Perdón

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Una noche, fría, helada.

La nieve caía por las calles, llenando las pistas, aceras, jardines, parques, y techos. Indicando la estación invernal.

-¡Te di todo, mi amistad, mi hogar, mis cosas, mis secretos!. - Sonaba roto, su voz entrecortada no ayudaba mucho a entender las frases. - ¡Y solo seguiste tomando! Dime ¡¿Qué me queda ahora?! ¡Ni siquiera a la persona que más he amado! - Lagrimas caían por sus mejillas, y chocaban el suelo, sus ojos rojos por la congestión vascular. - ¿Y vienes aquí a pedir perdón? - abrió sus brazos y manos mostrándose mejor, un hombre, destruido. - Así es como se ve el perdón.

-..¿Qué...Qué podemos hacer?- ¿Podemos? - Así es tu y yo. - No hay ningún podemos, solo estás tú. Y sin importar el costo, lo que puedes hacer es. Largar a la mierda de mi vista, no vuelvas más. No me busques, y no vuelvas a mi casa. - Se sentó en una pequeña silla de madera, volviendo su vista desganada a la mesa tomando del vaso con un líquido dorado rojizo, moviéndolo un poco con su mano, para al final terminar bebiéndolo todo. - ¿Qué esperas? Lárgate. - Per. - ¡QUE TE LARGUES! -

El grito resonó por toda la casa intimidándome y forzándome a irme de la casa. Al cerrar la puerta detrás de mí, no pude evitar suspira. ¿Cómo llegué a esto?

Fui caminando por la acera (o lo que pensaba que era, pues la nieve ya tenía 10 centímetros de alto). Teniendo pequeños flashbacks de como llegue a esta situación.

Sé que puedo dejarlo allí, es lo que quiere. Pero algo en mí, me lo impide. ¿La culpa, talvez? No lo sé, y allí me apareció una pregunta

¿Cuándo fue la última vez que sentí culpa?

No lo recordaba, tal vez, cuando era un chaval todavía, pero eso fue hace tanto tiempo que me impide recordar.

Tal vez, no.

Siento, algo incómodo dentro de mí, que, me impide seguir adelante sin voltear a ver mis pasos que trazan el camino lejos de esa casa.

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-Oye, déjame entrar. - Volví a tocar la puerta por quinta vez hoy día. He tenido la determinación de venir todos los días justo después del trabajo. Toco la puerta como mínimo unas 10 veces al día.

Pero como siempre, solo se puede escuchar un frío silencio detrás de aquella puerta de madera.

¿Debería de tumbar la puerta? Cada día me preguntaba aquella misma pregunta. Pero después de dudar unos pocos segundos me arrepiento y me alejo de la puerta.

Al final de todo, faltan dos días para el funeral, espero poder hablar con él allí.

Avanzó por la acera, aun nevaba. Faltaba por lo menos un mes para que pare de nevar. Caminando, volteé y vi mis pasos sobre la nieve. Siempre seguía las pisadas que dejaba el día anterior, se volvió un pequeño habito.

Este pequeño momento de alejamiento siempre era aprovechada por mi mente, cada vez que me alejaba de aquella casa sentía un agrió y asqueroso sabor en la boca, y siempre me preguntaba lo mismo. ¿Será culpa?, aunque, nunca lo niegue, nunca lo acepte.

Quizás, ¿Será por miedo? Miedo, a aceptar la verdad, miedo a aceptar la culpa, miedo a ¿Dejar de mentirme a mismo?

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Día de lluvia. Cliché a mi parecer, pero no me quejaré.

PerdónWhere stories live. Discover now