─ PʀᴇᴅɪɢᴇR

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PʀᴇᴅɪɢᴇR: Predicador | Pastor del alemán.



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Era el tercer toque en su puerta y Sunghoon sabía de qué se trataba pues sus roomies se escondía debajo de cualquier cosa para no abrir la puerta.

Suspiró fuerte y a pasos lentos se acercó a la puerta encontrándose a una chica de aproximadamente quince o diecisiete años con una mujer mayor, biblia en mano y pancartas espirituales.

Solo verlas le revolvía el estómago de cierta manera. Él era alguien educado, sobre todo porque comprendía que lo que esas dos personas hacían eran "mandatos" de su religión; predicar y convertir gente a ellos.

─ Quiero hablarle de la palabra del señor.

La mujer más alta habló, acercándose y queriendo entrar sin ningún tipo de permiso.

─ Gracias pero no soy creyente. Si me disculpan ─ El peliplata hizo una reverencia y cerró la puerta tras él, soltando un gran suspiro. Cada que algo así sucedía él recordaba todo por lo que había pasado.

Sunghoon había crecido en una familia religiosa, era obvio que él sería criado bajo muchos preceptos e ideas sobres las que él no podría opinar a una corta edad, o más bien, no se lo permitirían.

Por años fue obligado e incluso golpeado por sus padres, nunca pudo dar un "no" cuando lo forzaban a ir a la iglesia; a tocar instrumentos para la iglesia, a cantar para la iglesia. Toda su vida hasta los diecisiete tuvo que ver con la puta iglesia. Estaba harto, no era lo que quería, nunca lo quiso.

No tenía amigos porque sus padres se lo prohibían, solo podía salir con los chicos de la iglesia que tenían el cerebro más lavado que el suyo. Recordaba como iba a casa de esos chicos a jugar y terminaban leyendo la biblia.

Nunca pudo ver la televisión porque sus padres creían que tendría una mala influencia en él, ni hablar sobre un teléfono o una computadora. No podía escuchar música que no fuese religiosa, estudiaba todo el día y por las noches debía ir a la iglesia o sería golpeado.

Fueron muchas cosas, parecían algo tontas para algunos, pero para él sus padres le habían arrancado la niñez y adolescencia.

Cuando creció un poco más era aún peor, su personalidad era diferente desde niño, era muy alegre, juguetón y extrovertido, por mucho tiempo Sunghoon tuvo miedo de todo, de hablar y ser golpeado, jugar y ser golpeado así como gritar y ser golpeado también. Por mucho tiempo trató de convencerse de que sus padres eran estrictos pero en realidad sus ojos se abrieron lo suficiente como para saber que solo eran abusadores.

Se convirtió en un adolescente amargado, lleno de inseguridades, miedos, baja autoestima, completamente introvertido. Habían hecho de él algo que odiaba.

Todo se fue a la mierda cuando a los diecisiete empezó a interesarse en su amigo de una forma romántica. Luchó contra sí mismo y se sintió asqueado por la forma en la que era, trató de salir con chicas e incluso se folló a varias pero no estaba siendo él mismo, le gustaban los hombres aunque no lo aceptara nunca y por supuesto que cuando todo llegó a oídos de sus padres estos no solo casi lo matan a golpes sino que además planearon internarlo en clínicas para que se "cure del demonio que traía dentro" y claro que todo aquello sería con maltrato físico, psicológico y una extensa terapia de electroshock.

Escapó de casa sin haber cumplido los dieciocho, sin tener un techo donde vivir y mucho menos algo que comer, se sintió perdido por algo de tiempo hasta que se vio dentro de la casa de Jaeyoon, otro de sus amigos. Lo escondió y alimentó hasta que Sunghoon tuvo valor para salir de nuevo del hueco en el que estaba y hasta que cumplió la mayoría de edad.

─ No otra vez, mierda ─ Sunghoon suspiró cansado, odiaba a ese gente, odiaba la insistencia cuando él solo quería ser respetuoso pero sobre todo, ser respetado.

El timbre siendo presionado una y otra vez perforaba sus oídos y hacía que sus problemas de ira salieran a flote, ¿quién demonios se creían para romper su propiedad?

─ Espero que puedas pagarme el timbre, porque acabas de joderlo ─ La puerta fue abierta de forma brusca antes de aquellas palabras que sonaron tan fuerte como su dolor de cabeza tras lo ocurrido.

Su ceño fruncido duró muy poco pues tuvo que suavizarse cuando una linda figura de reloj de arena apareció frente a él. El chico tenía una piel blanca lechosa, una cintura pequeña y a pesar de ser delgado sus cachetes eran algo inflados al igual que sus bellos muslos regordetes pero definidos. Sus manos eran lindas y delicadas, podía ver eso mientras el chico sostenía una biblia color caoba. Tenía una postura preciosa que sólo destacaba más lo perfecto de su cuerpo. Incluso de frente su trasero se veía prominente y él solo quería apretarlo, pegarle y morderlo.

─ Lamento lo de hace un rato. Yo... traje a mi hijo para que hable un poco contigo.

La mujer era insistente, desvergonzada y jodidamente irritable a los ojos de Sunghoon quien sólo la ignoró e hizo pasar al chico que temblaba probablemente de miedo por lo que estaba a punto de hacer, Sunghoon no podía dejar de pensar en que lo estaban obligando como a él en el pasado.

─ Señora, la llaman, por allá. ─ La señora asintió y soltó un "hazlo bien" a su hijo a modo de amenaza y se retiró. Park estaba impresionado, el no habría dejado a su hijo en la casa de un extraño de ninguna manera.

Sunghoon volteó viendo al pequeño de camisa rosa de espaldas. Sentía su polla palpitar, completamente duro tras ver su perfecto culo. Muy a pesar de la ropa ajena, Sunghoon no dejaba de imaginar ese pequeño cuerpecito bajo él, temblando mientras estaba en cuatro y él succionaba su apretado y jugoso agujero.

Tenía calor de repente.

Tomó asiento al lado del pelinegro y no pudo evitar morder su labio inferior junto al piercing al verlo de cerca. Olía muy bien, olía a pecado.

─ Eh... y-yo... y-yo

Sunghoon sonrió de repente. No sólo se le hacía caliente sino que también tierno.

─ Te obligan a hacer esto, ¿no? ─ Su pregunta fue directa, tanto que hasta él se asustó al ver al pequeño adolescente a punto de romperse en llanto.

Ninguno de los dos podía hablar después, Sunghoon se sintió arrepentido porque no debió haberlo preguntado.

─ Bien, veamos una película.

Con el control remoto Sunghoon buscó alguna película animada para el pelinegro, éste había entrado en un estado de pánico al escuchar "película".

─ En realidad yo solo vine... vine...

Las palabras no salían de su boca, se sentía como un payaso y quería salir corriendo del lugar.

─ Veniste a ver una película ─ Afirmó nuevamente el peliplata quitándole la biblia y lanzándola a un lado bajo la atenta y aterrorizada mirada del más bajo.

─ Pero eso sería mentirle a mi mamá...

Sunghoon parecía un idiota sonriéndole y es que parecía un bebé. Para Sunoo la televisión era un gran "no", sus padres decían que los programas eran diabólicos.

─ No vamos a mentirle, bonito. Solo a ocultarle algunas cosas ─ Sunghoon dio un giño y sonrió grande dejando ver sus colmillos al recibir una pequeña y sorpresiva sonrisa del pelinegro.

─ Bien, veamos una película...








Sunito 🔥

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¡ʜᴏʟʏ ʜ0ʟᴇ! | sᵘⁿˢᵘⁿDove le storie prendono vita. Scoprilo ora