Olivia fumaba sentada en la mesa de la terraza, con las piernas cruzadas y mirando al frente. No había pronunciado una palabra en todo el día, tampoco había comido o bebido. Solo estaba allí, de piernas cruzadas con un cigarrillo entre los dedos oteando el horizonte de Long Beach. De repente la vi más pequeña y frágil. La imagen de esa Olivia inquebrantable se había hecho añicos en cuestión de segundos y parecía haberse remontado años atrás.
Puse un pedazo de lasaña delante de ella, pero ni siquiera la miró.
—Tienes que comer algo —insistí.
Olivia se mordisqueó la punta del pulgar de la mano con la que sostenía el cigarro, moviendo la pierna con nerviosismo.
—¿Qué dirá tu madre? ¿Qué dirá tu padre? ¿Qué dirán todos tus tíos, Noah? Por dios... —Se limpió las lágrimas que empapaban sus ojeras antes de volver a darle una calada al cigarro—. ¿Y los de la oficina? ¿Y mis clientes? ¿Quién va a querer trabajar con alguien como yo? Voy a acabar con la empresa de Piper igual que con la de mi padre. ¿Y tú? ¿Vas a querer estar conmigo cuando todo el mundo sabe lo que soy? —Se levantó de la silla, entrando de nuevo en casa.
—Olivia, para, para, para... —Sentí el peso de su cuerpo caer sobre mí cuando mis brazos la arroparon en un abrazo tierno, presionándola contra mi pecho—. Tu cabeza va más rápido que lo que está pasando realmente. Respira —dije en voz baja, dejándole un beso en su pelo que todavía rezumaba el olor al acondicionador—. Deberías dormir un poco, descansar y cuando te levantes hablaremos de qué vamos a hacer con Smitz.
—No podemos hacer nada, Noah.
—Demandarlo por decir esa salvajada en la televisión nacional —espeté, pero Olivia sacudió la cabeza, separándose de mí.
—¿Demandarlo por decir algo que es verdad, Noah?
*
—Gracias por venir. —Cerré la puerta cuando Piper y Grace entraron en casa—. Se ha quedado dormida hace una hora. ¿Lo habéis visto?
Piper dejó su chaqueta en el perchero de la entrada. Grace hizo lo mismo, acompañado de un suspiro.
—Claro que lo hemos visto. ¿Quién no lo ha visto? —Dijo Grace, totalmente exasperada—. Un sábado a la hora de comer en la CBS.
—¿Te ha dicho algo sobre las medidas que va a tomar? —Piper se subió las mangas del jersey beige, cruzándose de brazos en mitad del salón.
—Olivia ha vuelto a meterse en la madriguera de la que salió hace nueve años. Le he dicho que denuncie a Smitz y simplemente me ha dicho que para qué denunciarle, si lo que dice es verdad. —Piper dejó caer la cabeza con un bufido, negando—. No puede denunciarle por mentir, pero sí por delito contra el honor e intimidad, ¿no?
—Por delito contra injurias, sí—añadió Piper, yendo a la cocina a servirse una copa de alcohol—. El caso es que lo que dice debe ser mentira para poder denunciarlo, de lo contrario, se declara no culpable y Olivia tendría que pagar las costas del juicio.
—Pero ¿hay pruebas de que Olivia lo hiciese? ¿Qué van a sacar? ¿Grabaciones de cuando estuvo allí? —Me crucé de brazos, esperando una respuesta de Piper, que tenía la vista puesta en los vasos.
—Ese hijo de puta podría encontrar cualquier cosa, Noah. Desde grabaciones de cámaras de seguridad del club donde trabajaba a clientes que quieran dar la cara por él en un juicio.
—¿Crees que alguien diría abiertamente en un juicio que es un putero? —Repliqué con una risa.
—Te sorprenderían las cosas que pueden llegar a hacer los hombres para cubrirse entre ellos. Y más por un hombre como Roger. —Piper chasqueó la lengua, ladeando la cabeza—. Algunos le deben la vida que tienen a él. Matarían a sus hijas por Smitz si él se lo pidiera.

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let me be her [pacific coast universe 1]
RomanceSer organizadora de eventos no es fácil, y ser la organizadora de eventos de tu padre le añadía un doble grado de dificultad al asunto. Pero la cosa se vuelve aún peor cuando debes trabajar con la idiota de tu hermana gemela, Dafne, y para colmo te...