desasosiego (capítulo único)

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Estaba nervioso. Eso era decir poco. Era la primera vez que se encontraban después de... Eso. Tal vez era un encuentro impulsivo. Le habían llamado así mucho últimamente. Intenso. Lo comprendía, de verdad. Lo importante es que iba a volver a verlo después de mucho (unos 255 días interminables) y no sabía qué hacer o pensar. Estaba feliz. Emocionado, quizás demasiado.

Se terminó de vestir. Saludó a sus "niños" (sus hermosos gatos) y se dispuso a salir de su casa, subiendo a su coche. Una vez arrancado, se quedó un segundo inmóvil, pensando en volver a entrar en su casa. No había ni salido y ya se estaba arrepentimiento... ¿Se arrepentiría Reborn? ¿Y si al verle le pegaba o algo? Al hablarle pareció que reciprocaba todo lo que él sentía, se le notó igualmente emocionado que percibió lo tanto que le había extrañado y en su caso era igual, aunque nunca se sabe. Tenía miedo de que no volviera a ser lo mismo.

Unas horas más tarde, ya casi llegaba al destino que su amigo le había enviado por mensaje. Conducir no le desagradaba. De hecho, le había relajado bastante. Habían quedado en casa del menor, a solicitud de este, y Auron no había objetado. Lógicamente, estaban en esa fase a la cual él, en su mente, había empezado a llamar "luna de miel" pero versión amistad, claro. No querían llevarse la contraria, o al menos Auron. Él sabía que al final de cuentas, la había cagado mucho, sin importar el motivo original de la pelea. Nunca debió decir nada, ni hacerlo público. Pero su rabia le pudo y no hubo marcha atrás.

Pero quería quedarse con lo "bueno". Ya sabía que su relación con Reborn era real, auténtica, que podían superar cualquier conflicto. El menor siempre se había comportado tan decoroso. Nunca habló mal de él, ni en su peor momento, ni cuando todo el mundo pareció odiarle y darle la espalda. Hubiera sido tan fácil y aún así...

Sus ojos le empezaron a arder. Sacudió la cabeza simulando arrojar los recuerdos que le llegaban de golpe. Aunque no vertió ninguna lágrima. Agradeció al viento que entraba con fuerza por la ventanilla, que le golpeaba la cara, despertándolo de su preocupación.

Un minuto más tarde, llegó al punto indicado por el GPS. Nunca había estado ahí, solían encontrarse en su propia casa o en otros sitios, por eso le extrañó tanto su petición, mas no le discutió.

Aparcó justo en la entrada y desabrochándose el cinturón de seguridad, suspiró profundamente. Antes de bajarse, se miró en el espejo, parpadeó unas veces y peinó su pelo hacia arriba lo mejor que pudo. Una vez satisfecho, se bajó con su teléfono y caminó seguro hacia la puerta.

No tuvo tiempo de tocar el timbre ya que el chico ya se encontraba delante suya. Seguramente le había oído aparcar. Ahí estaba al fin, con su singular camisa azul y con su pelo largo peinado hacia un lado. Apenas le miró a la cara tenía ganas de gritarle lo mucho que le había echado de menos, que no permitiría nunca volver a perderlo. Asombrosamente, se contuvo y simplemente le saludó con una mano torpemente, paralizado por la exaltación.

En cambio, el castaño sin ningún tapujo le acercó por los hombros y le abrazó de improviso. Eso era quizás lo último que se esperaba que hiciera. En realidad, lo agradeció bastante, no recordaba la última vez que le habían abrazado así e indudablemente lo necesitaba.

—Entra, venga— le dijo abriendo la puerta del todo y echándose a un lado para dejarle pasar. Sin añadir nada, se adentró en ese desconocido apartamento.

Todo se veía meticulosamente ordenado y limpio, exactamente lo que se esperaba de una persona como Reborn. Lo primero que notó fue un gran ventanal al fondo del salón por donde todavía entraba la luz del día pese a la tarda hora. Justo enfrente se encontraba un sofá oscuro y una mesa de café del mismo tono. Justo antes de la sala de estar se hallaba una kitchenette con una pequeña isla y sus correspondientes taburetes. Enseguida advirtió a un felino gris acercarse sigilosamente.

Desasosiego - Rebornplay +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora