I.

5.3K 181 11
                                    

    Luego de un mes de viaje en Qatar con el amor de mi vida, regresamos a casa tras el gran triunfo de Argentina. Estábamos totalmente felices y ansiábamos abrazar a nuestros seres queridos. Enzo insistió en visitar a mi familia apenas llegáramos, mis padres lo amaban y no solo por ser la estrella juvenil del Mundial, desde que lo conocieron habían quedado maravillados con su amabilidad y buena educación, es el ¨buen chico¨ con el que todas las madres sueñan para sus hijas.

   Luego del festejo en el Obelisco, partimos hacia mi casa, ahí nos esperaban mis padres con un asado para compartir todos juntos. Apenas bajamos me abrazaron con fuerza, mi mamá lleno de besos a Enzo como si fuera un nene y mi papá lo abrazó palmeándole la espalda.

— El gol que le metiste a los mexicanos fue increíble, nene, tenés un gran futuro — le dijo mi papá mientras nos sentábamos en la mesa.

— Sí, Enzito, estamos tan orgullosos de vos — agregó mi mamá.

— Muchas gracias, pero nada hubiera sido posible de no tener a (T/N) alentando por mí — respondió un poco tímido por tantos halagos, tomando mi mano y besándola.

    Disfrutamos de la comida en familia charlando muy entretenidos, mis viejos estaban fascinados escuchando a Enzo y lejos de tornarse incómodo, fue un momento muy agradable, lo querían como uno más de nosotros y él a ellos. Al terminar, levantamos la mesa y fuimos a mi habitación para que pudiera desempacar mis cosas.

— Perdón por que te mataran a preguntas amor, sabés que ellos te aman — dije mientras me tiraba en mi cama.

— No me pidas perdón, mi vida, tus viejos son re buenos conmigo y yo los quiero un montón — respondió acomodándose a mi lado — además tengo que caerles bien para que algún día me dejen casarme con vos, princesa.

Ambos reímos y comenzamos a besarnos con ternura y amor. Él colocó su mano en mi cintura y fue deslizándola lentamente hasta mi culo para apretarlo y pegarme a su cuerpo, ya sabía lo que se venía y eso me ponía impaciente. Nuestros besos se hicieron cada vez más intensos y desesperados, y tirándome del brazo me colocó encima suyo. Me tomó por la cintura y comenzó a moverme frotándome sobre su notable erección, luego me sacó el top y dejó besos a lo largo de mi cuello, siguiendo por mis clavículas hasta llegar a mis pechos. Se lo veía tan caliente que eso me excitaba todavía más. Me agarró del pelo y me hizo bajar hasta su miembro, apresuradamente desabroché su pantalón y bajé su bóxer para ver su pene ya completamente erecto y con un hilo de líquido preseminal. Comencé a lamerlo lentamente pero él tomó mi cabeza y lo metió entero en mi garganta, se notaba que estaba impaciente también. Tomé su miembro con ambas manos para succionarlo y meterlo y sacarlo de mi boca, al mismo tiempo que jugaba con mi lengua, sabía que eso le encantaba.

— Dios sí bebé, seguí así — dijo soltando algunos gemidos graves mientras empujaba mi cabeza aún más — cómo te encanta chupármela, hija de puta.

Aumenté la velocidad hasta que lo sentí palpitar, y segundos después tragué todo su líquido mientras él, con la respiración agitada, acariciaba mi pelo con amor.

    Limpió los restos de semen que quedaron en mis labios con su dedo pulgar para luego meterlo en mi boca y acariciar mi lengua, sabía que me volvía loca la forma en que me trataba. Dio unas palmadas en la cama indicándome que me acostara, obedecí y me acomodó boca abajo. Me quitó la ropa que me quedaba y comenzó a repartir besos a lo largo de mi espalda, al llegar a mi culo le dio un cachetazo y abrió ligeramente mis piernas para tener acceso a mi entrada. Rozó lentamente mis pliegues con sus dedos, yo ya estaba completamente mojada desde mucho antes, y metió uno de ellos dentro mío. Inconscientemente solté un gemido.

- Callate la boca - ordenó serio - ¿o querés que tus papás escuchen lo que te hago?

Obedecí y hundí mi cara en la almohada, pero eso no fue suficiente porque cuando metió el segundo dedo y comenzó a masturbarme no pude contenerme. Enzo tapó mi boca con su mano libre mientras me tocaba fuerte y sumaba cada vez más dedos en mi vagina. Mis piernas temblaban y me sentía en el cielo, sabía perfectamente cómo tocarme. Me torturó un rato más y luego paró en seco, abrió mis piernas un poco más y sosteniéndolas deslizó su lengua por toda mi intimidad. Tuve que hacer un esfuerzo enorme para no gritar, clavé las uñas en el colchón y aguante muy poco tiempo hasta que acabé mojándome aún más y mojando mi cama.

— Me enamora todavía más verte acabar — comentó abrazándome y llenándome de besos, mientras yo todavía intentaba estabilizar mi respiración.

— A mí me enamora todo de vos, amor — respondí mirándolo a los ojos.

— Entonces ahora me vas a dejar que te coja, ¿no? — preguntó sonriente mordiéndose el labio inferior.

— Es lo que estoy esperando.

No me dejó ni terminar de hablar que ya me tenía agarrada de la cintura. Se acostó y me puso encima de él, de espaldas, y me tomó de las muñecas por detrás mío. Me froté un poco sobre él pero no tenía caso juguetear, ambos estábamos excitadísimos y con ganas de coger desde que habíamos llegado. Puso su pene en mi entrada y me senté sobre él lentamente, dolió un poco pero eso siempre pasaba, era enorme. Comencé a saltar lentamente mientras escuchaba como gemía mientras apretaba mis muñecas, eso me hacía querer hacerlo cada vez más rápido y fuerte, cosa que hice. Llegó un momento en el que la cama empezó a hacer mucho ruido y no podíamos seguir, mis papás nos iban a escuchar, así que Enzo se levantó y me puso contra la pared, de espaldas a él. Tapó mi boca con una de sus manos y con la otra agarró mi culo con fuerza para penetrarme desesperadamente. Comenzó a mover sus caderas con rapidez y me embestía muy fuerte, llegó a metérmela tan adentro que mis piernas dejaron de aguantar y terminé por llegar al orgasmo. Enzo todavía no había acabado, pero estaba cerca, por lo que levantó una de mis piernas con su brazo dejándome recargar en él, y siguió embistiéndome hasta que se corrió dentro de mí.

   Me cargó y me dejó en mi cama acostándose al lado mío. Ambos estábamos agitadísimos. Él me miró a los ojos y con una sonrisa acomodó un mechón de pelo detrás de mi oreja.

- Perdón amor, me tendría que haber controlado ahora que estamos acá en lo de tus viejos pero es que me calentás tanto, sos la mujer de mi vida.

✧・゚: *✧・゚:*

Reinas, como siempre gracias por leerme, necesitaba escribir sí o sí sobre *me pongo de pie* SEXO Fernández, tengo esa imagen de que es un santo pero te garcha como un DIOS así que me pareció totalmente importante escribir esta fic. Si me pueden apoyar votando, dejando comentarios y opinando me ayudan un montón y no se olviden de hacerme sus pedidos del jugador que más horny las ponga, las amo trastornadas. <3

 <3

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Enzo Fernandez | One Shot +18Where stories live. Discover now