Parte única.

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[TRIGGER WARNING: ABUSO SEXUAL] 

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|| N. de la A.                                                                                        
|| Buenas y muchas gracias por estar leyendo esto!        
|| Sinceramente no tengo idea de qué es, si va a tener  
|| más partes en un futuro o qué va a ser de Namira (?
|| Estuvo dando vueltas en mi cabeza como por una
|| semana y tuve que sacarlo antes de volverme loca.
|| Disfruten, supongo (?
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—Es tu día de suerte, "princesa".

Con esas palabras, Sir Paimor la tomó de la cabellera y la arrancó de su lecho para arrastrarla escaleras arriba, ante la aterrada mirada de las demás esclavas que se achicaban en sus catres para pasar desapercibidas. Namira trató de resistirse, pero el guardia del Duque silenció todo intento de rebeldía de un revés. Sintiendo la sangre de su mejilla en la lengua, la esclava lo siguió obedientemente.

—No se parece en nada a mí, Padre.

—No importa. Esas bestias no podrían diferenciar a un noble de un trozo de excremento aunque lo tuvieran bajo la nariz. Solo debemos decir que ella es la mayor y tú la menor.

Namira se esforzó por ocultar el violento temblor de su pobre cuerpo clavando la vista en el suelo de piedra, deseando ser invisible. Sir Paimor la había llevado frente al Gran Duque Kastaroff y su hija, que ahora debatían su destino como si ella no fuese más que una pieza del mobiliario que cambiaría de dueño.

Así había sido toda su vida desde que tenía memoria.

Su madre había sido esclava antes que ella. Había quedado encinta por culpa de uno de los soldados del Duque, pero nunca se supo su identidad. Esto era algo bastante común. Sin padre noble que la reconociera, su destino estaba sellado. Había trabajado desde que fue capaz de levantar un cubo con agua y jabón, siempre diligente, siempre fiel y siempre silenciosa.

—Tenemos que limpiarla. Y conseguirle un vestido. —El Gran Duque palmeó las manos dos veces y una sirvienta –parte del escalafón más alto de servidores del castillo– acudió al llamado inmediatamente. —Tráele algo. No hace falta que sea seda, pero debe ser mejor que los harapos que trae puestos. Y tal vez alguna joya. Busca entre las cosas que Vivienne ha hecho sacar de su habitación. Y apresúrate. Ese monstruo llegará en la noche.

Lady Vivienne. La primogénita y la siguiente en línea para heredar el título de Duquesa de Kastaroff era una belleza inigualable. Su cabello castaño achocolatado enmarcaba un rostro en forma de corazón con grandes ojos del color de las hojas de otoño. Pestañas largas y labios rellenos terminaban un hermoso y envidiable conjunto. Con 18 años recién cumplidos, estaba lista para ser casada.

Y ese era el problema.

Ochenta años atrás, en la guerra contra los demonios, el Rey Ignance I, El Unificador, cayó frente al Rey Demonio Altael El Conquistador solo tres años después de su ascenso al trono.
El Rey Demonio tomó el control del Reino Skyres y permitió que los descendientes de Ignance vivieran a cambio de que todas las primogénitas de la familia le fueran entregadas en matrimonio.

El Rey Altael tenía, al momento de su coronación, diez esposas provenientes de todas las ramas de la ex familia real formando parte de su harem.

La tradición continuó con el ascenso del siguiente Rey Demonio, pero este pidió únicamente a las dos gemelas del bisnieto de Ignance.

Años después, era el turno de que Vivienne contrajera matrimonio con el nuevo Rey Demonio: Dragul el Sádico.

Por eso estaba Namira ahí, como si fuese un animal al que preparaban para el mercado. El Gran Duque no pensaba entregar a su niñita, así que iba a darle una esclava al nuevo Rey.

ElegidaWhere stories live. Discover now