CANELA - Katsudeku / Bakudeku /AU/

✨ Que se quede el infinito sin estrellas ✨

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Afirmo el agarre sintiendo la nieve y el frío chocar contra su carita, no era una sensación nueva, ya habían hecho eso con anterioridad, pero, en esta ocasión había algo distinto

Una tormenta de nieve los había alcanzado

— ¡¿Estás bien ahí!? — preguntó el cenizo a su acompañante viéndolo de reojo por unos segundos y volviendo su mirada al camino

— ¡Sí!, ¡Por mí no te preocupes! — respondió sin dejar de abrazarlo, escuchaba cada pisada del lobo en el que iban esperando el animalito no se lastime por ir tan rápido

— ¡¿Donde putas está el trineo, joder!? — Gritó Katsuki, la tormenta los desorientó y el lobito en el que iban trataba con todas sus fuerzas de atravesar aquella tormenta para llegar al trineo donde estaban el resto de lobitos y la cabrita de Izuku

— ¡Kacchan, creo que veo algo! — gritó el peliverde ya que con la tormenta solo así se aseguraría de que su esposo lo escuche a la perfección — ¡Si, ahí está!, ¡Casi llegamos!

— ¡Mierda, por fin! — sonrió triunfante, con el resto de lobos sería más fácil llegar a casa

— ¿No tienes frío? — le preguntó una vez fuera de la tormenta, había envuelto a Izuku en una chamarra de piel gruesa para que no le dé frío, el pecoso negó, estaba todo cubierto salvo por sus ojitos que se veían entre la chamarra y su gorrito

— Estoy bien, Kacchan, sabes que pocas veces me da frío y es porque tú siempre me envuelves en chamarritas

— Me alegra saber que estás bien, Zuzu — se acomodó mejor junto a él — supongo que con el alce tenemos suficiente para tres días — murmuró — luego podría salir a cazar nuevamente, no me arriesgaré a que algo te pase con esta época de tormentas de nieve

— Kacchaaan — alzó un poco su cabeza viendo a su pareja — estoy bien, ¿Si?, Sabes que anteriormente he pasado por esto

— Lo sé, cariño, pero ahora eres mi esposo y me aseguraré de cuidarte y darte todo lo que necesites, sabes que puedes venir conmigo pero me preocupa que algo te pase — respondió mientras lo veía

— Bien, solamente porque sé que es cierto — le sonrió

El trineo se detuvo, les tocaría pasar la noche en una cueva y hacer una fogata ya que con la tormenta habían perdido tiempo que les hubiera servido para llegar a su acogedora casa

— Kacchan, la fogata ya está — anunció a su esposo quién había salido a los alrededores a buscar ramitas para clavarselas a los trozos de carne que habían llevado

— Bien hecho, cielito — le besó la mejilla, Izuku sonrió feliz, Katsuki le clavó los palitos a la carne y le pasó uno a Izuku a modo de brocheta

— Gracias — murmuró, se puso a asarla cual malvavisco, el cenizo imitó su acción

— Saldremos mañana temprano para llegar a casa para antes del medio día, en el camino pasaremos por leña — anunció

— Como digas, Kacchan — respondió

Estuvieron en un silencio para nada incómodo, eran esposos, siempre estaban juntos y ocasionalmente terminaban en esas situaciones por lo que estaban acostumbrados, los lobos afuera comían los restos de algún animal, mientras, la cabrita comía de los árboles que ahí habían, no eran tantos pero si los suficientes

— ¿Quieres más? — le preguntó al menor al notar que casi se acababa la comida

— Si, por favor — respondió, Katsuki asintió y comenzó a preparar otra brochetita para su esposo, Izuku vio hacia fuera notando el cielo despejado

— No hay estrellas — murmuró — solo una aurora boreal

— Te gustan las estrellas — murmuró esta vez Katsuki, le pasó la brocheta a Izuku el cuál asintió — Yo no necesito ver estrellas

— Las estrellas son lindas, Kacchan, me hubiera gustado verlas

— Yo no necesito estrellas — Izuku lo vio, le devolvió la mirada — Izuku, tú eres mi estrella, por mí el infinito se puede quedar sin estrellas porque yo ya tengo una y eres tú, cariño — le besó la mejilla, Izuku rió bajito — Además, tus lindas pequitas también parecen estrellas

— Kacchaaan — rió otro poco — supongo que, no necesito estrellas tampoco, tú puedes ser mi estrellita también — le revolvió el cabello a su esposo el cuál rió, entendió que Izuku comparó su cabello con los picos de las estrellas

— Acepto, acepto ser tu estrella ahora y por toda la vida, amor — el peliverde asintió feliz con la respuestas, se acomodó más cerca de él y siguieron comiendo su cena

Ambos serían la estrella del otro, no debían ver al cielo si podían verse a los ojos y ver el universo en los ojos de la persona con la que desean pasar esa y el resto de sus vidas