Prólogo

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25 de enero, 2014.

Tragué y me quejé al ver la posición en la que estaba. Intenté mover mis manos, pero apenas pude hacerlo. La cuerda me impedía el movimiento, completamente. Observé mis manos atadas a la cabecera de la cama y suspiré. Gemí cuando la mujer que me montaba se movió más rápido.

Apreté la mandíbula, aun no podía correrme, por mucho que quisiera o necesitara, no podía.

Cuando la mujer dejó de temblar me miró y alzó una ceja. Supe que algo estaba mal en ese segundo, o más bien confirmé lo que pensaba.

Esto había terminado.

Ella se puso de pie, dejándome dura y sorprendida.

- ¿Qué? —jadeé, ahora doblé mis esfuerzos por liberarme.

- Sé que debí decirte esto antes, pero... —ella se encogió de hombros y comenzó a vestirse, la miré con la boca abierta—. Tú también te has dado cuenta de que no somos compatibles.

Claro que no, pensé enseguida.

- Esto es divertido de vez en cuando, solo que no siempre. —ella negó e hizo una mueca, me observó levemente asqueada—. Lo siento, pero no. —la mujer terminó de vestirse, tomó sus cosas y se acercó, sonrió como si nada antes de decir—. Fue divertido mientras duró, pero se acabó. —se alejó de mí y llegó cerca de la puerta. Antes de salir se giró para decirme—. Si arreglas ese problema que tienes. —me apuntó—. Llámame.

Y sin más me dejó allí.

Sola.

Amarrada a una cama.

Y lo más importante: Dura.

- Mierda. —murmuré y observé mis manos.

Y ahora, ¿cómo rayos iban a salir de allí?

Completamente Suya (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora