso especial atención a lo que su madre estaba por contar.

-Maru, hace mucho, mucho tiempo atrás, cuando no había aún humanos, existió un ser con un poder inimaginable, alguien con un poder infinito, hace mucho tiempo existió un dios y ese dios era...

...¡Yo, la todo poderosa Yoshiko me declaro la deidad de este planeta!.- Exclamé a la nada, pues eso era lo único que había: nada, solo tierra, arena, hielo, rocas y agua, mucha agua -Estuve mucho tiempo realizando esto, sin embargo...- Un sentimiento de soledad recorrió hasta lo último mi ser -...Nadie puede verlo.-

Nunca antes había sentido lo que era la soledad, no la entendía, no era capaz de comprender que era esa sensación, sin embargo, no se sentía nada bien.

Me dejé caer sobre la tierra, cerré mis ojos y comencé a soñar, a imaginar un lugar en el que todos me felicitaban y aclamaban por haber hecho tal creación como esta pero...

-Todos son yo.-

Susurré.

[...]

El tiempo siguió pasando, la sensación de soledad permanecía y si bien no quería seguir sintiendolo, tampoco quería llenar todo el mundo de copias mías. Pero fue entonces que volví a ponerme de pie y me percaté de que en la tierra en la que estaba, se había formado una figura similar a la mí.

Sol y Luna | DiaMaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora