Ciclo Escolar ||FyoLai

Nuevo ciclo, Nuevo incio

Su caminata notaba desinterés y cansancio, sus ojos amargura y aburrimiento y su vestimenta buena cuna pero eso no quitaba el pese que sentía por regresar a la escuela.

El nombre de tan peculiar muchacho de 20 años era Fyodor Dostoyevsky, el cual estudiaba en la universidad privada de su ciudad, venía de una buena familia con muchas conexiones, tanto en el gobierno como en la mafia sin embargo, el chico de negros cabellos y anemia de origen ruso no le causaba ninguna emoción aquello, de hecho le repugnaba todo lo que tuviera que ver con los seres humanos, lo que quería decir que odiaba prácticamente todo y a todos.

-¡¡Fyodor!! ¡¿Por que no me esperaste?!- grito un chico castaño de su misma edad envuelto en vendas que se asomaban debajo de sus ropajes

"Y el dolor de cabeza regreso" Pensó el ruso rodando los ojos acelerando el paso

el castaño solo sonrió y se acerco a él revolviendo la cabellera del anemico -Ya cortese esas greñas emo- bromeo con una sonrisa de idiota dejando el cabello de su amigo cuando este le solto un gruñido -Tsk no me importa traer el pelo largo Dazai, así que menos me importara tus comentarios- contesto devuelta el pelinegro haciendo nulo contacto visual con su amigo.

El castaño solo se río de la forma en la que el ruso mostraba su descontento y siguió hablando -¿Sabes? Hoy mi chibi aceptara una cita conmigo- dijo con un tono meloso el vendado irritando a su compañero.

Dazai Osamu era el típico chico popular de su escuela, guapo, inteligente y sociable.
Detestable a los ojos de Fyodor.
Sin embargo Osamu y el se conocían desde los 5 años y no podía darse el lujo de ignorarlo.....lamentablemente.

El castaño estaba obsesionado por que lo que sentía por cierto pelirojo de 19 años no podía considerarse dentro del raciocinio de un crush normal, los sentimientos del castaño los llegaba a llamar enfermizos el ruso.

-Aja- contesto en seco Dostoyevsky con la mirada hacia enfrente ignorando por completo lo demás que le decía el castaño -Wow cuanto te interesa mi vida ¿verdad?- dijo con sarcasmo el castaño pero el ruso no respondió -¿Sabes? Habrá una fiesta esta tarde en la casa de Yosano, deberías ir te haría bien salir de tu cueva- comento el castaño con una sonrisa honesta sin embargo el pelinegro solo le dirgio la mirada y nego con la cabeza.

-¿Y como a que iría yo?- pregunto el pelinegro esperando a que el semáforo cambiará a verde -Pues.... en primer lugar salir a que te de el sol, podrías convivir con más gente, digo soy tu único amigo y no se, tal vez conozcas a alguien de tu interés- explicó el castaño pero el ruso solo suspiro pesadamente -Gracias pero no, no tengo interés en relacionarme con más gente, tienes razón eres el único que me dirige la palabra pero estoy bien así, apenas te aguanto a ti no necesito a más- respondio el ruso con la mirada el frente apresurado su paso para cruzar la calle, el castaño hizo una mueca de lástima pero dejó de lado el tema, después de todo nunca lograría que su amigo saliera de su caparazón.

Durante el trayecto hasta la universidad estuvieron charlando de cosas normales, claro el castaño hablo más que el ruso pero así era la rutina de todos los días de ellos dos.

Cuando llegaron a la universidad el castaño busco desesperadamente al pelirojo -Deja de ser un simp,Dazai- dijo Dostoyevsky mirando mal a su amigo el cual estaba sacando un ramo de flores y unos chocolates de su mochila -Dejare de serlo cuando tu dejes de ser emo- contesto devuelta el vendado sonriendo -¡¡Chuuuuuuyaaaa!!! ¡¡Mi amoooor!!!!- grito el castaño con las flores en mano alarmando al chico pelirojo que en cuanto lo vio salió corriendo hacia su salón o a buscar a su orientador para que le ayudara a esconderse

-¡¡No corras mi amor!!- grito Dazai corriendo detrás de Nakahara Chuuya, un chico un año menor que el que estudiaba la carrera de derecho que por mala suerte de el llamo la atencion de Osamu en su primer día de clases, a partir de ese momento empezó a ser acosado constantemente por el castaño, había empezado a considerar seriamente aceptar una cita con tal de que lo dejara en paz pero mejor no se arriesgaba a ser secuestrado y amarrado en un sótano.