Capítulo 0

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La arena tiembla entre los gritos y abucheos del público, los hombres que se encuentran dentro de aquella colosal jaula de acero están dando todo de sí. Uno de ellos, un tipo que porta una máscara marrón con vivos rojos en forma de ave y posee una larga cabellera que sobresale de la tapa, toma a su rival azotándolo contra las rejas con fiereza mientras el público estalla de emoción y lo vitorea.

—¡Fénix! ¡Fénix! ¡Fénix! —se escucha en todas direcciones mientras el hombre al que la gente apoya, notando a su rival semi noqueado sobre la lona, comienza a escalar con el fin de escapar de la celda y obtener la victoria.

El sujeto de antifaz que se encuentra a nada de perder el combate se arrodilla al fin sosteniéndose de la segunda cuerda, logra así ponerse de pie luego de unos instantes y corre en dirección a donde su rival está a punto de obtener la victoria.

—¡Pagarás por todo lo que has hecho, infeliz! ¡La gente sabrá quién realmente eres! —grita el gladiador mientras comienza a escalar y alcanza a sostener de un pie a su oponente quien pese a lanzar un par de patadas no logra zafarse de su agarre hasta que ambos están en lo más alto cada uno con un pie fuera de la jaula.

—¿Qué se supone que estás haciendo, imbécil? ¡Esta pelea debo ganarla yo! ¿No entiendes tú posición en esta empresa? —dice el enmascarado en un susurro apenas audible para su rival.

—¡No me importa ese campeonato! Es hora de que la gente conozca tu verdadero rostro, y no esperaré una pelea más para que eso suceda —asevera el sujeto del antifaz al momento que sostiene con fiereza la tapa de Fénix para así, entre golpes y forcejeos realmente llenos de odio, lograr romper en dos aquello que protege su identidad dejando apenas retazos de la misma. No obstante, la sangre que corre por su rostro impide a las cámaras captar lo suficiente.

El coliseo retumba en todo su esplendor, pero es más el barullo cuando otro hombre hace su aparición en la arena. Un tipo de casi dos metros de alto que lleva un pasamontañas y una túnica que cubre todo su cuerpo, corre en dirección al cuadrilátero escalando a prisa aunque con un tanto de dificultad debido a su atuendo, hasta encarar a los gladiadores que se juegan la vida en lo alto de la celda.

—¿Ahora qué? ¿Vienes a impedirme que destape la verdad? ¿Vienes a silenciarme como lo han hecho antes? ¡No sé quién demonios eres! ¡Pero me encargaré de ti en cuanto acabe con este infeliz! —exclama el gladiador del antifaz quien no suelta a su rival ni detiene la masacre sobre el rostro ahora desnudo de Fénix.

—¡Donatello, sabes las condiciones! ¡Esto te puede costar muy caro! —afirma el encapuchado con severidad mientras el luchador que ahora sangra a cuentagotas logra esbozar una sonrisa de aprobación un tanto burlesca.

El público desconoce el motivo de esta aparición. Es un misterio de parte de quién está el recién llegado, que alterna miradas hacia ambos contendientes. En solo unos instantes, todo cambia, Fénix recibe un brutal golpe propinado por parte del encapuchado quien porta en los nudillos un boxer de pelea. El gladiador cae hacia el cuadrilátero sobre una mesa que colocaron minutos atrás, quedando inconsciente.

Donatello no tiene tiempo de objetar al tiempo que el mismo tipo que se desizo de su rival, lo jala hacia el exterior de la jaula de acero firmando así su victoria. La campana suena mientras el ganador, sin más opción, desciende y el tema musical que lo identifica se mezcla con los abucheos del público.

El encapuchado se escabulle entre la tribuna al momento que el referí hace entrega del Campeonato del Golfo a Donatello que aún se encuentra arrodillado y queriendo procesar lo ocurrido. Un torrente de emociones se apoderan del nuevo campeón que permance en un trance durante varios minutos, apenas permitiendo que el referí le levante la mano.

Las asistencias médicas llegan al cuadrilátero para atender a Fénix, darle los primeros auxilios y trasladarlo en camilla mientras otros miembros del staff y elementos de seguridad se unen para alejar a los medios de comunicación, cubriendo el rostro del gladiador caído con una sábana que se tiñe de rojo debido a la sangre del mismo.

—¡Venga, Donatello, arriba! —comenta el referí instando al nuevo campeón, que aún yace arrodillado junto al cuadrilátero con su título en mano, para que se ponga de pie dándole una palmada en el hombro.

No obstante, el hombre del antifaz no responde y en vez de ponerse de pie, se desvanece sobre el suelo dejando tendido el cinturón a un costado suyo.

—¡Señoras y señores!, aquí el resultado de este brutal encuentro, el campeón ha caído también ya con el título en su poder, no cabe duda que ambos gladiadores han dejado el alma en este mano a mano —farfulla uno de los comentaristas, un hombre de complexión delgada y tez morena.

—¡Así es, mi queridísimo Faraón, hemos sido testigos de una pelea que pasará a la historia! —exclama su compañero, un tipo un tanto más robusto, aún bajo los influjos de la adrenalina.

—De eso no me cabe la menor duda... Y bueno, las asistencias han llegado, Donatello al parecer también será trasladado en camilla —confirma el primero mientras un par de paramédicos suben al representante del bando rudo para sacarlo de la arena.

—Ese traidor marrullero mejor que se retire, le queda muy grande el título —comenta un tercero en un intento de crear polémica en el panel.

—¡Pero Donatello peleó limpio, pese a la intervención él merecía ganar, solo Dios sabe quién era ese encapuchado! —asevera el moreno.

—¡Patrañas!

La polémica sigue por algunos minutos más, mientras tanto, Donatello es llevado a los vestidores y asistido por los paramédicos quienes le dan los primeros auxilios. El peleador se encuentra inconsciente, pero su mente viaja hasta los recuerdos más distantes de su pasado, un pasado que odia revivir porque le carcome el alma pensar en la forma en que le fue arrebatada su inocencia y su libertad.
🥺

IrascibleWhere stories live. Discover now