Capítulo único

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El vitoreo en las tribunas se escuchaba fuerte, los gritos de los aficionados se colaban por sus oídos, haciéndole sentir más miserable.

Aquel castaño apretó con fuerza sus labios al igual que sus puños, aun estando arrodillado intento recobrar el aire, mirando con unos ojos asesinos a la selección de color celeste, aquella que se encontraba celebrando tan alegremente.

"Malditos hijos de puta"

El marcador final de aquel partido tan esperando había acabado con un 2-0, siendo Argentina el vencedor. Juan se sentía tan molesto, no por el echo de que les hayan ganado, si no el como lo habían echo.

Que buena mamada le dieron al árbitro esos hijos de puta.. — murmuro despectivamente uno de sus defensas, quien había ido al rescate del guardamenta.

Aun no podían creerse que dejarán libre de sanción al hijo de puta que había tacleado al arquero, porque si, eso había pasado. Juan definitivamente hubiera parado ese tiro si no fuera porque un estúpido del equipo contrario se había lanzado contra el, un completo robo.

Aun se siente sin aire al recordar ese momento.

Con cuidado y la ayuda de su compañero el castaño pudo volver a ponerse de pie, respiro profundamente, intentando controlar su ira interna antes de ir con el resto del equipo.

Los aficionados no paraban de gritar, ya sea de alegría porque su selección había ganado, o de enojo, insultando a viva voz al equipo contrario por tremenda falta descarada. El caliente ambiente no sólo hacía incrementar la furia de los mexicanos, si no que también, del mismo Juan.

Un abrazo grupal se formó mientras más integrantes de la selección tricolor se acercaban, palabras de consuelo iban y venían, intentando aligerar un poco el ambiente, sobre todo para que el problemático portero se mantuviera controlado.

Para nadie era un secreto lo mecha corta que llegaba a ser Juan, ni siquiera para esos ojos burlones que le observaban desde el otro lado de la cancha, presumiendole silenciosamente su victoria, provocando más rabia en el pequeño arquero.

"Pequeño pedazo de mierda mal surrada... "

El vestidor de los mexicanos nunca había estado tan callado como en ese momento.

Mientras que la gran mayoría de ellos se encontraban desvistiéndose de las prendas sudadas, otra pequeña parte se encargaba de observar al guardamenta, quien después de cambiarse la ropa se había sentado en el banco y había mantenido los ojos fijos en el suelo. Su mirada le delataba, era más que notorio que ya había asesinado unas 4 o 5 veces a cada uno de sus rivales de uniforme celeste en su mente.

No hay que desanimarnos pa', aún queda un partido que debemos de ganar. — finalmente alguien hablo, llevándose la atención de todos los hombres de la selección.

Osvaldo, conocido por la fanaticada como El Mariana fue el que rompió el silencio mientras cerraba su casillero. La jóven promesa les veía con aquel brillo decidido, renuente a la idea de la derrota.

Mariana tiene razón. — alguien más se animó a hablar. Barca sonreía juguetonamente, mientras recargaba su cuerpo contra los casilleros. — Les tenemos que ganar a los tingeringeringerin¹ y pasar a octavos.

Una risa colectiva algo escandalosa aliviano el ambiente, tanto que, incluso Juan, se había carcajeado por aquella forma tan estúpida de referirse a la selección de Arabia.

Tras esos comentarios las risas y bromas al respecto llenaron el cuarto, devolviéndole aquella energía alegre que caracterizaba a los mexicanos por excelencia.

13 + 10Where stories live. Discover now