Capítulo 18

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Ayane salió del hospital y miró el viejo edificio, concentrándose en la ventana de la habitación donde su prometido se encontraba, antes de continuar su camino. Pensar en Kakashi le causaba una mezcla extraña de sentimientos, principalmente temor. Haber desaparecido como sin nada a lo largo de un mes sin rastro alguno, era inquietante, pero peor aún, el hecho de que él no notase el transcurrir del tiempo.

Quizá cuando se repusiera un poco, sería él quien se lo explicaría. Después de todo, había sido él quien puso el lema de "nada de secretos".
Con el asunto de la desaparición del Hokage, todos los habitantes de Konoha parecían haberse olvidado de la noticia de la familia del Kakashi, esto, hizo que pudiese andar con un poco de mayor libertad en la aldea sin preocuparse de llamar mucho la atención, siempre y cuando lo hiciera sin Ryu y Raiden a su lado. La luz del alba se comenzaba a esconder detrás de las rocas esculpidas con las caras de quienes fueron sus líderes. Había disfrutado del recorrer las calles llenas de puestos de comida, oliendo sus deliciosos y apetitosos productos, sintiendo la suave y fresca brisa de verano en su rostro libre de cualquier máscara.

Ryu: Debemos volver por Raiden. -Retumbó la gruesa voz de su protector dragón dentro de su cabeza. — Hinata debe estarnos esperando.

Ayane: Un poco más de espera no les hará daño.

Ryu: Ayane...

Ayane: Okok, qué aburrido eres. Iremos por él y de nuevo nos ocultaremos, como siempre.
Sin mucho ánimo, subió a los tejados para apresurarse a ir por Raiden. Al llegar, Hinata la recibió con entusiasmo, al igual que Naruto, quién cargaba a Boruto entre sus brazos.

Ayane: Siento haberme demorado.

Naruto: No se preocupe, Ayane-sensei. Escuchamos que Kakashi-sensei volvió a la aldea después de tanto tiempo.

Hinata: Debió ser duró no saber nada de él en todo este tiempo.

Ayane: Bueno, lo fue. Pero regresó sano y salvo, ni un rasguño ni señal de lo que sea que le haya ocurrido. Lo cual es bueno, pero demasiado extraño.

Naruto: Qué importa el motivo, si está bien, es más que suficiente.

Ayane: Tienes razón, pero... bueno, volvió, es lo único que importa.

Hinata se acercó con Raiden dormido en brazos. Listo para entregarlo nuevamente a su madre.

Ayane: Oh, que lindo que hayas logrado dormirlo.
Hinata: No es difícil. Es demasiado tranquilo, es todo lo contrario a Boruto.

Ayane: Estoy segura que en cuanto crezcan, serán buenos amigos...Te agradezco mucho el apoyo, Hinata. No creo que deba molestarte con algo como esto nuevamente.

Hinata: No se preocupe, no es ninguna molestia.

Naruto: Hinata tiene razón, es genial tener a dos bebés en casa. Más si es el hijo del Hokage.

Ayane: Les agradezco mucho a ambos. Debemos irnos.

Naruto: ¿Tan pronto?

Ayane: Lo lamento, pero debo llevar a Raiden a casa, pronto despertará y seguro tendrá hambre.

Hinata y Naruto asintieron. Ambos se despidieron de Ayane llevándola hasta la puerta. Ella dio unos cuantos pasos hasta notar que la pareja de ninjas ya no estuviera viéndola. Al estar lo suficientemente lejos, se colocó su máscara, desvaneció a Raiden con su jutsu de invisibilidad y se animó a subir a los tejados para moverse entre los edificios hasta el departamento de Kakashi.

Su estadía en el hospital se tornaba tortuosa. Su mente se encontraba dando vueltas intentando encontrar una explicación a lo que había sucedido a lo largo de la semana, especialmente en los últimos tres días, pero; por más que se esforzaba no lograba encontrarle sentido. Especialmente al haber "desaparecido" por tanto tiempo, según todos en la aldea. ¿Qué clase de ser era Obaba para poder haber distorsionado de esa manera el espacio-tiempo? Cómo fuera, estaba por demás averiguarlo. Inmerso en sus pensamientos, no se percató de la silueta que lo miraba desde la ventana de su habitación en el hospital.

𝗘𝗟 𝗡𝗜𝗡𝗝𝗔 𝗗𝗘𝗟 𝗗𝗥𝗔𝗚𝗢́𝗡 𝗡𝗘𝗚𝗥𝗢 || 𝐂𝐨𝐧𝐭𝐢𝐧𝐮𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧Where stories live. Discover now