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El mundo para los vampiros se ha tornado difícil.

Debido a la gran caza que surgió en algún momento en la vida de estos seres, han tenido que mudar constantemente y claro, sin olvidar sus tradiciones.

Una de estas es; expandir sus raíces, por llamarlo de una forma.

Y uno de los planes de Quackity era cumplir con ello. Desde que tenía tan solo 50 años, recuerda las palabras que su progenitor le dedicaba.

Conoce fervientemente que, el lograr morder a un humano, era un motivo de reconocimiento en su sociedad.

Y no solo por el hecho de unir a alguien a ellos. A diferencia de lo que todos creen, el morder a un humano y poder convertirlo es una habilidad que se ha ido perdiendo entre generaciones, por eso mismo la población cada año corre peligro a pesar de el largo tiempo que puede vivir un Vampiro.

Los vampiros son seres extravagantes, elegantes y muy orgullosos, por eso suelen realizar sus tradiciones en fiestas de gala.

Quackity se encontraba preparado, era su primera gala; habían decidido por una boda.

Iba a estrenar un lindo esmoquin que había robado por ahí, se encontraba modelando ante al espejo, en el cual únicamente se podía ver el traje.

Sonríe coqueto, había practicado toda su vida para este momento y negaba encontrarse nervioso.

— Ay, que muchacho tan precioso — Sonrió al espejo, acomodando la corbata.

— Muchas gracias, ya sabía~ — Escucho en su oído, asustandole.

Rubén solo atinó a reír divertido ante aquella reacción, le encantaba molestarlo.

— PUTA MADRE CONTIGO — Quitó el polvo que (según el) había agarrado su traje.

Cruzó sus brazos como si de un niño pequeño se tratara e infló sus mejillas. Rubén las pellizco y jaló.

— Ni que te hubiera escupido en la boca, no aguantas nada — Burló, Quackity alejó la mano acariciando su mejilla ante el dolor que le había producido.

Miró a otro lado, aún pretendiendo molestia para luego soltar una pequeña risa ante un pique en su axila.

— RUBIUS, PERATE PENDEJO — Soltó una fuerte carcajada por la cara que había puesto su amigo, era fácil hacerle reír.

Después de unos minutos, tomó aire tratando de calmar y recuperarse de la risa.

— ¿Ya terminaste de reír? — Alzó una ceja con duda, Alex simplemente asintió frenético — Bien, porque se nos hace tarde y Samuel va a matarnos —

Y sin más palabras, ambos salieron corriendo hacia la sala principal. Llegaron y enseguida se hizo presente su superior.

Samuel estaba cruzado de brazos, con un semblante molesto ante la hora. Simplemente soltó un suspiro y negó con la cabeza, para dar una indicación de que avanzarán.

La ventana fue abierta, tenían la ventaja de que aquel evento tuviera lugar a casi al anochecer.

— Alex — El nombrado volteo a ver a Samuel, le tenía una gran admiración — No la cagues y mucha suerte

Y sin más, se arrojó casi en picada, y en cuestión de segundos estaba transformado en un murciélago que los esperaba a ellos.

Quackity sonrió y se arrojó, no sin antes soltar un grito de felicidad. Y antes de llegar al suelo, se transformó y se elevó junto con Rubén.

Samuel sabía la localización exacta de aquel evento, así que no tradaron mucho en llegar.

Aparecieron en su forma humanoide, viendo aquel pequeño lugar donde parecía apto para alejarse de la gente durante el evento.

Estaba en lo que parecía ser un lugar alto y había que tener cuidado de no caer de esa altura.

— Al parecer llegamos temprano — Murmuró Samuel.

Rubén sonrió y sacó su celular, una pequeña risita salió de sus labios.

— ¡Anda Quacks, parate ahí y te hago una foto! — Sin pensarlo, se agachó e hizo una pose que había visto por ahí.

La risa no se contuvo más y sacó la foto, se la enseñó a su amigo, el cual también soltó una risa escandaloza.

— Que pendejo soy, que no me veo en las fotos — Samuel dio una pequeña risa ante aquello.

Levantó sus manos en señal de que callaran, pareció agudizar su oído y enseguida se transformó.

— ¡Chicos, que viene gente! — Alertó de forma tardía.

Alex soltó una risa para saltar hacia el precipicio y transformarse, sintiendo la adrenalina mientras veía a Rubén hacer lo mismo.

Soltó una carcajada mientras veía a Rubén de cabeza, recuperándose del mareo. Samuel hizo un pequeño carraspeo llamando la atención de ambos.

— Hay que movernos — Ambos siguieron a Samuel, llegando a un lugar a las afueras.

Estaba iluminado por foquitos y se podía respirar el pasto recién cortado. Ya había mesas y algo de música ambiental; al igual que la mesa donde se ubicaba el pastel de bodas.

Notaron cómo gente empezaba a llegar al lugar, así que volvieron a su forma humana lejos de la vista y comenzaron a caminar hacia la gente.

— Traten de mezclarse... Rubius, si tienes un poquito de hambre; tienes mi permiso — Indicó Samuel, Rubén enseguida tuvo un brillo en los ojos.

— ¡Vegettitaaaa!, ¡Que te quiero mucho guapo! — Trato de contener su grito y asintió para alejarse de aquellos dos.

Alex sonrió con gracia ante aquella escena, una mano se apoyó en su hombro.

— Se que estás nervioso, pero todo saldrá bien — Quackity asintió y tomó aire con fuerzas, comenzando a mezclarse entre las personas que llegaban.

— Crecen tan rápido... Ni parece que tiene 224 años — Expresó para si mismo en un llanto falso, realmente orgulloso de estar perteneciendo a la vida de su amigo.

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oli
Hace tiempo que quería escribir y publicar un ff Luckity, pero no más no me salían ideas de q podía hacer.
Así que por el momento les traigo está, espero les guste qwq

BAYY

Tu dulce cuello Donde viven las historias. Descúbrelo ahora