en algún lugar bajo el arcoíris《adapt. rodrivan》

única parte

descripción: en un universo alternativo en donde las personas viven en blanco y negro hasta que se conectan con su alma gemela.

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'No es igual para todos.' Le había explicado Robleis un día, estaban acostados en el sillón con una cerveza en la mano. 'Pero para nosotros fue en cuestión de segundos. Posta, como si fuera un cohete estrellándose en la Tierra, y luego ¡pum! luces por todas partes y ¡marrón! vi el marrón primero, Spreen. Sus ojos eran marrones.'

Spreen sonrió, apretando los dedos sobre la lata ya vacía. 'Lo tenés que encontrar otra vez, Robleis.'

'Lo haré, obviamente. Estoy seguro de que él también me está buscando donde sea que esté. Y cuando lo encuentre, jamás nos separaremos de nuevo. Te lo juro amigo.'

'Más vale que no wacho.' Río roncamente Spreen, y volvió a beber su cerveza. Color gris. Claro.

Para Iván Raúl Buhajeruk, el mundo era color gris.

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A veces Spreen salía a caminar en las madrugadas y sonreía porqué ¡Que lindo era Buenos Aires! La puta madre ¡Qué linda es la vida! y seguía sonriendo mientras pensaba que tono de gris tenía el amanecer.

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Ella tenía tan brillante sonrisa, las pestañas re largas, la sonrisa grande, los labios tan suaves; que Spreen estaba seguro que era ella, tenía que ser ella. Spreen la desnudó en la tercera cita, con dulzura y con adoración porque era como una hada o como una flor, o como algo demasiado bueno para él. Iván la besó con la luz apagada y con las cortinas cerradas, y a la mañana siguiente despertó con alguien abrazándolo y llorando en su pecho.

'¿Qué pasa?' Susurró, enredándole un brazo en la cintura aún medio dormido, y ella negó con la cabeza, haciéndole cosquillas en el cuello.

'Tengo miedo.' Contestó ella, con la voz quebrada por el llanto, apretando los párpados.

Iván entendió.

Al final los dos se armaron de valor y abrieron los ojos, y las cortinas. Dejaron que entrara la luz, y no: no había colores. Todo seguía siendo gris.

'Tranquila, no es igual para todos...' Quiso remediar él. No todos veían colores tan rápidamente. Robleis le había dicho que alguna gente tardaba hasta meses incluso... Pero ella sacudió la cabeza con tristeza, se vistió, y le dio un beso en la mejilla.

'Chau, Iván.' Y así se fue, y así Spreen supo que no, que ella no era el amor de su vida.
El mundo seguía siendo gris.

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Spreen conoció a Carrera un día, por internet.

Todo seguía siendo gris, pero al menos al final del día, podía ver a través de la pantalla de su computadora una sonrisa deslumbrante de dientes blancos.

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Spreen conoció a Carrera un día, en una plaza de Buenos Aires.

Todo seguía siendo gris, pero al menos al final del día estaba Carre tumbado a su lado en el sillón, apostando que sus ojos, claramente eran marrones.

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Ponerse en pedo estaba bien, las jodas llenas de minas lindas que se lo colgaban del cuello y juraban que las había hecho ver colores (todas mentiras, obvio) estaban más que bien. Su piso en Capital, con un gato de pelaje blanco y manchas grises recién adoptado y un muñequito de android en la mesita de noche, estaban re bien.