🦋✨

338 39 30
                                    

Dar testimonios es parte de ser cristiano, y por eso les quiero contar lo que me pasó apenas el viernes pasado, el 2 de septiembre de 2022.

Esa noche era el primer día de un Retiro de Jóvenes por el que ya había pagado, pero durante la semana resulté estar enferma (no es COVID) y no tenía ganas de ir. Mi amiga Carla no me decía directamente que fuera, pero tomé sus "me avisas sobre lo que vayas a hacer" como insistencia y terminé cediendo.

Mi gente, la razón fue simple: Dios ya había pactado nuestro encuentro. Sabrá Él desde cuándo.

Ya sentados en el sótano de la iglesia, pregunté que si en qué consistía un Retiro y me explicaron que ese en especial sería un concierto. Yo me quedé como ah... ok... porque todavía no me sé ninguna canción cristiana y empecé a sentir que sobraba. Aun así, como pusieron las letras en una pantalla, canté lo que pude; después de todo, fuimos a alabar y a adorar a Dios.

En una de las canciones, Carla me abrazó y yo me reí pasmada porque no sabía a qué se debía. Fue entonces cuando me dijo «Share, Dios te ama y Él quiere que tú ames. Tiene propósitos hermosos contigo».

Lloré, UN MONTÓN, porque me llegó profundo al corazón.

Después de la predicación de un muchacho sobre que cada uno de nosotros estábamos marcados como Moisés, el pastor invitó a alzar la mano a quienes querían ser diferentes; como Moisés. Yo, con más adrenalina todavía en el cuerpo, fui una de esas manos pensando que vendría a orar por mí.

No fue así.

Pero al rato sí se me acercó otro muchacho.

«¿Puedo orar por ti?», me dijo. Y yo, bien feliz e inocente, acepté y me paré.

No nos mirábamos a la cara, sino que yo le daba mi oído derecho para escucharlo. Me puso una mano en el hombro y se tardó un poquito en hablar. Ya yo estaba preguntándome que qué le pasaba. Y no recuerdo si estaba haciéndolo desde antes de que él finalmente se explayara, pero había alguien detrás de mí agarrándome la cintura.

Esa persona estaba preparada para lo que venía a continuación.

Porque a través de ese muchacho que se acercó a orar por mí, Dios me dedicó las siguientes palabras:

«Tu corazón me enorgullece».

«Tu humildad me enorgullece».

«Oh, hija mía».

«Apenas estoy empezando contigo».

«Tú me perteneces».

«Tu corazón me pertenece».

Han sido tantas las veces que me he tirado abajo sola. Tantas las veces que he sentido que molesto a los demás, o que soy inútil, o que soy aburrida. Tantas las veces que se me cruzó por la cabeza que estaría mejor muerta. Y ahí estaba el mismísimo Todopoderoso teniéndome en alta estima.

No lo asimilé en ese momento, y si les soy sincera, ahora tampoco.

Lloré otra vez, pero más fuerte que con Carla, y el llanto terminó convirtiéndose en una gritería que no podía controlar.

Porque no era yo.

Soy de las personas que se avergüenza hasta de respirar; si fuera por mí, me aguantaba. Pero no era yo. Esos gritos eran obra de mi alma sacando el pesar que llevaba dentro.

Y el nivel fue tal, que el sábado una muchacha me dijo que pensó que estaban haciéndome un exorcismo.

A los segundos mi cuerpo se debilitó. Mis piernas no eran capaces de mantenerme de pie. Diría que me caí, pero hubo gente que me sostuvo y me acostó con cuidado en el piso.

Abría los ojos con dificultad de vez en cuando y los veía alrededor de mí. También los escuchaba susurrando, aunque no entendía qué susurraban; solo sé que oraban. El único clarito para mí era el muchacho que me bendijo (Dios a través de él) esa noche. «Vamos, vamos», me invitaba a continuar sacando el pesar dentro de mí. «Que la paz se derrame sobre ella», pedía.

Incluso después de calmarme, no podía moverme. Intentaba pararme y no podía. Mis brazos también estaban flojos. Realmente no sé cómo más expresarles esa sensación, porque fue simplemente sobrenatural. La Presencia de Dios es sobrenatural y ningún ser humano puede resistirse a Ella, me aclaró Carla. Duré minutos en el piso así.

Al rato me ayudaron a pararme y una señora (nunca supe quién era, TRISTE) me abrazó con fuerza. Yo me sentía súper liviana, como si flotara, y contestaba a lo que la señora me decía con voz baja e ida. Me sugirió que guardara la fecha, que la suya fue en diciembre de 2012. También me preguntó si acepté a Dios, yo le dije que sí, que había sido la mejor experiencia. La señora estaba feliz por mí.

A qué quiero llegar con esto?

A que Dios existe, y lo único que lo refuta es la terquedad del ser humano.

Tampoco se crean que mi proceso fue de un día para otro, o perfecto; todavía tengo mucho que aprender. Dios llevaba AÑOS buscándome, lo que pasa es que yo me hacía la loca. Primero por vaga y después por miedo.

Sí, por miedo. Como para el 2020, hubo una mañana en la que yo estaba leyendo tranquila la Biblia, y tocaron tres veces la puerta del clóset de mis papás. No fueron ellos porque estaban trabajando. Tampoco fue mi hermano menor porque estaba durmiendo en su propio cuarto. Y no fue cosa mía porque mi perrito estaba acostado y se puso alerta cuando eso pasó; con las orejas levantadas y mirando hacia el cuarto de mis papás. Yo estaba súper asustada. Temblaba y apenas respiraba. No sabía ni cómo caminar por los alrededores.

Naomi (amiga mía y prima de Carla) y Bua (mi abuela materna) me dijeron que los demonios no querían que yo siguiera acercándome a Dios y que por eso me molestaban. Lamentablemente sucumbí y me alejé por completo, porque solo podía pensar que si en qué iba a hacer si una de esas feosidades se me presentaba por la noche. Miraba la Biblia en mi gavetero queriendo leerla y nunca lo hacía. Por miedo. Mi hermano hasta me regaló una lámpara de él que alumbra todo el cuarto.

Cuando regresé a Dios hace unos meses, lo primero que hice fue pedirle que por favor alejara a esos seres malignos de mí, que no quería volver a alejarme. Y desde entonces no me ha vuelto a pasar algo así.

Porque eso es Dios: cumplidor de su Palabra, comprometido con sus hijos. Y yo soy una mujer agradecida que está más que dispuesta a servirle.

Si llegaste hasta aquí, además de felicitarte, te invito a abrirte a Dios. Habla con Él y deja tus problemas, sean físicos o emocionales, tus inseguridades, tus rencores, tus preocupaciones, todo aquello que te afecte, en Sus poderosas manos. No importa qué tan mínimo lo consideres tú o los demás. Aunque no estés convencido, dale una oportunidad.

Él responde a quien llama. Quienes van a donde Jesús, descansan. La misma Biblia lo dice. En el libro de Marcos vemos a su Hijo sanando a la gente nada más con un toque. Él tocaba a la gente y sanaban. La gente lo tocaba a él y sanaban.

Si te atreviste a leer esto, Dios quiere que sanes. Quiere tocar tu alma y corazón y que tú toques su Gracia. Que te dejes encontrar como lo hice yo.

Porque juntos se logran cosas maravillosas e inimaginables. Con Él a tu lado, no hay nada ni nadie que te venza. Estarás a salvo.

Así que en el nombre del Señor, declaro una vida abundante de amor, paz, salud y muchas bendiciones más para ustedes. Amén 🤍

[Espacio para dudas o anécdotas suyas aquí. E igualmente, son libres de compartir la mía en sus tableros].

¡Atrévete a leer esto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora