𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟓𝟑: 𝒔𝒊𝒈𝒏𝒐 𝒅𝒆 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒓𝒓𝒐𝒈𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏

3.5K 425 98
                                    

—Así que aquí es donde vive mi hermana. —Abby se quitó la chaqueta mientras observaba su alrededor—. No me lo esperaba.

—Es que el apartamento es mío, por eso es todo rosa. —Agarré su chaqueta y la coloqué en el perchero de la entrada.

—¿Quieres algo de beber? ¿Algo de cenar? —Ofrecí, acompañándola a través del salón a la cocina.

Abby duró durante unos instantes, frotándose las manos. Entendía los nervios al quedarse sola por primera vez conmigo, pero teníamos buena sintonía, ¿no?

—Si tienes agua me encantaría.

Le serví un vaso de agua fría como pidió. Se remojó los labios al tomar el primer sorbo, miró al suelo y prosiguió a tragar los siguientes sorbos de agua. Parecía necesitarla, parecía que su día había sido mucho más largo que el mío.

—Vamos a mudarnos a Culver City, estamos más cerca de la oficina y tenemos aparcamiento propio. Además, creo que a Noah le gusta más el blanco y el gris que estos colores rosas.

Yo reí, ella, sin embargo, se limitó a sonreír y a dejar el vaso en el fregadero.

—Me alegro mucho por vosotras, Olivia. —Se rascó una ceja con el pulgar—. Pero no vengo aquí a hablar con mi hermana o de mi hermana, vengo a hablar contigo.

Todo lo que tenía en la cabeza se desvaneció. La sonrisa con la que Abby me había recibido en la calle ya no estaba y solo quedaba la sombra que cubría sus ojos en ese semblante crudo que me miraba. Se me pasaron tantas cosas por la cabeza que no sé cómo no me desmayé en mitad de la cocina.

—¿Qué ocurre? —Conseguí pronunciar, cruzándome de brazos con actitud defensiva.

Estaba preparada para ese alegato de 'no queremos una prostituta en la familia' y la verborrea estaba preparada para salir de mi boca.

Del bolsillo de su pantalón de traje sacó una foto. Creí que me caía de rodillas al suelo, creí que perdía la consciencia, que mi cuerpo ya no era mío y que el calor comenzaba a subir desde lo más profundo de mis entrañas hasta agolparse en mi garganta. Ahí estaba él. El hombre que aparecía en todas mis pesadillas, el hombre que me hacía despedirme de la vida cada vez que aparecía por la puerta, el hombre que se deleitaba torturándome hasta que mi piel solo eran alfileres, hasta que mi cuello solo era un círculo de piel quemada, hasta que mi interior solo era carne trémula. Allan al lado de Abby con Robin montado sobre sus hombros.

—¿Conoces a este hombre?

De un golpe me incliné sobre el fregadero, vomitando allí todo lo que no había sido capaz de digerir ese día, que no era mucho. Me temblaba el cuerpo entero. Intentaba apoyarme en la encimera, pero mis manos eran incontrolables y solo se escuchaba el tintineo de mis anillos contra el metal del fregadero.

—Tranquila —susurró Abby, poniéndome una mano en la espalda, frotando suavemente—. Lo sé. —Abrió el agua del grifo y la dejó correr para que se llevase el vómito que acababa de echar.

—Abby... —Intenté pronunciar con la voz ronca, temblorosa y dolorida por el esfuerzo del vómito. Mis ojos, enrojecidos por la presión y cubiertos de esa capa vidriosa de lágrimas.

—Sé que tienes preguntas. Sí, es mi marido. Sí, sabía que eras tú en cuanto te vi aparecer detrás de mi hermana. —Agachó la cabeza, mirando esa foto—. No, no se llama Allan como él se hacía conocer.

—¿Cómo me reconociste? —Me tuve que sentar en un taburete, apoyando la frente en mi mano.

—Le puse un detective privado y estabas tú en cada foto. Teñida de rubia, pero eres inconfundible, Olivia. —Negó con la cabeza, sentándose en la otra punta de la mesa—. Y sé todo lo que te hacía. Sé con todo detalle qué tipo de cuerda le gustaba usar, qué tipo de cuchilla usaba para los cortes y qué le gustaba introducir. Lo sé porque lo que hacía contigo, también lo hizo conmigo. Ni siquiera quiero pronunciar su nombre porque no se merece que lo recuerde.

let me be her (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora