Frankelda y las sorpresas

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La chambeación me está matando, pero de algún lado deben salir los pesitos cuando salgan las figuras de Herneval :'3

Estábamos desconcertados...

Si bien los cuentos de Frankelda nos habían enseñado que las historias no siempre terminaban con un final feliz, pensar que ese sería el destino de Frankelda y Herneval nos hacía sentir un hueco en el corazón.

Pero queríamos pensar que la esperanza no se había perdido del todo. Al final de cuentas, aún podíamos entrar y salir de la mansión a voluntad, recorrer sus pasillos e interactuar con la pareja atrapada en sus paredes.

Miramos el dibujo que Herneval nos había dado, no era difícil entender la escena que estaba representando, ni a quienes retrataba, pues aunque ni Frankelda ni Herneval nos habían hablado nunca de él, era claro que el pequeño susto que sostenían en brazos era su hijo.

Con esta revelación, nuestra misión había dado un giro total. Ya no se trataba únicamente de salvar a dos amantes y acabar para siempre con la amenaza de Procustes; ahora el objetivo principal era reunir a una familia.

Determinados a no fallarles, volvimos a entrar en la mansión. Nuestros pasos nos llevaron al mismo pasillo donde habíamos encontrado a Frankelda la vez anterior.

Caminamos cuidadosamente, procurando no pisar ninguna de las astillas que se habían desprendido de los cuadros que Frankelda rompió. Buscamos también el espejo que había utilizado Herneval para comunicarse con su esposa.

Y después de avanzar un poco, finalmente lo encontramos; pero Frankelda ya no estaba ahí. Asumimos que, como siempre, había sacado fuerza de quién sabe dónde y justo en ese momento seguía buscando la forma de llegar a Herneval.

Debíamos apresurarnos. Claramente no queríamos entregarle el retrato para convencerla de desistir, sino de convencerla para que aceptara nuestra ayuda y, de ser posible, nos contara un poco más sobre Galibán.

Nuestra meditación sobre qué hacer después fue interrumpida por un sonido repentino: el mismo que hace el aire cuando una persona se desplaza rápidamente.

Giramos nuestras cabezas hacia atrás: una silueta encapuchada desapareció detrás de una puerta que no habíamos notado antes que estaba ahí. Caminamos sigilosamente hasta llegar a la puerta, era grande y pesada, desentonaba un poco con el pasillo por lo sobrio de su decoración.

Estaba abierta de par en par y una rápida mirada a su interior nos revelaba unas escaleras que guiaban a, lo que asumimos, era el sótano de la mansión. Nuestra primera reacción fue sentir miedo ante la oscuridad interminable frente a nosotros, y los sonidos de algo arrastrándose en su interior no ayudaban mucho.

Pero sabíamos que teníamos que entrar, había algo en ese sótano que nos brindaría la fuerza para salvar a nuestros amigos y encontrar a su hijo. Así que nos armamos de valor, tomamos una antorcha llameante que iluminaba el pasillo y entramos.

Curiosamente, el pasillo no estaba demasiado profundo y llegamos rápidamente al mismo. Todo estaba oscuro y el olor a humedad nos era incómodo. Comenzamos a recorrer cuidadosamente el sitio procurando no tropezarnos o pisar alguna alimaña.

Y justo cuando pensábamos que la iluminación de la antorcha no era suficiente, varios candelabros que no habíamos visto colgados en el techo se prendieron al mismo tiempo con una cálida luz amarilla.

Por supuesto, nos sobresaltamos ante este truco, pero una vez nos calmamos y nuestros ojos se adaptaron a la luz, colocamos la antorcha en una base y caminamos con libertad por el sótano.

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⏰ Last updated: Sep 26, 2022 ⏰

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Los sustos ocultos de Frankelda: Algo de valorWhere stories live. Discover now