Pᴏᴜʀʀᴀɪ-ᴊᴇ ᴛᴇ ᴠᴏɪʀ ᴅᴀɴs ʟ'ᴀᴜ-ᴅᴇʟᴀ̀?

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La luna es su punto más alto, los senderos vacíos, casas que parecían abandonadas, y el sonido de sus zapatos contra los charcos de agua que estaban bajo sus pies. No le gustaba estar a esas horas de la noche solo, pero no había otra hora mejor, la medianoche era el tiempo perfecto para él. Sabía que eso estaba mal, no podía escaparse de su castillo y pagarle a los guardias para que olviden que lo vieron salir de allí; pero, al ver la pequeña casa iluminada con velas, todo hacía que valiera la pena.

Con cada paso que daba olvidaba cada regla que su madre y su padre le dijeron de niño, pero también escuchó que por el amor todo era posible, y si lo era, ¿Por qué se escondía?

-Jeremías... -Por él.

El príncipe, y futuro rey, no se podía enamorar de alguien con tan bajo rango, alguien que era la burla de todo el reino solo por romperse la espalda por algo de comer en el día. Tenía dignidad, pero su corazón jugaba otra partida, en el amor no importaba nada, ¿No es cierto? Un simple campesino que capturó el joven corazón del príncipe.

-Michael -Rápidamente caminó hasta quedar frente al príncipe y envolverlo en sus brazos. El nombrado correspondió aquel acto. Minutos después se separaron, Jeremías, o mejor conocido como Jeremy, bajó delicadamente la capucha de la capa que traía el contrario, dejando ver el rostro de el príncipe que antes era ocultado por esa fina tela morada, sonrió al ver las preciosas mejillas pecosas y los profundos ojos azules que llevaba.

-Lo siento por venir tan tarde -Bajó la cabeza inconscientemente. Siempre que de su boca salía un "lo siento" bajaba la cabeza, de tantas veces que lo hacía ya se le había hecho como una costumbre.

-Tranquilo, no es necesario que me pidas perdón -Con la mano en su mentón subió la cabeza de el castaño, este sintió que sus mejillas tenían un gran ardor y el color carmesí reinó en esa área.

Jeremy volvió a sonreír por la timidez de su amante, aunque él también era alguien así, Michael lo era más cuando estaba con él, y le parecía tierno. Con su pulgar en su mentón, tocó suavemente los labios del contrario, se sentían tan suaves y delicados, pero el pulgar de Jeremy para Michael se sentía completamente diferente. Segundos después de apreciar los labios de su pareja decidió unir los suyos con los del contrario, el beso que siempre habían anhelado, sus labios encajaban tan bien, expresaban amor mutuo -y tal vez algo de travesura- con cada vaivén que hacían sus labios.

No todo era eterno, por ende, ese beso tampoco lo era. Pero el sabor de los labios del contrario sí que era eterno. Michael en ese momento estaba diferente a como lo estaba hace unos días, se veía... Apagado.

-¿Estás bien? -Preguntó el rubio viendo a su pareja que en se rostro estaba una mueca triste y preocupada. El príncipe soltó un suspiro, evitando mirar los orbes verdes de su amado.

-No es nada -Aunque lo negaba, en su rostro se notaba que la preocupación lo tenía atado. Se soltó del agarre del rubio y caminó unos pasos lejos de él, abrazándose a sí mismo, la misma acción que hacía cuando era reprochado o cuando escondía alguna verdad, preocupante o no.

-Puedes decirme -Dice, tratando de trasmitirle confianza. Conocía demasiado bien a Michael, cada acción, gesto o palabra significaba algo, y todo lo que estaba negando y haciendo significaba que era algo malo.

-En unos meses voy a cumplir los dieciocho -Balbuceó-. No quiero perderte, pero me dijeron que era algo inevitable.

Esa conversación ya la habían tenido, hace unos meses atrás. Al ser el primogénito del rey, debería estar listo para reinar como lo hacía su padre, no solo era eso, también el matrimonio era necesario. Michael no estaba listo para eso, aunque ya tenía diecisiete años con vida siendo entrenado para ser el rey que todo el reino espera, no estaba listo para sentir esa pesada corona sobre su cabeza y llevar aquel anillo de compromiso. Solo quería estar con Jeremy.

Tourner dans le vide | JereMichael Donde viven las historias. Descúbrelo ahora