1ra Parte (POV Lan Zhan)

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La primera noche, Lan Wangji casi no se dio cuenta del hombre.

Soñó que estaba sentado en una tranquila ladera, con vistas a un lago. El viento soplaba cintas a través del césped, suaves como el pelo en sus manos.

Con frecuencia soñaba así. Recuerdos tranquilos de su hogar, sueños de añoranza del lugar donde creció. La brisa era un bálsamo para el malestar de su piel.

Estaba observando la superficie de cristal gris ondulante del agua cuando fue consciente de él por primera vez. Un sonido, un resoplido de risa, casi lo suficientemente bajo como para confundirse con el suave murmullo de las olas del césped.

Lan Wangji se volvió hacia él. El hombre estaba sentado a su derecha, unos metros por detrás de él, con los ojos puestos en el lago mientras arrancaba briznas de hierba con los dedos. Miró a Lan Wangji por un momento y sonrió, antes de volver a mirar el agua. "Esto es un poco aburrido", dijo, "pero al menos la vista es bonita".

Lan Wangji había querido decir algo a eso, había abierto la boca, pero incluso mientras lo hacía, sintió que el mundo se desplomaba debajo de él, que el sueño se disolvía en los bordes, hasta desaparecer.

Se despertó en su cama, con la cálida arena del sueño cayendo a través de sus manos, dejando tras de sí solo el recuerdo granulado del rostro sonriente de un hombre.

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La segunda noche fue muy parecida. Se sentaron tranquilamente uno al lado del otro en la colina, mientras el hombre arrancaba la hierba. Lan Wangji se preguntaba si debía detenerlo, pero la hierba vuelve a crecer casi tan rápido como él la arranca.

Los ojos de Lan Wangji y del hombre vuelven a conectarse, y él abre la boca para hablar---

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La tercera noche, el hombre se apoya en un solo árbol, con su cuerpo en un reposo pictórico. Lan Wangji se queda atrás, con la esperanza de recordar los detalles, de despertarse y mantener esto con él a lo largo del día.

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Después de una semana soñando con el hombre, Lan Wangji se da cuenta de que lo sueña en color.

Lo mira fijamente -- piel bronceada y cálida, boca rosada y una cinta carmesí atada en el pelo, cuyos extremos dibujan figuras redondas donde sopla el viento detrás de él.

"Ey", dice el hombre, "si sigues mirándome así, voy a tener ideas".

Lan Wangji aparta la mirada, con el calor floreciendo, un ramillete de lujuria en su estómago. Hacía tiempo que no tenía uno de esos sueños.

"¡Oh!", dice el hombre, un sonido de pequeña sorpresa. "Oh, wow. Tienes las orejas rojas".

Lan Wangji lo mira de nuevo. El hombre se ríe. "Santo cielo, eso es muy lindo".

El mundo se hace pedazos y se desmorona. Está sentado solo en un campo de guijarros.

Abre los ojos al suave amanecer y se levanta para empezar el día.

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El hombre ya está ahí cuando Lan Wangji se encuentra en la colina. El mundo es diferente. El cielo se tiñe de rojo y el reflejo del lago tiene un eco acuoso.

Se acerca al hombre, que lo está esperando.

"No puedo creerlo", dice el hombre, y se ríe un poco. "Creía que me estaba volviendo loco. Durante semanas no vi nada más que blanco y negro. ¡Pensé que estaba deprimido! Pero mira -- ¡rojo! ¿Puedes creerlo?"

el verde de la hierba, el azul del cieloWhere stories live. Discover now