Querido Diario

16 2 1
                                    


Otra noche más sin dormir.

Querido diario,

Vuelvo a ti, como otra noche más, como todas las noches desde hace ya un mes. Vuelvo a verme forzado a entretenerme en lugar de descansar. Mi mente no me permite dormir, de nuevo. Al principio es como si un zumbido molesto de algún mosquito pululase por la parte trasera de mi cabeza, pero después se transforma en gritos y gritos incontenibles... Ensordecedores.

Mi corazón se agita, y los recuerdos... Los recuerdos vuelven a salir a la luz. Aquella vez que hablé demasiado, o esa ocasión donde mi chiste fue tomado como ofensa, o aquella otra donde le hablé a la chica que me gusta y lo hice mal. Todo, todo se acumula y explota, explota de repente.

Tal vez estoy loco, y tengo miedo de acertar en mi diagnóstico, porque al final a nadie le importa.

«¡Miserable! ¡Inútil! ¡Mira lo que has hecho!»

Y ahí está de nuevo...

Ese grito, esa voz, mi voz... Es mi mente la que se ríe de mí todas y cada una de las veces. Este es el himno que me acompaña cada día..., ¡cada maldito día! ¿Qué no le haga caso?... Es fácil decirlo.

A diferencia de las personas, esta voz no se calla. Nada la detiene, ni los audífonos cuando escucho música a todo volumen, empeñando mi audición a largo plazo porque, en el corto plazo, quiero que aquella burlona y masoquista voz se calle. Aún y cuando escribo esto, cuando escribo en ti, para desahogarme, ella no se calla. Todavía puedo oír su risa burlona resonar detrás de mi cabeza, mofándose de lo que pienso, de lo que hice y haré, de lo que creo ser y termino siendo.

No sé si tiene caso, pero trataré de dormir, de nuevo... Espero sea la última vez que vengo aquí a guarecerme... Ojalá... Deséame suerte, querido diario.


Gente.

Querido diario,

Soy yo de nuevo, perdóname si soy molesto.

Hace mucho tiempo que no escribo en ti, pero eso no significa que las cosas hayan mejorado. Al contrario, he evitado escribir en ti, porque no quería sonar redundante en mis anotaciones. No tenía nada nuevo, solo el mismo insomnio de siempre. La misma cantidad de noches en vela forzada. Y la misma cantidad de lágrimas derramadas.

Siento que sería una molestia escribir siempre de lo mismo, no solo para ti, sino para "esa cosa atrás de mi cabeza". Así es... hablo de "mi voz".

Hoy estuvo tranquila, sosegada. No se presentó como de costumbre, sin aviso, fue comprensiva, generosa. Me permitió convivir en sociedad una vez más. Mis bromas fluyeron, las personas se rieron, las clases y el trabajo fueron amenos. Incluso pude acercarme a aquella persona que tan loco me tiene, aunque ella no lo sepa aún. ¿Sabes?... También tengo miedo de eso.

Cuando hablé con ella, sentí que mi pena se esfumaba, sentí que todo lo malo se desvanecía, que ella es esa luz que le hace falta a mi solitaria vida. ¿Por qué tengo miedo entonces? La dependencia.

No quiero..., no debería depender de alguien más para sentirme feliz, no otra vez. Conozco ese camino, el camino de la codependencia. De la necesidad de un tercero para que el primero se sienta completo. Al final solo acabas más roto de lo que iniciaste, acabas drenado.

También tengo miedo a que "mi voz", se asome como tantas otras veces, y haga lo que siempre hace.

«¡Feo! ¡Asqueroso! ¡Nadie se fijaría en alguien como tú!»

Sí... Así como lo lees. Ya lo ha hecho, de hecho, siempre lo repite cuando pienso en ella, y temo que lo haga también en su presencia. Para evitarlo, hago algo como lo que hizo Hércules contra el León de Nemea. Estrangulo a mi fiera, mentalmente, e intento actuar normal en su delante. En realidad... Delante de todo el mundo.

Querido Diarioحيث تعيش القصص. اكتشف الآن