𝘠𝘰𝘶'𝘷𝘦 𝘨𝘰𝘵 𝘴𝘰𝘮𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘣𝘭𝘦𝘮𝘴, 𝘥𝘶𝘮𝘮𝘺...

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Jungeun estaba nerviosa

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Jungeun estaba nerviosa.

Demasiado nerviosa, de hecho. Sus piernas eran dos hilos, las rodillas le temblaban cómo gelatina y algunos cabellos se humedecían ante el sudor frío que brotaba de su piel. Yacía tres tonos más pálida de lo que normalmente se veía. Trataba de apegarse lo más que podía al delgado pilar de metal en el pasillo del enorme y mal cuidado tres público en el que solía viajar mañana y noche hacia su trabajo en el centro del pequeño pueblo donde vivía.

Y es que no entendía cómo terminó temblando tal cachorrita asustada, presionada contra aquel pilar y rezando entre bajos balbuceos para que el alfa que venía siguiéndole desde la estación de tren, no diera el diminuto paso que le quedaba para pegarse completamente a su espalda. El tipo ya tenía su nariz rozándole los cabellos rojizos de la nuca, y se veía obligada a morder sus labios para ahogar los chillidos que querían salir de su seca garganta.

El corazón le golpeaba en las costillas con furia, su aroma a gomitas de fresa normalmente dulce, yacía agrio y ácido. Y lo sabía, sabía muy bien que cada persona en el tren, tanto omegas, betas y alfas estaban enterados de la terrible situación en la que se veía envuelta, ya sea por sus feromonas pidiendo ayuda o la manera en la que ha estado huyendo de vagón en vagón del alfa que le perseguía. Tenía claro que todos ellos sabían, y también tenía claro que nadie le ayudaría.

En su cuello no había una mordida, y tampoco olía a alfa. Una omega soltera y sola era el sinónimo perfecto de vulnerable, más aún en uno de los últimos trenes que recorrían su pueblo natal de noche, a eso de las once y algo.

Y quería llorar. Necesitaba echarse a llorar para dejar de sentir todo el miedo que consumía su delgada y pequeña figura, los nervios que le aceleraban el corazón y le hacían sudar frío de pies a cabeza, y la ansiedad y el asco que sabía no podría olvidar jamás, era la primera vez que algo así le pasaba, y dudaba no recordar la terrible sensación.

Solía viajar en ese maldito tren cada día de la semana, ¿Por qué justo hoy? ¿Por qué justo ahora?

La respuesta era clara, y muy sencilla.

Era porque Jinsol no estaba.

Jinsol, su Jinsol. Su alfa. Había tenido que viajar a la ciudad por casi un mes, y aunque se nego rotundamente a dejar a su linda cachorrita sola en el pueblo, Jungeun logró que se rindiese con largas sesiones de besos y un par de botellas de vino. Jinsol era pintora, y necesitaba hacer el viaje para entregar sus últimas obras a la galería de arte amateur en la que trabajaba y atender un poco el local, comprar más materiales y visitar las tumbas de sus padres, de paso. El viaje se hacía una vez cada año, y solían ir juntas, pero este año en especial Jungeun no podía, no en pleno invierno. La omega era dueña de una pequeña florería, y aunque quisiese, no era un opción dejar a sus dulces florecitas a merced de un invierno con el sistema de calefacción natural roto.

Debía repararlo, pero no tenía el dinero. Por lo que su alfa le prometió hacer el viaje, cobrar el dinero que le correspondía por sus pinturas y con ello ayudarle a reparar cada problema en su querido invernadero. Jungeun accedió, algo triste porque su Jinsol no iba a estar para abrazarla por las noches, para cocinar juntas con la radio de los 80's resonando en su cálido y pequeño apartamento, o para beber una copa de vino y fumar cigarrillos con esencia de frutas en la tan querida terraza que ambas cuidaban con mucho esfuerzo. Llevaban viviendo casi dos años, mantenían tres años de una preciosa relación y ninguna de las dos podía pedir nada más que seguir juntas por muchos, muchos años más.

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⏰ Last updated: Nov 28, 2023 ⏰

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