CAPITULO 1

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Mi primer día de trabajo, es lo que rondaba en mi cabeza durante todo el día, un trabajo que no era mucho de mi agrado pero era lo único que había encontrado en este pueblito. Necesitaba dinero para poder mantenerme, para pagar la comida, el alquiler, los servicios. Había llegado hace dos semanas a este pueblo, huyendo de todo y de todos, no es que haya cometido algún delito, solo que las malas experiencias a veces nos obligan a tomar decisiones drásticas.

Lanesboro, Minnesota, es el pueblo que había elegido para comenzar mi nueva vida, lejos de cualquier persona que tan solo conociera al menos mi nombre. Un pueblo que por mis dos semanas viviendo por acá, era demasiado pacifico, con personas demasiado amables, gentiles, no era un pueblo grande, pero tenía todo lo necesario, un super, farmacia, pequeños restaurantes, un par de cafeterías, una que otra tienda para comprar ropa, zapatos, un centro medico, estación de policía, un gran y hermoso bosque que resalta al lado de un gran lago, que lo separaba del pueblo. Causaba mucha curiosidad, ver árboles tan altos, frondosos y verdes. El agua del lago era tan cristalina que brillaba con el sol reflejante en ella. Mi corta estadía aquí me ha favorecido tanto física como mentalmente, el simple hecho de poder dormir mis ocho horas, me ha renovado la vida, a comparación de mi vida en la ciudad que apenas podía dormir una o dos horas, el maldito insomnio se había ido.

"Cafe Boro", donde hoy comienza mi primer día de trabajo, había tocado el turno de la tarde, según me comentó el dueño del café, había dos turnos e incluso a veces se necesitaba trabajar horas extras.

Estaba alistando todo para emprender mi camino hacia la cafetería que no quedaba lejos de donde ahora era mi hogar. Un pequeño departamento en la planta alta de una antigua casa que es compartida, afortunadamente tiene su propia entrada sin tener que molestar a los inquilinos de abajo.

-Savannah, has llegado puntual- dice el Sr. Bone, el dueño del café, sonrió- Buen comienzo- Me entrega mi mandil y una gorra con el logo del café.

-Gracias- digo antes de tomar mi lugar detrás del mostrador, el día de ayer había tenido una pequeña capacitación sobre cómo funcionaba la cafetería.

-Hola nueva- dice mi compañero de trabajo

-Hola, me llamo Savannah- me presento sonrió

-Mucho gusto, me llamo Carlos- sonríe- Hoy te toca estar en caja- dice, me explica un poco de lo que implica estar ahí, el tomar los pedidos y cobrar. No suena tan difícil.

El turno avanza lento, según Carlos las personas por la tarde no suelen acudir a la cafetería, sin embargo siempre habrá quien elegía un café.

El sonido de la puerta anuncia que alguien entra, preparo mi libreta donde se anotan los pedidos. Un chico que su sola presencia causa una sensación extraña, una vibra completamente diferente al resto. vestido de pantalón, playera y una gabardina color negro, tiene un gorro puesto del mismo color tapando su melena. Va directamente hacia una de las mesas, lleva consigo una laptop algo antigua, la enciende y comienza a utilizarla. El café es uno de los pocos negocios que tiene acceso a internet, que se puede utilizar al consumir algo de la misma.

Frunzo mi ceño, es algo injusto que venga acá a utilizar el internet y no pedir algo, es como una política del café.

Decido caminar hacia él, tomó mi libreta y lapicero, rodeo algunas mesas ya que se ha sentado en una de las mesas del junto al ventanal.

-Hola, buenas noches ¿Qué desea tomar?- saludo y pregunto, sin embargo no obtengo respuesta alguna, ni siquiera voltea a verme, es como si no estuviera parada a su lado, antes que pueda volver a repetir la pregunta, Carlos me llama

-Savannah ¿me puedes ayudar?- cuestionó, alzando su mano, ya que una de las parejas que estaba en la mesa número 3 han decidido ordenar algo extra. Sin decir algo más, camino hacia la caja para tomar la orden, sin dejar de pensar en el chico misterioso de la mesa 7.

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